Capítulo 33.

4.5K 432 364
                                    

(...)

—¿Por qué tardaste tanto para volver a buscarme? —cuestioné mientras caminábamos a la boleteria.

—No quería ser pesado. —Rosopló.

—No sos pesado, Ivan —aseguré entrelazando nuestras manos —. Te extrañé un poquito.

—¿Un poquito nomas? —Me miró desconfiado haciéndome sonreír.

—¿Qué más querés? —Levanté las cejas.

—Quiero ser mucho más que un poquito —recalcó.

—Ganatelo.

¿Será que esta vez él me va a besar? Con eso sumaría puntos.

Me analizó unos segundos y volvió su vista al frente.

—Que mina complicada —dijo por lo bajo.

—¡Ey! —me quejé.

Compramos dos pulseras y entramos al parque.

No sé que tan buena idea es venir en pleno invierno. Por lo menos no está explotado de gente.

—¡Una manzana! —Miré encandilada la manzana bañada de caramelo rojo y cubierta de pochoclos.

Ivan sonrió y me guió hasta el carrito.

—Hola, ¿me da una, por favor? —pidió mientras yo daba saltitos emocionada a su lado.

—Claro, joven ¿es para su novia? —El hombre sonrió con amabilidad.

—Eh, si —respondió Ivan para ahorrarse las explicaciones.

Pagó y agarró la manzana para después dármela.

—Gracias. —Me paré de puntitas para darle un beso fugaz.

Caminamos con tranquilidad mientras yo comía la manzana y charlábamos de boludeces.

—¿Querés? —Acerqué la manzana a su boca.

Ivan agachó levemente su cabeza para morderla, pero algo nos interrumpió.

—¡Chicos! —Rodrigo nos abrazo efusivo —. ¿Qué hacen acá? Los extrañé un montón —lloriqueó —. Me re abandonaron, pensé que no querían ser más mis amigos.

—Le pegaste hermano —Ivan lo jodió.

—¿¡Qué!? —El enano nos miró asustado.

—Es mentira, Rodri, ¿cómo vamos a hacer eso? —Arrugué la nariz falsamente.

—Ah, me había asustado. —Se tocó el pecho.

—¡Hola! —Pilar nos saludó —. Que casualidad. —Sonrió.

—Te dije que iba a venir para acá —avisó Ivan obvio.

—Ah, cierto, me había re olvidado. —Se rió y ahí fue cuando comprendí que era mentira.

Vino de chusma para ver que hacemos Ivan y yo.

—Se vuelven a las salidas de cuatro —canturree intentando encontrarle el lado bueno a la situación.

—Totalmente, se olvidaron que existimos, parece. —Pilar sonrió falsamente.

Como odio conocerla tanto.

—Perdón, igual ustedes tampoco no nos invitaron a hacer nada —discutió Ivan.

—Yo dejé que hagan la suya —comentó Rodrigo.

Se que todo lo que viene de él lo hace sin malas intensiones.

—Tranqui, Rodri. —Rodee sus hombros con mi brazo.

—Apa, que cariñosa andamos, ¿pasaron muchas cosas con mi hermano Ivan? —indagó.

—Queti.

No nos pudimos despegar de ellos en toda la tarde. Igualmente la pasamos bien, aunque sin demostrar mucho afecto cariñoso.

Eso me hizo darme cuenta de lo toquetona y pegajosa que me volví por la culpa de Ivan.

—¿Les decimos? —susurró Ivan mientras subíamos las escaleras de camino a mi habitación.

—¿Qué les querés decir? —cuestioné en el mismo tono.

—No sé, algo para que te pueda abrazar tranquilo —se sinceriso.

Sonreí conforme de saber que él también extrañó mi piel.

—Bueno, dale —acepté —. Pero lo decis vos. —Corrí hasta entrar a mi pieza sin darle tiempo a discutir.

—¿Entonces se dan besos y to'a la paranoia? —preguntó Rodrigo impactado después se escuchar lo que dijo Ivan.

Me reí por la referencia.

—Si, hermano. —Apoyé mi mano en su hombro y le di un leve apretón.

—Pero es un nene todavía —lloriqueo como una madre.

—No soy un nene —reclamó Ivan enojado.

—Típica contestación de nene —habló Pilar —. Si es lo que ustedes quieren, yo los banco. —Sonrió intentando autoconvencerse.

—¿Pero? —pregunté conociendo a mi amiga.

—No quiero que todo se vaya a la mierda por esto —admitió al borde de las lágrimas.

—Es lo mismo que vos con Rodrigo —explicó Ivan.

—No es lo mismo —su voz salió rota —. No importa cuanto intente convencerme, se que no es lo mismo. —Limpió una de las lágrimas que se le escapó —. Las cosas con Emilia nunca van a ser iguales.

Fruncí mi ceño ofendida.

¿Nadie confía en que puedo cambiar?

Se que no es un cambio de la noche a la mañana, pero me estoy esforzando para que suceda.

Mi terapeuta dice que ve más avances que nunca.

¿Por qué nadie más los ve?

—¿Por qué hablas así de ella? —preguntó Ivan a la defensiva —. Emilia siempre se está esforzando por mejorar y no me importa lo que pase si ella lo esta intentando —aseguró.

Esas palabras entraron en mi pecho como lo hacen las de mi papá.

Levanté la mirada hacia Ivan.

Es como un Ángel.

—Todos tienen el derecho de amar, yo los banco. —Rodrigo nos enseñó su dedo pulgar.

—No la conocen como yo —susurró Pilar.

—Lo voy a dar todo por ustedes, confía en mi una vez ¿si, Pili? —pregunté con ilusión.

Ella estudió mis ojos unos largos segundos.

—Voy a intentar confiar en vos. —Suspiró.

—Por algo se empieza. —Asentí.

—¡Vivan los novios! —gritó Rodrigo.

—No somos novios estúpido. —Lo golpeé.

—¿Y tú papá sabe? —consultó interesada Pilar.

—¿Qué se supone que le voy a decir? Pa, me estoy comiendo a Ivan —recree la escena con voz de boluda.

—Capaz si soy tu viejo lo voy a buscar al virgen ese y lo re cago a palos —Rodrigo me entendió.

—Mi viejo nunca diría eso —aclaré.

—Tenes razón, capaz te firma los papeles de casamiento ahí nomas. —El ojiverde se rió.

—Ojalá —balbuceo Ivan casi inaudible.

—Ahh, bueenoo —exclamó su amigo impactado.

Sonreí y apoyé mi cabeza en el hombro de Ivan mientras charlábamos entre los cuatro.

Bullying; Spreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora