Camryn me llevo enseguida a casa. En el trayecto, mantuvimos una pequeña conversación sobre Milo y su accidente.
También me conto sobre sus hermanos y las aspiraciones de estos. Me dijo lo mucho que quería a Milo, y lo mucho que quería que el saliera adelante. Que intentaría hablar con él sobre lo que me escucho decir, y prometía que nada saldría mal. Y yo le creía.
Me dio un poco de vergüenza al llegar a casa y encontrar mi casa en tan mal aspecto. Había un par de ventanas rotas, el césped crecido y varías latas de cerveza tiradas alrededor. Nicole se estaciono frente a la casa frunciendo el ceño y apago el carro. Después, me miro.
-Hay algo que Milo me prohibió decirte, sin embargo, creo que tienes derecho a saberlo. -Tomo un breve respiro. Yo la mire con atención.
-La próxima semana viajaremos hacía Maine, a una pequeña cabaña a la cual siempre solíamos ir en verano. Me gustaría que nos acompañaras, si eso sería posible, ya que realmente creo que le haces un bien a mi hijo. ¿Considerarías la idea? - Pregunto esperanzada. Yo me quede en blanco.
-No lo sé. Viendo como están las cosas entre su hijo y yo...
-Te dije que no te preocuparas, yo me encargaré de eso - Dijo Camryn con una seguridad, que hasta logre creer que hablaba enserio.
-Haré todo lo que esté en mis manos para que mi pequeño sea como lo era antes. Y si eso implica el ayudarte para que vuelvan a ser amigos, no dudes que lo haré.
Vale, ya veo porque tanto empeño.-Muchísimas gracias Camryn. Ojalá que todo pudiera volver a ser como antes.
Me despedí de ella y me baje del coche, viendo como avanzaba por la calle. Pase mis manos por la cabeza y después decidí echarle un vistazo a mi coche, que probablemente estaba guardado en la cochera, porque no lo veía estacionado. Abrí la puerta de la casa con las llaves que siempre guardo debajo de una maceta y me metí, intentando hacer el menor ruido posible. Eche miradas furtivas a todos lados y me encamine hacía el patío trasero, que estaba comunicado con la cochera. Me sorprendí al ver que también había un desastre, pero no hice nada para arreglarlo. Me metí en la cochera y suspire aliviada. Mi destartalado coche estaba en perfectas condiciones. Maravilloso. Iba subirme en el, cuando fui interrumpida por alguien detrás de mí. Mi madre.
-¿Amelia? ¿Qué haces aquí? -Pregunto, más ebria que la última vez. Rodé los ojos y me aleje de ella cuando intento abrazarme. Vestía su pijama verde y una bata de baño rosa, el cabello amarrado en desigual a la altura de la nuca y grandes ojeras bajo sus ojos. Mi madre realmente daba pena.
-Bueno, resulta ser que esta es mi casa, y puedo venir cuando me venga en gana -Le respondí fríamente, sacándole la vuelta y entrando de nuevo a la casa. Ella me siguió.
- ¿Podrías dejar de seguirme?
-No. Lo siento pero... -Se tropezó detrás de mí, cayendo al suelo y después lanzando una carcajada. Y después comenzó a llorar, mientras se levantaba y empezaba a reír de nuevo
-Hay, me tropecé.
Realmente no podía creer que esta era mi madre amorosa de hace tres días.
-Iré a mi cuarto, y por favor, no me sigas - Le dije con los ojos escociendo y me volví a alejar de ella, subiendo escaleras con dirección a mi cuarto. Cuando finalmente llegue a él, cerré la puerta con seguro y me deje caer sobre el piso. Me dolía tanto la cabeza. Por todo; por el engaño de mi padre, las borracheras de mi madre, todavía por el beso de Paul, el enojo de Jared, y sobre todo, por lo que Milo me escucho decir. Deseaba con todo mi corazón que las cosas fueran como antes; Desearía que Hanna no hubiera marcado ese número en el teléfono. Que Milo nunca me hubiera besado. Que papá no hubiera engañado a mamá.
¿Por qué las cosas tenían que ser tan difíciles?
Me incorpore y camine hacía mi cama, tirándome en ella. Ni siquiera me había dado cuenta que me faltaban los zapatos. Y comencé a reír. Estaba tan preocupada en otras cosas, que me importo un limón que la señora Camryn y mi madre me hubieran visto semidesnuda. Reí más fuerte cuando pensé en todos los momentos divertidos que había vivido al lado de Paul, cuando estaba perdidamente enamorada de él y deseaba a cada momento que me diera un beso, en la piscina y a la luz de la luna. Reí más por la estupidez de haber salido corriendo de casa la otra noche, cuando pude haber tomado mi coche y simplemente haber conducido. Y reí, aún más cuando recordé la primera vez que conocí a Milo y vislumbre a Jared desnudo, cuando fuimos a la feria y Milo comenzó a burlase de mí porque tenía miedo en la casa de espantos, cuando miramos hacia el cielo juntos. Cuando lo bese por primera vez, volviéndome la persona más feliz del universo, y finalmente cuando me dijo que me quería, porque aunque hubiera estado borracho en esos momentos, yo le creía. Le creía porque confiaba ciegamente en el. ¿Y porque confiaba ciegamente en él? Porque lo amaba, y porque siempre estaría a su lado. Y no me importaría que me tratara como a una niñera, o incluso una criada. Lo que sentía por él era tan... tan natural. Tan correcto. Al estar con él me embargaba una sensación de familiaridad, me sentía protegida, a pesar de ser yo la que lo protegía a él. Y al final, me sentí triste. Porque tenía tantas cosas, que desaproveche y luego se marcharon. Y algunas nunca volverían. Y yo quería, no, perdón. Yo necesitaba que volvieran a ser igual, excluyendo la parte de Milo, tal vez. Como Camryn, haría todo lo que estaba en mis manos para modificar los cambios de mi vida. Y empezaría desde ya.
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CORAZÓN CIEGO/MILO MANHEIM
Teen FictionAmelia una chica que está decidida a encontrar un trabajo de verano por falta de dinero.... En la búsqueda de periódicos tras periódicos encuentra un trabajo de niñera, pero no es un trabajo cualquiera ya que tendrá que cuidar a alguien que tiene su...