Capítulo 15.

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Estuve apretando los brazos de Ivan hasta que ya no se escuchó más nada proveniente de los pasillos.

—Por fin. —Suspiré.

Me alejé levemente de él e intenté abrir la puerta.

¡No se abre!

Volví a intentarlo, pero no pasó nada.

Miré a Ivan asustada.

—Correte. —Me empujó levemente.

Un intento tras otro y no pasó nada.

—Ay, no me la contes, Ivan —lloriquee —. Me va a bajar la presión. —Abanique mi cara con mis manos.

—La puta madre. —Apoyó su frente en la puerta rendido.

—¿Y ahora que vamos a hacer? —Volví a rodear los músculos de uno sus brazos con ambas manos.

Cerré los ojos y respiré hondo mientras apretaba su brazo como si fuera un juguete anti estrés.

—Cálmate —pidió Ivan intentando alejarse de mí.

—Es todo tu culpa, Ivan, no me podes exigir nada —susurré apoyando mi frente en su hombro —. Nos vamos a morir por falta de oxígeno —concluí al borde del colapso.

—Te van a venir a buscar —aseguró.

—Nos van a venir a buscar —corregí.

—Es más probable que se den cuenta que vos no estás —concluyó.

—Tengo una sola amiga, Ivan, tenemos las mismas probabilidades de que nos vengan a buscar —comuniqué.

—Deja de decir mi nombre a cada rato —exigió.

—¿Para que tenes un nombre si no querés que lo usen? —repliqué.

—No quiero que vos lo uses —aclaró.

¿Qué le pasa a este pibe?

Me alejé de su cuerpo y procedí a agacharme para abrazar mis piernas.

Yo puedo, yo puedo.

Justo se me ocurrió salir sin mi cartera, o sea que no tengo como comunicarme con Pilar o mi papá.

¿Es normal que cada vez sienta que las paredes se cierran más?

Intenté concentrarme en otra cosa.

Miré mis Dunk low rosas e ignoré que mi pollera cargo cremita debe estar completamente negra por la mugre.

¿Algo más?

El tierno estornudo de Ivan hizo que lo mire.

Apreté mis labios evitando decirle salud.

Lo último que quiero es ser amable con este ridículo.

Me tomé el tiempo para escanear su vestimenta.

Ojalá todos se vistieran igual de bien que él.

Se removió incómodo en su lugar percatandose de mi inspección.

No pienso tener compasión por él.

Lo seguí observando aburrida parando en su mandíbula marcada.

—Basta, Emilia —demandó.

—No digas mi nombre, hijo de puta —dije con desprecio.

—¿Cómo me dijiste? —Me miró molesto.

—¿Sos sordo? —Le devolví la mirada.

—¿Por qué me tuve que quedar acá justo con vos? —reclamó.

Una leve punzada invadió mi pecho.

¿Tan mala soy?

¿Todas las personas me desprecian de la misma forma?

—Vos no sos la mejor compañía que digamos —murmuré.

—Por lo menos yo lo acepto, no como vos que sos una acomplejada de mierda —finalizó.

Acomplejada de mierda.

—Cerra el orto, el acomplejado serás vos con tus videitos que dan cáncer —insulté —. Si no te hubiera ayudado nada de esto estaría pasando. —Me levanté del piso —. Encima que sos un malagradecido de mierda, quien te entiende —mascullé.

Maldito sea el día que te encontré siendo golpeado, Ivan.

—¿Yo te pedí que me ayudes? —inquirió con molestia —. Me parece que no, vos sos la loca que se arrastra atrás mio desde ese día y no me deja tranquilo, no sé de qué te quejas —argumentó.

—¡Ay! —pegué un pequeño grito —. Te odio, Ivan Buhajeruk, ojalá nunca te hubiera conocido. —Apreté mis puños con rabia.

—Ojalá Pilar se aleje de alguien como vos ¿no te das cuenta que sos mala para ella? Sos una egoísta —declaró.

Levanté mi mano lista para pegarle un cachetazo, pero la puerta se abrió.

Salí del lugar sin siquiera mirar a la persona que nos salvó.

Fui directo al baño y me encerré en el primer cubículo que vi.

Cubrí mi cara con mis manos y las lágrimas no tardaron en salir.

Él tiene razón.

Yo sé que soy una egoísta de mierda que no deja ser feliz a su amiga.

¿Qué se supone que tengo que hacer?

¿Quedarme sola el resto de mi vida?

(...)

Hoy falté al colegio por primera vez.

No me vi con la suficiente fuerza para ir y enfrentarme al mundo cruel.

Levanté mi mano queriendo tocar el cielo que dibujé en el techo de mi habitación.

Me gustaría nacer de nuevo y volver a empezar.

¿Es eso posible?

Mi celular volvió a vibrar mostrando el nombre de Pilar en la pantalla.

Si yo no soy buena para ella ¿por qué me sigue buscando?

La casilla de mensajes de voz sonó.

Con curiosidad agarré el celular y lo reproduci.

—Emi, amiga —la voz alicaída de Pilar inundó mi habitación —. Ivan me contó lo que pasó ayer, él se confundió y no lo hizo con malas intenciones. Los dos estuvieron mal y se dijeron cosas que no venían al caso, espero que lo puedas perdonar...

Apagué el celular sin terminar de escuchar el mensaje.

Solamente esta excusando a su nuevo amigo. Nunca dijo que lo que salió de los labios de Ivan era erróneo.

Estiré mi pelo hacia atrás frustrada.

Mi vida esta volviendo a ser lo que era antes. Estoy volviendo a caer en el pozo del que mi papá se esforzó en sacarme.

Perdón, papá.

Bullying; Spreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora