Capitulo 24

3 2 0
                                    


                                                                                              Gigi

Aunque no me siento en condiciones para cruzar la puerta, debido a mi sencillo atuendo, no puedo resistirme, simplemente dejo que me tome de la mano y me dirija hacia su auto, en donde unos brillantes tulipanes amarillos parecen un faro en medio de tanto gris.

- ¿Me has comprado flores? – Le pregunto, cuando ya cada uno ha tomado su respectivo lugar en el auto.

-No son para ti. – Balbucea rápidamente. – Son por ti, que es diferente. – Agrega con una media sonrisa. No puedo evitar sospechar que a la hora de vestirse quiso tomar la misma estrategia. Seguramente quería verse muy apuesto, pero al mismo tiempo quería aparentar que era otra tarde de domingo, así que ha tomado justo el suéter que le queda como una segunda piel y exponiendo así las mejores partes de su cuerpo, no importa que tan inteligente o interesante sea el chico, un chico siempre es un chico cuando se trata de alguien que le guste.

-Sí, claro... - Mascullo. - ¿Podemos jugar eso que siempre juegan las personas en las películas? – Digo mientras observo lo que dejamos atrás a través del espejo retrovisor.

- ¿Hablas de "veo veo"? – Pregunta extrañado, como si mi propuesta de jugar a algo para no caer en un silencio incomodo fuese inverosímil al salir de mi boca. - ¿No estamos grandes para eso? – Dice elevando una ceja al mirarme de reojo por un instante. – Cierto, tienes 7 aun. – Sonríe, regresando la vista al camino.

-El señor "madurez "ha hablado. – Digo intentando imitar su gruesa voz, lo que me hace toser un poco. – Olvídalo. – Saco mi teléfono celular. Al carecer de conexión a internet, supongo que solo me queda recurrir a aquel lugar donde vas como último recurso, la infame galería, el abismo de las cosas olvidadas.

-No. – Dice arrebatándome el teléfono con una mano, mientras con la otra sostiene el volante. – Hoy eres mía. – Lo coloca en su bolsillo, Me enoja un poco su acto, pero no puedo evitar sentir cierto sentimiento extraño al escuchar su "eres mía", es curioso como poco a poco pierdo la razón.

Mi reacción fue simplemente cruzarme de brazos, no sabía cómo actuar, aunque no estaba tan enojada como parecía, él supuso que no volvería a hablar, así que empezó el juego con un "veo algo rosa", nombre todo lo que había a nuestro alrededor perteneciente a aquella vaga descripción en medio del embotellamiento de autos, hasta que por fin di con aquel objeto rosa. Se trataba de un helado que una niña lamia mientras aguardaba junto a una mujer que parecía ser su madre, la cual mantenía una conversación muy entretenida con otra mujer un poco más joven, supongo que el helado fue el soborno para mantenerla callada mientras ella transmitía y recibía información por parte de la otra mujer.

El juego siguió hasta que llegamos al estacionamiento de su edificio, estábamos empatados. Desde la entrada parecía un edificio bastante grande, lo típico de una gran ciudad. Columnas pintadas de un brillante amarillo, el gris del hormigón, autos de diferentes colores esparcidos en el estacionamiento, sin dejar pasar el contenedor de basura verde.

-Veo algo azul. – Dijo luego de extinguir la vida del auto con un ligero movimiento antes de sustraer la llave, para luego tomar el ramo de tulipanes amarillos que había colocado en el espacio entre un asiento y el mío.

-Aquel auto. – Respondo señalando un auto celeste estacionado unos 4 puestos delante de nosotros.

-No. – Dice con una sonrisa boba.

-Si no es eso. – Respondo rotando los ojos. - entonces no tengo la menor idea que ves.

-Entonces he ganado. – Dice con su habitual sonrisa de niño bobo.

Un Paso Hacia La LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora