Sonreí tontamente al ver pasar a Milo, acompañado por una enfermera de edad, que lo guio hacía el borde izquierdo de la camilla. Logro que se acomodara bien y después salió del cuarto, sonriendo levemente y cerrando la puerta tras de sí.
Milo tenía un aspecto algo descuidado; El cabello desarreglado, ojeras y un finísimo rastro de barba en su barbilla, que le daba un aspecto más maduro y mucho más sexy. Me saque la sabana de encima y me arrastre hacia su lado, tomándolo por sorpresa y dándole un abrazo. El me correspondió, colocando sus brazos alrededor de mi cintura y enterrando su rostro en el hueco derecho de mi cuello. Pase mis manos por su cabello y suspire.
-No sabes cuánto me alegra que estés bien -Susurro Milo, apretándome más. Levanto su rostro a la altura del mío y me sentí atrapada en el vórtice de lo que eran sus ojos claros.
-Pensé que podría perderte.
-Fue exactamente lo que pensé yo. Estaba tan asustada... Y al final lo arruine todo. Ni siquiera sirvo para eso -Admití, frunciendo la boca.
-Lo siento mucho...
-No tienes por qué pedir perdón. No hiciste nada mal, ¿vale? Así que deja de culparte por todo -Beso mi nariz, provocándome un cosquilleo en el estómago.
-Lo bueno es que los dos estamos bien y podemos fingir como si nada hubiera pasado, ¿Quieres?
Comenzó a besar mis mejillas, para después pasarse a mi costado y morder el lóbulo de mi oreja. Me estremecí y me aferre a su espalda.
-¿Qué sucede con Lila? -Susurre con la voz quebrada.
-Tuvo que interferir mi madre. Le he explicado todo y en cuando termine, despacho a Lila. No hay nada más de que hablar sobre ese tema, ¿Bien?
-Ajá...
No pude terminar bien la frase, ya que Milo aprovecho para tomar el control de mis labios, dándome un beso de muerte. Parecía que habían pasado siglos desde la última vez que lo hacíamos. Mordió mi labio inferior y aproveche el pequeño lapso de separación para tomar aire y enseguida deslice la punta de mi lengua a través de su labio. Volvimos a unirnos, y esta vez, nos fuimos corriendo sobre la cama, hasta el punto de lograr que el estuviera encima de mí, aplastándome con su peso. Deslizo sus manos hacia mis piernas flexionadas, recorriendo mis muslos y levantando mi camisón. Me erguí y desesperada por la lentitud, me lo quite yo misma. Milo comenzó a descender, dándome besos en la clavícula, mientras volvía a deslizar sus manos por mi estómago, mi vientre... Lo oí gemir y me separe de él.
-No podemos, no aquí -Mi voz sonaba aún más quebrada y me lamente por aquello. Milo gruño y se separó lentamente de mí, volviendo a sentarse en su lugar original. Tome mi camisón y como pude me lo volví a colocar.
-Nunca podemos, Lia. Ni aquí ni en ningún lado...
-Tienes que entenderlo. Las situaciones en las que se nos da... querer hacerlo no siempre son las mejores. Lo sabes muy bien.
-Ya lo sé pero, me tienes sexualmente frustrado y, ¿Qué crees? No es divertido.- dijo con un tono gracioso
Sentí mi cara hervir y me acerque a él, tomando su mano
- Lo siento. Tienes que entenderlo. Estamos en un hospital. ¿Qué crees que pensaría si mi madre entrara y nos viera haciéndolo? Probablemente nada bonito. Así que guarda tus ansias para luego. Prometo recompensarte todo el tiempo perdido.
-Haces que suene como si estuviera desesperado- Admitió él, entornando una sonrisa. Me reí y arregle su cabello y sus ropas arrugadas.
-Te quiero mucho.
-También yo -Le di un abrazo que fue interrumpido por alguien abriendo la puerta. Me separe de Milo y agradecí mi abstinencia. Un doctor nos miraba feliz y casi salto de la emoción cuando me dijo que ya podía tomar mis cosas y volver a casa. Finalmente, a casa.
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CORAZÓN CIEGO/MILO MANHEIM
Teen FictionAmelia una chica que está decidida a encontrar un trabajo de verano por falta de dinero.... En la búsqueda de periódicos tras periódicos encuentra un trabajo de niñera, pero no es un trabajo cualquiera ya que tendrá que cuidar a alguien que tiene su...