Capitulo 18

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                                                                                             Ethan

Aunque apenas hace dos días vi al monstruo, no puedo simplemente ignorar la necesidad de volver a verla, así que decido tomarme el día y otorgarle su libertad a Agatha, quien la acepto con tanto gozo que al colgar el teléfono después de un muy eufórico "SÍ", solo pude imaginarla corriendo por los pasillos en sus altos zapatos.

Camino a casa del monstruo intento concentrarme en las personas que van apareciendo en mi camino, pero simplemente desvió mi vista al cielo, lo que me lleva a pensar en sus ojos y las nubes que flotan delicadamente en él en su piel, la cual necesita un poco del sol que hace brillar la carrocería de los autos y los cristales de las ventanas y vitrinas a mi alrededor, lo que me hace sonreír como nunca antes lo había hecho.

-Usted por aquí. – Pregunta la señora Razzini, la cual ciertamente está aún más extrañada que yo, pero como le explico que ahora me verá muy seguido por aquí.

- He venido a visitar a la señorita Percy. – Respondo, intentando ocultar un poco mi emoción.

- Eso es bastante obvio. – Dice. – Dudo que venga a visitarme a mí. – Agrega riendo y señalándome el camino a la mazmorra.

Solo pude asentir e intentar reprimir la risa que me causaba su pequeña broma, ya que el monstruo tendría una opinión un poco distinta, en el pasillo donde se encuentran las enormes puertas de la mazmorra, flores blancas resplandecen bajo la luz de las lámparas, lo que me tienta a tomar una muy pequeña, en cuyo interior unas líneas de un suave violeta la adornan sutilmente, luego de dudar un poco en si será apropiado tomarla o no, decido hacerlo y colocarla en la solapa de mi saco.

-¿Tú? – Dice al abrir la puerta, luego de que la golpease insistentemente con mis "toscas y grandes" manos. – Aparecer sin avisar es ciertamente una falta muy grave a la cortesía. – Agrega apartándose un poco para darme paso, luce hermosa con un sencillo suéter blanco, una camiseta rosa con el dibujo de un "Ponquecito" bailarín en ella y unos jeans cortos que hacen lucir sus hermosas piernas, las cuales intento evitar ver y concentrarme en el divertido dibujo de la camiseta.

- He venido a invitarte a salir. – Le digo llevándome las manos a los bolsillos e intentando adoptar una postura más segura. – Y me niego a aceptar un "no" como respuesta. – Agrego mirándola a los ojos, lo que la hace desviar mi mirada e intentar ocultar su camiseta con el suéter, pero ciertamente ya lo vi y no me siento en posición de hacerle una broma justo ahora, tal vez luego.

- No puedo. – Responde yendo hacía su cama y levanta un libro que estaba sobre ésta. – Una cosa es salir al jardín en casa, la calle...- Añade, tomando a nuestra rosa, cuyo brillante rojo se ha ido desvaneciendo con el pasar de los días, para colocarla entre las páginas del libro que me arrojo cuando nos conocimos.

- No puedes estar aquí para siempre, Gigi. – Digo sentándome junto a ella. – No puedes hacerte a ti lo que le haces a nuestra rosa. – Agrego tomando el libro de sus manos y abriéndolo para mostrársela.

- ¿Y si no lo resisto? - Me pregunta. - ¿Y si alguien me reconoce en la calle y se ríe de mí? – Agrega tomando el libro de mis manos y volviendo nuevamente prisionera a nuestra rosa entre sus páginas.

- Si no lo resistes, yo estaré ahí para sostenerte. – Respondo. – Y si alguien se burla de ti, lo golpeare. – Añado intentando poner cara de tipo duro.

- Ojalá todo fuese tan sencillo. – Responde poniéndose de pie y llevando el libro a su biblioteca para ponerlo en su lugar.

-Lo es. – Digo poniéndome de pie para seguirla. – Solo recuerda que no estás sola. – Agrego tomándola por la muñeca a mitad de la escalera.

Un Paso Hacia La LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora