Capítulo 37.

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(...)

—Hola. —Sacudí mis pompones rojos en la cara de Ivan.

Hoy hay un partido así que tuve que venir con mi uniforme de porrista.

—Hola. —Ivan apoyó sus manos en mi cintura y me dio y pico.

Ya se anima a besarme. Lamentablemente tuvo que aprender por las malas.

—¿Me vas a ir a ver? —Lo miré ilusionada.

—Obvio —afirmó.

—¿A mi también? —Pilar me empujó levemente.

Resoplé.

—Que te vaya a ver tu novio —indiqué.

—Obviamente me va a ir a ver, pero mi amigo Ivo también ¿no? —Sonrió.

Noté que tiene la necesidad de ser el centro de atención.

—Ivan solamente tiene ojos para mi. —Agarré al pelinegro de la cara y lo besé a la fuerza.

—Que gobernado —susurró Pili burlona y fue a abrazar a su novio.

Ivan pellizcó mi cintura para que me separé.

—¿Qué? —Bufé.

Él me observó con una sonrisa en sus labios.

—Sos mala —susurró.

—A vos te encanta —discutí.

—Tenes razón. —Me abrazó.

—¿Las chicas habrán practicado? —Pilar se quejó.

—Si la cagan, las voy a matar a todas —aclaré.

—El último ensayo fue un desastre. —Suspiró —. Vamos a ver que onda. —Entrelazó nuestros brazos y me llevó al campus.

En definitiva, volvió a ser un desastre.

—Saquemos esa parte —decidí cuando vi que claramente no eran capaces de concretar la coreografía.

—¿Qué? ¡me estuve esforzando mucho! —una integrante del grupo se quejó.

—Emi sabe lo que hace —aseguró Pili confiada.

—Vamos a simplificar un poco esto. —Suspiré cansada.

Los cambios funcionaron para que no quedemos en ridículo en frente de toda la escuela.

Todas las chicas se metieron a bañar después del partido y yo me quedé para asegurarme de que todo este en orden.

—Hijas de puta —murmuré por lo bajo mientras levantaba los pompones y moños del piso.

Se hacen las finas, pero son una más negra que la otra.

Ay no, yo nunca uso la palabra "negra".

—Hola —la voz grave de Facundo me sacó de mis pensamientos.

Me quejé y tiré todos los pompones en el canasto.

Mientras me daba la vuelta miré disimuladamente las gradas para ver si Ivan sigue ahí.

Cuando mis ojos pararon en él me regaló una sonrisa de oreja a oreja.

Se la devolví levemente y me centre en la persona que tengo en frente.

—¿Qué? —pregunté sin una pizca de delicadeza.

Facundo levantó las manos inocente.

—Tranquila. —Sonrió —. No te vengo a molestar, sé que me porte como un boludo este tiempo —explicó con su voz calmada.

Bullying; Spreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora