La semana se pasó tan rápido como un parpadeo de ojos. Para mi horror, el verano se había acabado, y eso significaba que tenía que volver a clases. Mi trabajo como niñera obviamente había llegado a su fin con la cirugía, pero Milo, Camryn y toda la familia me quería cerca. Prometí visitarlos cada tarde, para ver el progreso de mi novio y acompañarlo a cada momento. Nunca faltaban los ratos en los que nos dejaban a solas y aprovechábamos para besarnos; Yo más que nada, impaciente, al tener miedo de que aquellos fueran los últimos besos con él.
Y un día cambio todo.
Maneje con prisa desde el instituto hasta casa de los Manheim, las calles repletas del tráfico de las tres de la tarde y una hamburguesa a medio comer de Hanna, que había olvidado cuando la deje en su casa. Finalmente, hoy era el día en el que le quitarían las vendas a Milo, al fin podría ver y todo sería normal de una buena vez por todas.
Me encontré con Jack sentado en los escalones del patio delantero, con las manos sosteniendo su cabeza, a la vez que sus codos se enterraban en sus muslos. Estacione el coche y me baje felizmente a saludarlo.
-¡Jack! ¡He llegado! -comente mientras me acercaba hacía el corriendo y por poco, brincando de la felicidad. Estaba nerviosa y algo agitada. Jack levanto su cabeza y me miro con una expresión nublada. Tenía los ojos inyectados en sangre y una mueca de tristeza en su rostro. Me preocupe.
-¿Qué ocurre?
Él se incorporó y sin decir una palabra, se acero a mí y me abrazo, enterrando su rostro en mi hombro y comenzando a sollozar.-¿Qué es? ¿Qué tienes?
-Milo, él... Miеrda. ¿Cómo explicártelo? -Lo mire confundida, sin poder entenderlo.
- ¡El no recupero la vista! La jodіda cirugía no sirvió para algo más que ilusionarnos. ¡Mi hermano estaba tan ilusionado y todo fue una jodіda mentira! -Comenzó a sollozar aún más fuerte, pero esta vez yo no preste atención. ¿Sus palabras eran ciertas? Oh no. Por favor no, no. Esto no podía ser cierto, no...
Mordí mi labio y reprimí las ganas de llorar y salir corriendo. No podía creer que el destino fuera tan cruel con él.-Entraré a verlo -Dije, sorprendiéndome a mí misma con el tono de mi voz. Jack se separó de mí y me volteo a ver.
-No lo hagas. No quiere ver a nadie -Paso una mano por sus ojos, tallándolos.
-Incluso le grito a mamá. Él nunca le había gritado.
-Confía en mí. Intentaré hablar con él.
- ¡Amelia, no!
No lo escuche y entre a la casa corriendo. Me di cuenta de que todas las luces estaban apagadas. Ni Camryn ni Rossi se encontraban a la vista, y me pregunte qué tan huraño se ha de haber puesto Milo como para gritarle a su madre. Era comprensible en su estado, pero me imagine que Camryn estaría hecha un desastre.
Hice el mismo recorrido de siempre, con ansias al subir las escaleras y con un nudo en mi estómago al abrir la puerta del cuarto de Milo.
Había libros y ropa regados sobre el suelo. Las sabanas se encontraban revueltas sobre la colcha y las cortinas mal acomodadas sobre el soporte. Como si un huracán hubiera destruido el cuarto. La puerta del armario estaba entreabierta y unos pies sobresalían cómicamente. Me acerque de puntas y la abrí totalmente.
Milo estaba acurrucado en la esquina, con una mano tapando su rostro y las rodillas flexionadas. Se oían sus sollozos y tenía su mano libre hecha puño. Lo observe y se me rompió el corazón. Me acerque y me arrodille frente a él, intentando tomar sus manos. El me aventó las manos hacia otro lado.
- ¡Aléjate de mí! ¡No quiero hablar con nadie! -Grito, levantando el rostro. Estaba hinchado y con los ojos fuera de órbita. Mordí mi labio, sin alejarme.
-Solo soy yo. Vamos Milo, mírame, solo quiero...
Oh no. Miеrda, miеrda, miеrda.
- ¿Acabas de oír lo que dijiste? ¡¿Cómo quieres que te mire?! ¿Acaso no ves cómo estoy? ¡Entiéndelo Amelia! ¡Estoy ciego! ¡Cie-go! Y para mi condición, ¡Siempre lo estaré! ¡Siempre seré un maldito inútil! ¿Por qué no lo entiendes? -Se levantó y frunció el ceño, dilatando su nariz. Se acercó a mí y me fue acorralando en la pared.
-Pero Milo, claro que no es cierto...
- ¡Por supuesto que lo es! ¡Deja de fingir! - Cerré con fuerza mis ojos, apretando y dejando que las lágrimas salieran a borbotones, corriendo por mis mejillas. Me inundaba la tristeza y coraje.
-¡Estoy harto de que la gente alrededor de mi finja todo el tiempo! ¡Sobre todo tú!
- ¡Yo nunca te he mentido en nada! -Abrí los ojos y le dije de vuelta, con la voz quebrada.
-Admite que si no fuera por tu maldita necesidad al dinero, nunca te hubieras acercado a mí. Nunca en tu sano juicio te acercarías a alguien como yo, vamos ¡Admítelo!
- ¡Estás loco! Fue un simple trabajo, ¿Recuerdas? Y para eso son los trabajos, para conseguir dinero... Además, nadie me obligo a quererte. ¡Nadie me puso una pistola en la cabeza y me dijo que debía amarte de esta manera! -Lo último entre susurros. Milo se quedó en silencio, respirando pesadamente. Lo encontré aún más pegado a mí, incluso podía sentir su aliento tibio chocando contra mis labios entreabiertos. Mordí mi labio y sin poder evitarlo, me lance sobre él y le plante un beso, tan duro que me sorprendí por mi atrevimiento. Mordisquee y lamí la comisura de su boca, gimiendo y acariciando su cabello. Milo pasó sus manos por mi cintura, levantando mi camiseta y tocando mi vientre. Nuestras lenguas chocaron e iniciaron una batalla en el interior de nuestras bocas. Sentí como se derramaban sus lágrimas y corrían por mis propios pómulos y bajando así a mi boca.
Milo, también lo pudo sentir y se alejó de golpe, limpiando sus ojos. Paso una mano por su boca y apunto hacia afuera del armario.
-Vete de aquí. Quiero que sea la última vez en tu vida que vienes a esta casa. No quiero que me busques, y créeme, si pudiera verte te diría que ojala no pudiera volver a verte nunca...
Me quede paralizada, aún pegada a la pared.
-No sabes lo que estás diciendo... ¡Estas demasiado enojado como para razonar!.
- ¡Lárgate de aquí! -No me moví de mi lugar por unos pocos segundos. Milo se desesperó y me tomo por los hombros, jaloneándome.
-¡Qué te largues de aquí! ¿Qué no oíste? ¡Lárgate!
Me aventó hacía afuera y se encerró dejándome sola en el pasillo. Negué con la cabeza y comencé a golpear la puerta.
-¡Estas cometiendo una tontería! ¡Por favor! Milo, recapacita, por favor...
Quede sin energías y me fui deslizando hacia abajo, con un llanto incontrolable y gritando su nombre. No sé cuánto tiempo estuve así. Jack me oyó y subió, abrazándome y por poco arrastrándome para que saliera de ahí. Me hacía daño a mí misma.
Me negaba a que las cosas fueran así para nosotros dos. Él no podía hacerse esto. Él no podía hacerme esto a mí. Simplemente no tenía lógica. No tenía razón de ser... ¿Cómo sería capaz de seguir viviendo si no era con Milo? ¿Sería capaz de sobrevivir sin sus besos, sus caricias...? Por supuesto que no.
Mi vida no volvería a ser lo mismo sin él, y de eso estaba segura, pero ¿En serio las cosas terminarían así?
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CORAZÓN CIEGO/MILO MANHEIM
Teen FictionAmelia una chica que está decidida a encontrar un trabajo de verano por falta de dinero.... En la búsqueda de periódicos tras periódicos encuentra un trabajo de niñera, pero no es un trabajo cualquiera ya que tendrá que cuidar a alguien que tiene su...