Capitulo 7

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                                                                                             Ethan

Luego de una minuciosa reestructuración de mi agenda, la cual consistió en mover todas las citas del día de hoy y distribuirlas estratégicamente entre el resto de los días de la semana, me dirijo a la poco humilde mazmorra del monstruo, el cual seguramente ha de estar consumiendo almas humanas o bañándose con la sangre de sus enemigos, tal vez sea justamente eso lo que la hace tan hermosa.

En el auto, sigo con mi acostumbrado ejercicio de observación, lo que me hace fijar mi mirada esta vez en una muy delgada mujer, la cual está envuelta en una ajustada malla, lo que deja a relucir cada uno de sus huesos, la mujer corre por la acera dando largas zancadas, como si el aire que seguramente desayuno esta mañana estuviera en peligro de hacerla engordar un gramo.

En contraste, en el auto junto al mío, un joven regordete aprovecha el cambio de luces en el semáforo para desenvolver una hamburguesa y darle un largo sorbo a su soda, lo que me hace pensar en lo graciosamente poética que puede llegar a ser la vida si nos detenemos a observar nuestro alrededor.

Ya en el barrio rico, veo a un chico semidesnudo con una larga vara para selfis, hablando a la cámara mientras intenta mostrar el producto de sus largas horas en el gimnasio. Al elevar mi vista, encuentro por fin a mi chica de la sesión de fotos, esta vez desde el balcón de la que seguramente es su habitación, unta en su cara alguna crema blancuzca al mismo tiempo que intenta acercar a la cámara de su teléfono un recipiente color aguamarina, lo que me hace pensar: "¿Qué clase de dimensión desconocida es está?, ninguna de estas personas parece tener alguna otra ocupación que mostrarle al mundo lo perfectas que son sus vidas.

- ¿Nombre? - Me pregunta el guardia de seguridad cuando al fin llego a la casilla.

-Vamos, amigo...No otra vez. - Respondo intentando mantener la calma.

-He dicho: "Nombre". - Dice lentamente como si yo no fuese capaz de comprender a pesar de su leve acento puertorriqueño. - Es parte del protocolo. - Agrega encogiéndose de hombros.

-Dr Russel. – Respondo con los ojos en blanco.

-Uhm... Veamos. – Masculla entre dientes mientras finge buscar mi nombre en su portapapeles.

- ¿En serio? - Digo con las cejas rectas sobre mis ojos entrecerrados.

-Aquí está. - Dice al fin, autorizando mi entrada y abriendo la reja de par en par.

A las puertas de la mansión me espera la misma ancianita cuyo nombre desconozco al igual que el del guardia de seguridad psicópata, por alguna razón, los trabajadores de esta propiedad parecen no tener nombre, o simplemente evitan perder tanto su tiempo como el tuyo presentándose, me recuerda un poco a las películas en blanco y negro que tanto le gustaban a mi abuela, donde la servidumbre solo se dedica a hacer su trabajo y su identidad es un misterio para los espectadores.

-Que gusto tenerlo otra vez por aquí. - Dice la ancianita, sin perder ni un segundo su sonrisa. - Seguramente mi niña se alegrará de que haya venido. - Agrega como si esto fuese una visita cordial y no hubiese venido simplemente a hacer mi trabajo.

-Con respecto a que mi presencia le cause alguna gracia a la señorita Percy, lamento informarle que yo no parezco ser muy de su agrado. – Respondo señalándole el apenas visible moretón que me había causado el libro de la señorita Percy la semana anterior.

-Oh... Lo lamento muchísimo. - Exclama la ancianita de nombre desconocido. - ¿Ella le hizo eso? - Pregunta colocando suavemente su mano en mi rostro, como una ligera caricia.

Un Paso Hacia La LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora