Volví a casa rápidamente, manejando sin ningún inconveniente por la avenida. Las piernas me dolían como nunca, al igual que la columna; Pero ni eso me amargaría el resto del día. Tome el puñado de bolsas llenas de ropa de la cajuela y las cargue, llevándolas hacia dentro de la casa. Termine y después de haber cerrado el carro y la casa por dentro, casi comienzo a saltar y a gritar de la emoción. Pero no. Decidí que lo primero era darme una buena ducha y después sabría lo que haría.
El proceso fue el mismo de siempre; Ya saben, desnudarse, mojarse, enjabonarse, bla, bla, bla. Tenía suerte de que mis padres no estuvieran en casa, así que aproveche el momento y aún en envuelta en una toalla me fui y me acosté en el sillón de la sala principal. Ni siquiera me había dado cuenta de que me había quedado dormida hasta que abrí los ojos, mirando por inercia el reloj de manecillas colgado en la pared. Lo observe por unos segundos, hasta que me di cuenta que tenía cosas por hacer y me levante de golpe, corriendo hacia mi cuarto.
Eran las pasadas de las dos y media, y si no me daba prisa, llegaría tarde a mi cita con Hanna. Realmente la extrañaba tanto, que dolía; Nunca dejaba de echarla de menos, pero de todas formas. Después de todo lo que había vivido lejos de ella, lo menos que me merecía era un abrazo de su parte. Elegí unos vaqueros simples con botines rojos y una camiseta que decía "Working Class Hero" en letras blancas.
También tome una chaqueta roja que había encontrado debajo de la cama y me puse un gorrito de lana, para que nadie pudiera notar la bola de cabello enmarañado que traía en la cabeza. Saque dinero de unos viejos vaqueros, tome las llaves y de nuevo salí de casa, pensando en el poco tiempo que pasaba ahí y que debía de aprovechar más.Me subí a mi automóvil y en el trayecto comencé a oír las noticias. Nada interesante, por supuesto. Hanna me había dejado un mensaje de voz en el teléfono de casa, que decía en donde nos podíamos encontrar. Una plaza no muy lejos de nuestras casas, en el mismo West Hollywood. Por lo general, en estos días de verano, los adolescentes y jóvenes adultos se apoderaban del lugar, por la gran cantidad de atracciones que había dentro del lugar. Sin embargo, me sorprendía que mi amiga, a como era ella y sus ideas estrafalarias, no eligiera encontrarse conmigo en otro lugar que no fuera el centro de la plaza, donde había una pequeña fuente colorida y bancas de madera. Uh, algo tenía que estar pasando.
Después de haber encontrado estacionamiento para mi auto y de haber eludido al puñado de adolescentes precoces.¿En qué me quede? Ah sí. Encontré a Hanna sentada en una de las bancas, con las piernas cruzadas y una mochilita negra que tapaba su regazo. Se había teñido su cabello rojo a unos tres tonos más claro, al igual que se había perforado una vez más las orejas con expansiones. Vestía medias de encaje y un camisón floreado que le tapaba los muslos. Combina eso con botas militares y gafas de pasta negra y obtienes el estilo de hipster que a nadie más le podría sentar como anillo al dedo. Me vio y se levantó, saludándome enérgicamente con la mano.- ¡Hey, Lia! ¡Por aquí! -Grito ella entre la gente, haciendo señas con la mano para que me acercara. La salude y corrí hacía ella.
-Bonita ropa - Le dije mientras me colocaba a su lado y le plantaba un gran abrazo de oso, que ella me devolvió. Se apartó de mí y me sonrió, mirándome de arriba a abajo
- Me gusta lo que hiciste con tus orejas.
- ¿Enserio? Gracias. A mamá casi le da un paro cardiaco cuando se las enseñe, pero papá fue más relajado y le dijo que se calmara. Tengo buena suerte por contar con él, si no, probablemente mi madre me hubiera obligado a que me hiciera cirugía -Fingió temblar y le di un codazo en las costillas. Ella levanto las manos en son de paz al ver mi expresión y después, volvió a hablar.
-También tú luces grandiosa -Le agradecí y ella añadió
-¿Buscamos algo que comer? Tenemos como mil cosas de que hablar. Necesito ponerme al margen.
Caminamos a través de la plaza, saludando a antiguos compañeros de clase con los que nos habíamos topado casualmente. Hanna decidió que tenía más hambre de lo normal y prácticamente me arrastro hacia un local de Subway. Pedimos los baguettes y nos sentamos en una mesita.
- ¿Estas lista para el último año? -Pregunto ella, dándole una mordida a su almuerzo. Deje de sorber mí bebida con una pajita y conteste
- No realmente. Estas vacaciones se me fueron demasiado rápido. Además, es mucho estrés. Tenemos que hacer los tediosos cursos y tantos exámenes, el SAT y Ugh... Todavía tengo que ver que otro empleo puedo conseguir para financiar mis estudios de Princeton. ¡Buscar un departamento y lograr que a mis padres no les dé un paro cuando me valla de casa!
Hanna puso cara alargada, abriendo los ojos como platos.
-Vale, vale. Lo entiendo pero, ¿cálmate si? Tienes tiempo todavía. No todo se vendrá de golpe.
-Lo sé, es solo que... Me preocupa todo ese asunto, ya sabes. Apenas y tengo tiempo libre. ¿Qué sucederá cuando entre a la universidad? Ni siquiera tengo idea si podre viajar cada fin de semana para venir a ver a mi familia. ¿Cómo podre verte a ti si también estarás tan ocupada? ¿Cómo veré a Milo?
-Amelia, sinceramente me duele la cabeza de oírte. Creo que me contagiaras tu negatividad si sigues pensando así. Repito, no te preocupes. Encontraras la forma, ¿vale?
Fruncí el ceño y me deje caer sobre la mesa, evitando a toda costa aplastar la comida. Hanna coloco sus manos sobre mi cabeza y me aleje.
-Aleja esas manos de mi gorro. Estas cubierta de comida.
Hanna me aventó una servilleta y se la devolví, olvidándome por un segundo de mis preocupaciones. Me incorpore.
-Mañana le harán una cirugía ocular a Mil-Solté de golpe. Ella me observo.
- ¿Enserio? Eso es grandioso. ¿Hay posibilidades de que vuelva a ver? -Pregunto.
-Por supuesto que sí. Confió en que se recuperara y podrá ver de nuevo. No sabes lo feliz que me hace esa noticia. ¡Imagínatelo!
-Espero que así puedas presentármelo. He oído tanto de él y nada que lo he visto.
-No te preocupes, Hanna. Él tampoco te ha visto a ti -Susurre aquello último, sintiéndome culpable. Ella frunció el ceño, terminando su comida y tomando la basura con sus manos.
-Vámonos ya. Se hace tarde. ¿Qué tal una noche de películas?
-No puedo quedarme mucho tiempo. Tengo que madrugar.
Ella me fulmino con la mirada.
-Solo dos películas. ¡Vamos! Las palomitas me llaman.
-Todo lo que sea comida te llama -Reí y la abracé.
-Pero bueno, ¿por qué no? Necesito des estresarme un poco. Un tiempo de chicas no me caerá nada mal.
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CORAZÓN CIEGO/MILO MANHEIM
Novela JuvenilAmelia una chica que está decidida a encontrar un trabajo de verano por falta de dinero.... En la búsqueda de periódicos tras periódicos encuentra un trabajo de niñera, pero no es un trabajo cualquiera ya que tendrá que cuidar a alguien que tiene su...