|CAPÍTULO 49|

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Tome una bocanada de aire fuertemente, mientras revolvía las sabanas con mis piernas y parpadeaba rápidamente, sintiendo lagrimas calientes deslizándose por mi rostro. Lleve una mano hacia mi pecho y exhale e inhale varias veces, sintiendo como el aire se filtraba a través de mis pulmones. Se sentía reconfortante saber que no había muerto ahogada en el lago. Y hubiera pensado que todo aquello había sido solamente un mal sueño, si no hubiera despertado en un cuarto de hospital. Paredes blancas, un par de sillas, una que otra máquina extraña y muchos globos flotando al pie de la cama. Me incorpore y lleve una mano hacia la cabeza. Me dolía tanto, sentía que en cualquier momento podría explotar. Me seque las lágrimas e inmediatamente me pregunte por Milo.

¿Qué había sido de él? No recordaba nada, solamente el haberme aventado hacia el lago y después sentir como mi visión se nublaba. Ni siquiera había tocado a Milo. ¡Qué inútil soy! No había servido de nada mi estúpido esfuerzo, y probablemente él ni siquiera hubiera... No.

Rápidamente aparte un par de cables que estaban conectados hacia mi nariz y me baje de la camilla, saliendo por la puerta y corriendo como loca por el pasillo. Tenía que encontrarlo y asegurarme de que estuviera bien.

Un enfermero que pasaba por ahí, me grito alarmado. Lo ignore y corrí más rápido. En un par de segundos había llegado hacia la sala de espera y mire alarmada hacia todos lados. Una niña asustada comenzó a llorar, provocando por poco que mi cabeza reventara. Le gruñí y busque el rostro conocido.

- ¡¿Milo?! ¡Alguien dígame dónde está!

Un hombre con bata blanca se acercó hacia mí y me tomo por los hombros

- Señorita deje de armar tanto escándalo y acompáñeme a su habitación...

- ¡Déjeme en paz! ¡Yo solamente quiero ver a mi novio! -Seguí chillando y pataleando, alterando el orden público, hasta que el sujeto fue apoyado por otro más tosco y me llevaron cargando de nuevo hacia la habitación. Ya dentro, uno de ellos comenzó a hablar.

-Le informaremos a su familia que ha despertado. Lleva aquí varios días y estaban más que alterados...

- ¿Qué? -Interrumpí, mirándolo.

-¿Dijo varios días? ¿Exactamente cuántos?

-No sé exactamente cuántos días, pero, probablemente menos de una semana. Sabe, aquel muchacho ciego ha estado insistiendo durante todos estos días, incluso no se había despegado de aquí, pero su madre ha insistido en que debía descansar y se lo llevo a la fuerza. Tiene usted un novio muy devoto.

Solté todo el aire que había estado reteniendo y sentí mis músculos relajarse. Milo estaba bien; No le había pasado nada. Sonreí y le agradecí al señor. El asintió.

-Es mejor que la dejemos descansar un rato. Informaremos a su familia para que acudan cuanto antes. Mientras usted quédese aquí y no vuelva a salir por esa puerta, ¿Entendió?

¿Tenía que hablar como policía?

-Señor, sí, señor -Le respondí sarcástica mientras veía como me fulminaba con la mirada y salía acompañado del otro tipo. Me deje caer sobre las almohadas y suspire feliz. Había corrido con suerte. Me había enfrentado a mis miedos por amor a Milo y nadie había resultado herido... Bueno, tal vez yo. Pero nada grave. Lo único que quedaba era descansar y esperar hasta poder ver a Milo, sano y salvo.

CORAZÓN CIEGO/MILO MANHEIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora