|CAPÍTULO 04|

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Me giré y contemplé mejor la casa. Ahora que Camryn no estaba, se sentía muchísimo más espaciosa. Pensé que sería maravilloso vivir en alguna casa cómo está, aunque obviamente yo nunca podría permitirme algo así, a menos que fuera una mafiosa. Mi imaginación era inmensa. Sin embargo, no me habían contratado para que estuviera aquí parada todo el día y observando todo como niño curioso. Respire hondo y decidí buscar a ese tal Milo en su cuarto.
Aunque yo no sabía donde se encontraba.

- Muy inteligente Amelia, muy inteligente- Me dije mientras llevaba un dedo a la boca y comenzaba a morder mi uña. Era uno de los hábitos que había adquirido en la infancia cuando me sentía nerviosa, justo como en estos momentos. Quería encontrar a Milo y hablarle, aunque tampoco podía andar fisgoneando por toda la casa sin que alguien me tachara de ladrona o que se yo, incluso de acosadora.

Camine a través de la planta baja. Conocía unas cuantas partes, pero aún así habían demasiados cuartos —como un hotel—, y cualquiera podría ser el de Milo. Toque una de la puertas en el corredor principal, por debajo de las escaleras. Abrí con cuidado y descubrí que era un baño. Bien, obviamente aquí no era su cuarto. La siguiente puerta era un cuarto pequeño, demasiado para una casa cómo está, me ocurrió que podría ser un cuarto para invitados. Ni siquiera me detuve en el siguiente cuarto. Ahí era el estudio de Camryn, y dudaba que Milo estuviera encerrado ahí.

Cuando termine con esa ala de la casa, fui al otro extremo. Una cocina inmensa que solo me había tocado ver en programas para cocina, otra sala llena de cuadros y esculturas con formas extrañas y la puerta al patio trasero. A este paso me llevaría todo el verano encontrar a Milo. Estupendo.

Mire hacia las escaleras de mármol blanquecino que se encontraban en el vestíbulo. No tenía nada que perder, así que subí lentamente. Lo único que me preocupaba sería el encontrarme a Milo y que este me mirara y pensara que era una especie de ladrona. Caí en la cuenta de mi idea estúpida y comencé a reír, aunque luego me detuve porque era una grosería.

El segundo piso era casi como el primero. Las paredes eran blancas y altas, y había cuadros y columnas alrededor. El piso era de madera y estaba cubierto con una espesa y mullida alfombra roja. Parecía más como un museo que una casa. Lo único que me gustaba, es que solo contaba con cuatro habitaciones, en un pasillo estrecho frente a las escaleras. Más allá, en el ala izquierda había una especie de salón de música, con piano de cola, guitarras acústicas y un precioso violín negro. El ala derecha era una especie de salón de entretenimiento o algo parecido, estaba cubierto de posters de películas viejas y discos de música variada. Me agradaba más la gran pantalla plana que se encontraba en un rincón. Decidí que la aprovecharía más al rato. De vuelta en el pasillo, comencé a mirar en cada uno de los cuartos.  El primero estaba lleno de objetos antiguos y no-tantos, el segundo era un cuarto de mujer, probablemente el de Camryn. El siguiente era...

Un baño.

-Ocupado

-¿Qué demo...

-¡Equivocado! ¡Lo siento!- Grite mientras cerraba con fuerza la puerta y me recargaba en esta. Bien, esto tendría repercusiones en el futuro. Necesitaba un psicólogo. Si, si, aún era virgen y pensaba seguir siéndolo hasta dentro de mucho tiempo. Tampoco había visto un hombre desnudo. Hasta hoy.

Lleve mis manos hacia la cabeza y apreté. Sabía que me estaba comportando como una bebe, pero ¿y qué? Había visto a ese tal Milo bañándose, y no es como si el me pudiera ver a mi. Rápidamente me retracté de haber dicho eso.

-¿Que es todo ese alboroto, Jared?

Lentamente levante la cabeza hacia la persona que hablaba. Me odie por no haberlo hecho antes. Se trataba de un chico, probablemente de mi edad o incluso un poco más grande. Estudie cada una de las facciones de su rostro. Su piel estaba ligeramente bronceada y con pómulos  altos. Me paralice al llegar a sus ojos, que eran más Mieles que la miel misma... Seguí recorriendo con la vista cada centímetro de su cuerpo, intentando memorizarlo para cuando me fuera más útil. Su cabello, que caía alborotadamente hasta un poco más arriba de la altura del mentón, era café oscuro. Su complexión era media, y era mucho más alto que la mayoría de los muchachos que conocía en la ciudad— y de los que conocería en toda mi vida—. Elevó las comisuras de los labios, formando una sonrisa torcida. Parecía divertido de una forma sarcástica. 

-¿Está ahí? ¿Jared?- Pregunto, obviamente refiriéndose a mi. Yo aun seguí en shock.

-Pensé que había oído una voz de mujer. ¿A quien has traído?
-¡Milo!- La puerta detrás de mi se abrió de repente y me golpeó la espalda levemente. Aún así solté un gemido de dolor.

- ¡Oye! ¡Eso duele!- Dije frotando mi espalda.

-¿Quién... quién eres?- Pregunto el chico del baño desconcertado y con la cara roja. Lo más genial es que aún seguía desnudó. Intente mirar hacia otro lado.

- Me llamo Amelia. Vengo para hacerle compañía a Milo- El otro chico de pelo rubio oscuro bufo.

-¿Quien de ustedes es Milo?

- Wow. Hermano, no sabía que estabas tan necesitado como para contratar a alguien que te haga favores- El chico desnudo me miro de arriba hacia abajo. Llévame una ceja y después fruncí el ceño.

-Aunque no está nada mal, eh.

- Cállate Jared. Esta es mi niñera- Contestó el otro sarcástico. Se giró hacia otro lado, rumbo a la habitación a la que yo no había entrado.

- Creo que te ha quedado perfectamente claro quién es quién, ¿no? Mejor no te molestes y ponte a ver la televisión o plantar flores en el jardín. Solo mantente alejada y no tu ni yo salimos perjudicados. ¿Estamos?

Con que ese era el tal Milo. Sarcástico, malhumorado y, horrorosamente sexy. El destino es cruel, señores.

Cerró la puerta tras de él y Jared me lanzó una mirada como diciendo " lo siento mucho por su carácter, pero desafortunadamente él es así." Lo mire fijamente a la cara, intentando no distraerme con su entrepierna y le devolví una mirada de "Gracias, pero desafortunadamente deberías volver a tu ducha."

Le lance una pequeña sonrisa y después me marche allí.

CORAZÓN CIEGO/MILO MANHEIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora