|CAPÍTULO 48|

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Lila me tomo por el cabello, jalando hacia abajo y provocando un ardor terrible en mi cráneo. Solté un grito lastimero, apretando con fuerza la mandíbula y chillando por el dolor. Ella solo jalo más fuerte y me empujó hacia la cama, provocando que cayera sobre Jack y que este saliera disparado de la colcha. Me imaginaba que no quería participar en una pelea de gatas.

-¡¿Por qué te andas revolcando con mi novio?! ¡Eres una estúpida! -Lila bufo, dilatando su operada nariz.

-¡Ven acá!- Grito mientras veía como corría hacía mí; Con los brazos extendidos y entrecerrando los ojos. Parecía sacado de una película de terror. Realmente escalofriante.

No lo pensé más y salí rápidamente de la cama, por lo que ella cayó sobre esta, levantando su cabeza y fulminándome con la mirada. Me estremecí. Si las miradas mataran yo ya estuviera muerta desde hace mucho tiempo.

- ¡Lila detente ya! ¡Pareces psicótica! -Le grite, aventándole una almohada y todo lo que veía a mi alcance para defenderme. Ella no se inmuto.

- ¡Eres una...! -No pudo terminar la frase gracias a que Jack la tomo por los brazos y la pego hacía el. 

-¡Suéltame ya! ¡Eres más estúpido que Milo!

-Amelia, es mejor que vayas a buscar a mamá y le digas que venga acá. No puedo aguantar a esta por tanto tiempo...

- ¿Esta? ¡¿Esta?! ¡Esta tiene su nombre! Baboso...

Salí de ahí antes de que las cosas se pusieran más feas, cerrando la puerta y poniendo una pequeña barrera entre la rubia y yo. Ah que cosas.

Camine hacia el centro de las cabañas y me percaté de que la camioneta oscura no estaba. Eso significaba no Camryn. Ósea que no estaba segura. Ósea que Jack no soportaría a ese saco de huesos durante mucho tiempo y entonces vendría por mí. Ósea que tenía mi muerte dado por seguro y jamás tendría una familia con Milo y ... Bien, me estoy desviando del tema. Pero, a todo esto, ¿Dónde estaba Milo?

Recorrí el lugar, abriendo los ojos para ver si daba con él. Ya que siempre me era difícil percatarme de su existencia gracias a su "soy el señorito más misterioso del planeta y no puedes sentir mis movimientos", pues exactamente no podía hacerlo, ya saben, sentir sus movimientos.

Estaba a punto de entrar en su cabaña, hasta que algo me llamo la atención. Un movimiento en el agua. Turbulento, ruidoso. Alguien como...

- ¡Milo!

Corrí hacía el borde que separaba las cabañas con el lago, extendiendo mis brazos para intentar alcanzar a Milo, que se hundía en el agua mientras pataleaba y movía sus brazos como demente. Mi pulso se disparó y la temperatura descendió. No. No permitiría que nada le pasara.

-¡Milo! ¡Deja de patalear y ponte a nadar! - Le chille mientras seguía tendiéndole mi mano, aunque era inútil, ya que no podía oírme por tener la cabeza bajo el agua. De pronto, su rostro emergió del agua y busco el lugar de donde provenía el ruido. Tenía los ojos bien abiertos, con el semblante pálido y la cara deformada por el frío. Estaba tragando demasiada agua. Se ahogaría en cualquier momento.

Tenía que ayudarlo. No podía dejarlo simplemente ahí, a su suerte. No podía ir a buscar a nadie porque, ¿Quién sabe? Tal vez en mi ausencia llegaba a hundirse totalmente y... No. Es ahora o nunca. Tenía que hacerlo. Y lo haría, por él.

Como yo había dicho hace ya tiempo; No sabía nadar. ¿Qué podría hacer? Si me aventara junto a él, los dos terminaríamos ahogados.

Más sin embargo valdría la pena intentarlo.
Trague aire mientras me despojaba del pantalón de la pijama y la sudadera, sintiendo como el frio recorrían mi cuerpo sin piedad y me hacían poner los pies sobre la tierra.

Tenía tanto miedo; Por verlo en el agua, ahogándose y buscando mi ayuda, y también por mí. No quería hacer esto, pero arriesgaría mi vida por él. Semejante empeño en ser su niñera, ¿No? Pues lo siento, pero la respuesta era no. Arriesgaría mi vida porque lo amaba, y lo demás no importaba en lo absoluto. Y si tuviera que morir por alguien, quisiera que fuera por Milo, porque después de todo lo que habíamos pasado juntos yo no permitiría que nada le ocurriera. Simplemente así de sencillo.

Apreté los ojos con fuerza, evocando su rostro para mí misma y cerrando las manos en puños, precipitándome hacia el agua y observando lo que sería por última vez mi vida como la conocía.

CORAZÓN CIEGO/MILO MANHEIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora