|CAPÍTULO 01|

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- ¡Aquí hay algo! - Me dijo emocionada Hanna mientras sostenía el periódico con fuerza entre sus manos, al grado de arrugarlo y dejar marcas en él. Se lo arrebate de un tirón y después me senté a su lado.

-Veamos- Comencé a leer en voz baja y lentamente subiendo de tono

-Se solicita niñera con o sin experiencia, con mucha paciencia y ganas de trabajar. El salario mínimo será de... ¡Madre santa!

-¿Qué es? ¡Quiero leer!- Hanna chillo y me empujó. Sostuvo el periódico en lo alto.

- ¡Wow! Santo cielo... ¿Cómo es posible que puedan pagar tal cantidad de dinero? Olvídalo. ¿Sabes qué? No pierdas el tiempo y marca, ¡ya!

Se levantó de la silla de madera y corrió con prisa hacia la cocina. En pocos segundos regresó con un teléfono inalámbrico a la mano y lo aventó hacía mí, por poco golpeándome contra la cabeza. Lo tome marqué entusiasmada el número indicado.

- Si consigues el trabajo, reunirás el dinero suficiente como para poder acompañarme a ese concierto en Texas al que tanto quieres ir. ¿No te mueres por ver a Brendon Urie tanto como yo? Eso sería demasiado...

La interrumpí, golpeándola con una almohada y después le hice una seña para guardar silencio. Ella solo me fulmino con la mirada.

- Es que...

Contestaron.

-¿ Aló? ¿Quién habla?

-Umm- Fue lo primero que salió de mi boca. Había estado tan entusiasmada hace dos segundos. ¿Por qué me estoy muriendo de nervios? Y, ¿por qué olvide lo que era lo que iba a decir?

- Si esto es una broma entonces...

- ¡No cuelgue! Perdón.- Sacudí la cabeza

-¿Hablo con la señora Manheim? - Pregunte mientras rascaba mi pierna derecha

- Enseguida le atiende- respondieron desde la otra línea

Hanna me miro y comenzó a reír a causa de mi nerviosismo. Le saqué de forma no-amistosa el dedo de en medio y ella sonrió divertida, sacándome la lengua. Me levante del sillón y camine directo hacia el patio delantero, sentándome sobre los escalones blanquecinos de la entrada.

-¿Quién habla? - Pregunto la señora Manheim al otro lado de la línea.

- Mi nombre es Amelia Carpenter. He visto el anuncio en el que busca niñera y uh, estoy interesada en el trabajo- le dije con el tono más firme que podía conseguir, aunque lo último sonó más como una pregunta que una afirmación.

-Muy bien... ¿Estas ocupada en estos momentos, Amelia?

-¿Eh? Uh, no. No realmente- Mire hacia el cielo. Extrañamente estaba tan nublado, que podría jurar que llovería toda la tarde. Estábamos a mediados de agosto en California, por lo cual me parecía raro. «Esa es una señal» Me dije.

- ¿Podrías venir a mi casa? Quiero hablarte de tus horarios y las demás cosas...

- ¿Me está dando el trabajo?- Pregunte incrédula mientras una sonrisa de oreja a oreja se formaba en mi rostro. 

- Solo si aceptas- Contestó la señora.

- Oh... Por supuesto. Me, me encantaría.

- Bien. Te daré mi dirección

Ella medio las instrucciones para llegar a su casa y acordamos vernos en media hora. Me volví hacia la casa de Hanna y le di el teléfono y millones de gracias. Le abracé fuertemente y tomé mi bolso, solo para después salir corriendo de ahí. Por fortuna, mi casa  quedaba a dos manzanas de distancia, así que tendría prácticamente nada en llegar.

Vivía con mis padres en una pequeña casa color marrón en West Hollywood. Ellos no eran precisamente los más adinerados de la ciudad, por lo cual no podían financiar mis estudios de Princenton, donde quería asistir el año próximo. Había llegado a un acuerdo con ellos, prometiéndoles que trabajaría durante los dos veranos, y todas las ganancias irían directamente hacia el banco, donde se quedarían hasta que entrara a l universidad y tuviera que utilizarlas.

Con este trabajo podría conseguir el dinero en un mes.


CORAZÓN CIEGO/MILO MANHEIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora