|CAPÍTULO 40|

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Los siguientes tres días fueron insoportables.
Mamá no había parado de llamar a casa de Camryn. Cada hora, cada minuto, cada segundo. Tanto así que tuvieron que desconectar todos los teléfonos de la mansión.

Hanna, como era de esperarse, no me dejo ni siquiera un mensaje. Ni un recado, ni una nota. Valla, ni siquiera una llamada. O tal vez eso fue por lo de los teléfonos desconectados, pero no creo.

Milo había decidido mantener nuestra relación bajo secreto. Nadie podía enterarse, ya que según él, podrían despedirme en cualquier momento. Eso me dejaba bien claro que Camryn nunca me aceptaría como futura novia de su hijo.

Y yo aún no sabía porque.

Pero oh, el último día, el horrible y espantoso último día fue cuando me di cuenta de porque era tan extraña conmigo y también de porque se ponía nerviosa al pensar de una posible relación con su hijo.

Porque Milo tenía una novia.

Y no, no hablaba de mí. Hablaba de una súper modelo, con cuerpo escultural, piernas kilométricas y un cabello muchísimo más suave que la seda. Y para qué hablar de su cara, su perfecta cara de porcelana que parecía sacada de un diseño de Photoshop. Y no estaba exagerando eh. Incluso, podía estar segurísima de que la había visto en alguna portada de revista. Y para rematar, era británica.

La odie desde el primer momento en el que la vi.

El día en el que partiríamos a una cabaña a las orillas del lago Noruega, en la hermosa Maine, yo me encontraba preparada de pies a cabeza. Mi cabello estaba bien amarrado en una coleta y el poco maquillaje que usaba se veía natural. En cuestión de la ropa, bueno, ese era otro tema. Íbamos a descansar, así que lo de menor importancia era como iba vestida. Incluso Camryn se veía normal.

Pero entonces ella hablo y mi día de perros comenzó.

-Querida, ¿Ya estas lista? -Ella dijo mientras acomodaba sus maletas en la sala de estar y reacomodaba su cabello. Yo solo asentí, sonriendo por la idea de pasarla con Milo, alejados de todo. Y pues bueno, con su madre. 

-Perfecto, porque necesito que me hagas un favor muy, muy pequeño.

La mire, confundida. Sin embargo no me pondría a hacer rabietas ni alegar. Ese era mi trabajo.

-Uhm, ¿Qué quiere que haga?

Ella sonrió energéticamente, algo que nunca había visto y después miro hacia arriba, hacia las escaleras.

-No quiero que Milo se entere aún pero, -ella se acerco más a mí, susurrando entre aquellos labios perfectamente maquillados

-Necesito que recojas a su novia del aeropuerto. Es una sorpresa. ¿Puedes?

Se alejo y yo me quede ahí, en la misma posición, inmóvil y sin parpadear. ¿Acaso había oído bien? ¿Su novia? ¿De qué se trataba todo esto? ¡Me mintió!

Camryn me miro, impaciente sin que su sonrisa se hubiera borrado del todo.

-¿Y bien? ¿Qué dices?

Asentí, bajando la mirada y abriendo bien los ojos. Ni siquiera quería hacerlo, pero mi cabeza no funcionaba del todo bien. Lo único que pensaba era el que mataría a Milo por esto.

Lo juro.

CORAZÓN CIEGO/MILO MANHEIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora