Ethan
Aunque un poco cohibida por la proliferación de turistas que sigue en aumento minuto a minuto, el monstruo parecía extremadamente feliz, sus ojos se desplazaban por toda la sala y tiraba muy fuerte de mi brazo para moverme a su antojo, notaba que miraba un instante cada pintura o pieza y luego me miraba, como si quisiera decirme algo, pero cierta timidez se lo impidiese. Los otros dos siempre estaban a la vista, pero se apartaban un poco, estaban en esa edad en la que el mundo les pertenece solo a ambos. Pensándolo mejor, tal vez no sea cuestión de la edad, tal vez sea la intensidad con la que ames, desde que mis ojos se posaron en el monstruo, mi mundo le pertenecía solo a ella.
-Señala una pintura y te contaré una historia. – Me dice cuando hemos llegado a una sala donde se pueden apreciar pinturas de dioses y diosas semidesnudos colgando de las paredes.
-Uhm...- Murmuro mientras me doy golpecitos en el labio con el dedo índice. – Esos dos de ahí. – Señalo una pintura en la que se ve una chica con una lámpara observando a un chico dormir.
-Psique y Eros. – Se le iluminan los ojos al mencionar aquellos nombres, cuya compresión de Psique tal vez esté bastante alejada de la mía. – Eros, quien se había enamorado profundamente de Psique, le pidió al Oráculo del pueblo que le indicara a la hermosa Psique subir a una montaña y esperarlo en una cueva. Psique estaba angustiada, no tenía idea que le esperase en aquella cueva oscura, cuando Eros apareció le impuso por regla que mientras él estuviera en la cueva; No podía haber luz, ya que él no quería que ella sintiera miedo de su posición como dios, Psique acepto, aunque no estaba muy convencida. La curiosidad pudo más que el amor que ella había empezado a sentir por aquel que ella creía un monstruo y encendió una lámpara cuando ya lo creyó dormido, descubriendo en su lecho a un joven muy bello. – Terminó de relatar. Yo no podía dejar de reír por el paralelismo en aquella historia y la nuestra, pero no era capaz de confesarle lo que me causaba tanta gracia.
- ¿De qué te ríes? – Pregunta el monstruo arrugando la nariz y frunciendo los labios, cada vez me costaba mas no reaccionar a cada uno de sus pequeños gestos, desear un beso es como tener mucha sed, es más tortuoso cuando aquello que puede erradicar aquella sed está tan cerca y no lo puedes tomar.
-Precioso. – Intervino una mujer joven rodeada de escolares, los cuales nos miraban tanto con timidez como con curiosidad. – No le molestará compartir con mis niños todo aquello que ha extraído de Homero. – Le sonrío. Supuse que sus pretenciosas palabras solo querían decirle al monstruo que si podía hacer de niñera un momento.
-Será un placer. – Dijo el monstruo con timidez, se le empezaba a reflejar en los ojos la angustia que le producía el hablar en público. Tú. - Señalo a uno de los niños, el cual elevo la vista al dedo que lo señalaba. – Señala cualquier cuadro y les contaré un cuento.
A medida que el tiempo pasaba más personas empezaban a rodearnos y el sonido de plausos retumbaba en toda la sala con la finalización de cada historia, para dar continuación a las voces suplicantes pidiendo otra. El monstruo parecía confiado y tranquilo. Yo por mi parte me sentía orgulloso, aunque un poco angustiado. Mi monstruo no solo era hermoso, también era extremadamente listo, una inteligencia muy alejada de la mía. Era más culta, más sensible, más sabía. Se había dado ella misma una exquisita educación, seguramente era capaz de tocar algún instrumento, como aquellas niñas de la alta sociedad de antaño, sobre las que hoy día leemos con admiración, ¿la merecía yo?, no lo sé, supongo que me esforzare por ello.
-Dispérsense. Dispérsense. – Se escuchaba una voz cada vez más alto al emerger de entre las personas. – Por favor. – Gruñó una mujer bajita con el uniforme de los encargados del museo, deshaciendo el cumulo de personas que se había formado frente al monstruo para escuchar sus historias mitológicas.
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Un Paso Hacia La Luz
Teen FictionGeorgina "Gigi", ha sufrido una gran humillación pública, lo que la ha llevado a padecer una terrible fobia al exterior (Agorafobia). Cada segundo de la vida de Gigi está organizado en lo que ella llama "La Agenda del Grinch", la cual (según ella) e...