Capítulo 3.

5.5K 438 249
                                    

(...)

Se supone que quede con mi papá en que hoy le iba a preguntar al chiquito este como estaba.

Ni siquiera se su nombre.

Leí el mensaje de Pilar y fui hasta donde ella estaba.

—Que onda. —La saludé con dos besos.

—Emi, no sabes, ¿viste el chico que te empujó ayer?, bueno es Ivan Buhajeruk, el que jugaba ese jueguito con vos en tu época más nefasta —me recordó.

¿Él qué jugaba minecraft conmigo?

¿O mejor dicho el pendejo de mierda que siempre me mataba en los pvps?

—Mi bronca con ese chabon ya es personal —aseguré para mí.

—Tuvo su re glow up, ahora es un hombre todo hermoso. —Suspiró ensoñada.

—Me parece que se te cae la baba, amiga —me burlé.

—Cállate. —Se rió —. Ayer no lo vi más, ¿dónde andará metido? —consultó mirando a su alrededor.

—Anda a saber. —Le quité importancia.

¿Él sabrá que yo soy la niña a la que le quitó sus sueños de ser gamer profesional de minecraft?

Caminamos hasta nuestro salón entre charlas y chismes.

Algo que me encanta de Pilar es que nunca se queda sin cosas para contarme.

Tuvimos otro día de presentaciones sin nada interesante. Ni siquiera me crucé al chico este. No es como si lo quisiera ver tampoco, pero ¿seguirá vivo?

Salimos del colegio y me despedí de Pilar.

Fruncí los labios mientras buscaba en el estacionamiento mi auto.

Me olvidé donde lo dejé.

Soy la peor madre del mundo.

Apreté el botón de abrir y cerrar varias veces para encontrarlo.

Fui directo a mi Mercedes negro cuando lo encontré.

En el camino pude verlo a Ivan.

Estaba hablando animadamente con un chico más bajo y puedo asegurar que no me lo imaginaba sonreír de forma tan genuina.

Una leve sonrisa pintó mis labios al saber que esta bien.

Al parecer su amigo castaño se dio cuenta y le señaló con la cabeza hacia donde estaba yo.

Borré la sonrisa y seguí mi camino.

Parezco una acosadora loca.

Sentí su mirada a mis espaldas y sin darme vuelta abrí la puerta de mi auto y me subí.

Ahora es cuando por los nervios le doy marcha atrás y choco.

Arranqué y después de respirar hondo salí del estacionamiento con tranquilidad.

Mi casa no queda extremadamente lejos, son veinte minutos en auto sin tráfico, pero tomarme un colectivo no es una opción y caminar abajo de los rayos del sol menos.

(...)

Al día siguiente, al bajar de mi auto, me lo volví a encontrar.

Esta vez está prácticamente al lado mío así que no puedo salir corriendo.

—Buenos días. —Lo saludé con una sonrisa.

Le digo buenos días aunque son las doce del medio día, no pasa nada.

Bullying; Spreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora