|CAPÍTULO 18|

835 51 3
                                    

Espere a que él dijera algo más. Algo como "Si, yo creo. De hecho, en estos momentos estoy viendo a la mujer de la que estoy enamorado. ¿Tú crees?". Sin embargo, no lo dijo... Y nunca lo diría. Tampoco podría enamorarse de alguien con solo una simple vista. ¿Y por qué? Porque él no podía ver.

¿El marcador? Milo 1, Amelia-20.

Como siempre, yo tan inteligente.

-Oh perdón. Lo siento, yo no me refería a...

-Está bien -Respondió interrumpiéndome, aún divertido. Tenía tan buen humor que ni siquiera se molestó. Ni un poquito. 

-No importa, enserio. Estoy acostumbrado a ese tipo de comentarios. Sobre todo los tuyos.

¿Enserio? ¿Quién era esta persona y qué le había hecho a Milo? Su versión amigable y sonriente sin duda me atraía más.
Estaba mintiendo. Me atraía más la versión húmeda y despeinada de él.
Hormonas.

-Cambiemos de tema -Dijo mientras se zambullía y después salía a la superficie para tomar una bocanada de aire. 

-¿Quieres hacer algo hoy? -Pregunto con esa expresión de calma en su pálido rostro. ¿Me estaba invitando a salir? ¿A mí? Sin duda esto era un sueño.

-Si, claro -Respondí emocionada por la idea de pasar toda la tarde juntos. Mi corazón se hinchaba de felicidad.

- ¿Iremos solos?

-Umm... No exactamente -Respondió un poco nervioso. Lo mire.

- Es en casa de Jared. Digamos que hará una especie de... reunión o algo parecido -Dijo lanzando miradas cortas hacía el cielo azul. Frunció el ceño. 

-Habrá muchísima gente del instituto y no quiero ir solo. Así que, ¿Qué mejor que llevar a tu niñera como acompañante?

Me reí por la idea de estar tras de él durante toda la fiesta, cuidándolo de no tropezarse o algo parecido.

-Bien. Entonces me vestiré decente -Le dije mientras me levantaba del suelo empapado y sacudía mis pies del agua.

- Iré adentro, ¿está bien? Grita si me necesitas.

Comencé a caminar dentro de la casa, Milo me llamo.

-¡Amelia! ¡Espera! -Me gire hacía él y le respondí con un "¿qué pasa?"

- ¿Podrías ayudarme a salir de la alberca? ¡Alguien olvido poner las escaleras y estoy atrapado aquí!

- ¡Vale! ¡Ya voy! - Le dije mientras corría a su lado. Me arrodille a escasos centímetros de donde se encontraba y le tendí una mano. El la sujeto.

-Estas muy pesado -Le dije. El levanto una ceja.

-A la cuenta de tres. ¿Bien? -Asintió.

-Uno, dos, t....

Maldita la fuerza de gravedad que me arrastro hacía dentro de la piscina. Impacte duro contra el agua y me hundí en segundos. Estaba realmente profunda. Después recordé que yo no sabía nadar, solo flotar. Pero mi cuerpo, aún en shock, no podía hacer nada más que patalear y pelear por aire.

Abrí los ojos, aunque el cloro de la alberca me irritaba y me daba más dolor de cabeza. Un metro me separaba de la superficie. Trague agua y sentí como si mi cabeza comenzara a incendiarse. Seguí pataleando y moviendo los brazos, inútilmente. Entonces, para mi fortuna, unos brazos me jalaron y me llevaron hacía arriba.

Timothée me apretó contra su pecho y después comenzó a maldecir. No podía tenderme sobre el piso, ya que ni siquiera él podía salir de la alberca. Me llevo hacía un rincón y puso mis brazos en cada extremo de la esquina. Yo seguía pataleando.

—Cálmate. Respira profundo —Dijo él con un tono de voz que demostraba preocupación y nerviosismo— Vamos, no tragaste tanta agua. Respira.

Yo sabía que no había tragado tanta agua, ¿okay? Es solo que la cercanía de su cuerpo contra el mío me hacía hiperventilar. Nuestras piernas estaban entrelazadas por debajo del agua y su aliento frío chocaba contra mis mejillas sonrojadas. Quería besarlo ahí mismo. Entonces recordé que había estado a punto de ahogarme y el simplemente me había rescatado.

Milo me apretó contra su pecho y después comenzó a maldecir. No podía tenderme sobre el piso, ya que ni siquiera él podía salir de la alberca. Me llevo hacía un rincón y puso mis brazos en cada extremo de la esquina. Yo seguía pataleando.

-Cálmate. Respira profundo -Dijo él con un tono de voz que demostraba preocupación y nerviosismo

- Vamos, no tragaste tanta agua. Respira.

Yo sabía que no había tragado tanta agua, ¿okay? Es solo que la cercanía de su cuerpo contra el mío me hacía hiperventilar. Nuestras piernas estaban entrelazadas por debajo del agua y su aliento frío chocaba contra mis mejillas sonrojadas. Quería besarlo ahí mismo. Entonces recordé que había estado a punto de ahogarme y el simplemente me había rescatado.

Sin pensarlo dos veces, me lance sobre él y lo envolví en un fuerte abrazo de oso acuático. Él se quedó paralizado por unos segundos y después me devolvió el gesto, colocando sus manos sobre mi espalda y apoyando la cabeza sobre mi hombro.

- Gracias. -Dije finalmente después de dos minutos.

-De nada, Amelia- Dijo el sonriéndome. Mire directo hacía sus labios y reprimí el agresivo impulso de comérselos a mordidas. Me mordí el labio inferior. 

-Para eso estamos los amigos, ¿o no?

Después, dejándome aferrada de la esquina, se hundió dentro del agua, llevándose mi corazón junto con él.

CORAZÓN CIEGO/MILO MANHEIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora