Capítulo 31.

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Fuimos a una mesa e hicimos nuestro pedido.

Definitivamente este lugar entra en el top de mejores cafeterías que conozco.

La presencia de Ivan lo hace mil veces mejor.

Sus dedos acariciaron mi mano delicadamente.

—¿Cuál es tu comida favorita? —comencé mi cuestionario.

Es la primera vez que me importan esos datos que siempre creí irrelevantes.

—Pastas —concluyó después de unos segundos —. ¿La tuya?

—Mm... —pensé —. No sé, cualquier cosa que cocine mi papá. —Asentí convencida.

Él sonrió y arrastró su dedo por la palma de mi mano.

Me removi en mi lugar sin creer que ese simple toque me puso nerviosa.

—Se nota que se quieren mucho —comentó.

—Si, tuvo que aceptar y superar muchas cosas por mí, siempre se esfuerza para darme lo mejor —conté —. ¿Y los tuyos como son? —pregunté interesada.

Recuerdo que una vez mencionó a su mamá.

Ivan me contó un poco acerca de ellos y yo le conté acerca de los míos.

Intercambiamos anécdotas de nuestra infancia y cualquier pelotudes que se nos ocurría en el momento.

—¿Quién te dijo? —Lo miré con desconfianza cuando paramos en frente del Museo de Bellas Artes.

Siempre quise venir, pero como a Pili no le gusta no la quería obligar.

—Puede ser que haya hablado con Victor —dijo mientras estacionaba el auto.

¿Se tomó el tiempo para hablar con mi papá de mis gustos?

Bajamos del auto y caminamos hasta la entrada.

—¿A vos te gusta? —consulté ansiosa.

—Esta piola para conocer cosas nuevas —comentó.

—Este mes estan las obras de Picasso. —Tomé su mano con emoción.

Narra Ivan Buhai.

Ver a Emilia contarme lo que sabe acerca de las obras tan emocionada me hace sentir muy bien.

—Ay, esta la vi en un documental... —Contó mirándome con sus ojos brillantes.

¿Por qué todavía no me besó?

Desde que la vi estuve esperando con ansias el beso, pero no sucedió.

¿Será que se dio cuenta que nunca toqué a una mujer en mi vida? Igual no es algo muy difícil de averiguar.

Capaz se arrepintió de haberlo hecho y no encuentra la forma de decirme que no se vuelva a repetir.

¿Habré sido demasiado torpe?

—¿Ivan? —preguntó Emilia sacándome de mis pensamientos.

—¿Qué? —balbucee.

—¿En qué pensas? —Sonrió cómplice.

—En nada. —Volví a mirar la pintura.

—¿Seguro? —Acarició mi mano con su pulgar.

Suspiré rendido.

—¿Yo te...? —empecé a decir, pero no me animé a continuar.

—Vos me... —me alentó a seguir.

—¿Te... gusto? —Relami mis labios nervioso.

No la quiero cagar.

No quiero que Emilia se aleje de mi por haber confundido las cosas.

Ella sonrió admirando mi cara.

—¿No es obvio? —consultó —. Me gustas mucho, Ivan.

Mi pecho se relajó.

—Vos también me gustas, Emi —susurré.

Pude apreciar como ella se paró sobre las puntas de sus pies para acercar su cara a la mía.

—Entonces puedo hacer esto ¿no? —consultó en voz baja.

—Podes. —Asentí embobado.

Sentí sus suaves labios sobre los míos dándome el beso que tanto desee.

Subí mi mano hasta su mejilla y la posé ahí con suavidad.

Te quiero, Emilia.

Narra Emilia.

Seguimos haciendo el recorrido hasta observar la última pintura y bajamos al primer piso para ir a la salida.

—Acá el duko grabó un video clip —informó Ivan cuando pasamos en frente de una escultura.

—¿Posta? —me hice la interesada.

No escucho el duko.

El noventa por ciento de las canciones que escucho son en inglés, pero no le quería cagar la emoción a Ivan.

—Después te muestro el tema. —Sonrió.

—¿Querés quedarte en mi casa? —Lo miré emocionada —. Pijamada de dos.

Ivan apretó mi mano.

—¿Si? —preguntó con duda.

—Vamos a hacer lo mismo de siempre —lo tranquilicé.

—Tengo que buscar mis cosas primero —aceptó.

—Te acompaño.

Salimos del museo y fuimos a su auto.

En el viaje nos la pasamos hablando de las pinturas que más llamaron nuestra atención.

—Es acá —informó cuando paramos en frente de una casa moderna.

¿Será arquitecto su papá? La estructura es diferente, pero hermosa.

—¿Están tus papás? —cuestioné.

—Seguro que si, ¿te incomoda? —Me miró con calma.

—No, tranqui. —Bajé el espejo del auto para ver si mi cara y pelo estan bien.

Ivan se rió por lo bajo.

—Estas hermosa —aseguró tomándome desprevenida.

—¿Eh? —Lo miré con las mejillas ardiendo.

Es la primera vez que un chabon me hace sonrojar.

Un leve color empezó a tintar las mejillas de Ivan al observar mi rostro. Desvió la mirada y pellizcó el puente de su nariz con nervios.

—Nada —susurró.

Comprensiva, arrastré mi mano hasta la suya, llamando su atención.

Mi mirada paró en sus ojos deslumbrantes, que me miraban como si estuvieran observando la cosa más importante y bella de la tierra.

Mi pecho se contrajo mostrándome un sentimiento desconocido.

Mostrándome que soy una persona que aún tiene mucho que descubrir.

Ivan es el detonante en cada nuevo sentimiento.

Acerqué mi rostro para dejar un suave y delicado beso en sus labios rosados. Tuve que apoyar mi mano en su pierna para no caerme.

Me separé unos centímetros para admirarlo de cerca.

Ivan se esta convirtiendo en mi obra de arte favorita.

El pelinegro volvió a acortar levemente la distancia para acariciar mi nariz con la suya.

Mi agarre en su pierna se intensificó por la reciente ola de emociones.

Tengo mucho miedo.

¿Es normal que sienta todas estas cosas?

Bullying; Spreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora