Capítulo 3: Regreso

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El pensar en una persona de la cual no conozco nada más allá de su cuerpo es algo que no debería hacer, no cuando se supone sólo existe un trato de cliente y "vendedor"

La señora Paulina ha dicho que no puedo confundir la situación con algo más, pues en realidad el obsesionarme con un cliente sólo me traería problemas, además seguramente una vez se aburra del mismo servicio, buscará otro.

Eso es lo que todos hacen, los clientes siempre prueban la mercancía y todas tienen claro que no se pueden enamorar.

Es algo prohibido y yo también lo sé, no puedo pensar en el Coronel más de la cuenta, de hecho, como han pasado 12 días, asumí que él ya no regresaría y que todo quedaría como un recuerdo.

Yo estaba trabajando como de costumbre hasta ahora, obviamente no me he acostado con ningún otro cliente, ya que no llaman mi atención del modo en el que lo hizo el Coronel.

Sigo usando el mismo modo que siempre para sacarles dinero, les coqueteo, los hago beber y luego los llevo al cuarto donde beben un poco más antes de caer dormidos.

El que me paguen con anticipación es realmente importante para tipos como ellos, así de ese modo puedo irme sin problemas y buscar a otro cliente.

Hoy me sentía un poco cansado, al despertar al mediodía mis compañeras me invitaron a visitar los puestos de mercaderes en busca de un nuevo vestido para Alicia, ella buscaba algo más normal, no era para el trabajo, así que Julieta y yo la acompañamos.

Como no sabían si irían a otro lugar, me sugirieron vestirme como ellas, aunque el utilizar vestidos "decentes" es más incómodo que utilizar la clase de vestuarios que normalmente me pongo para trabajar.

Si deseaba ir con ellas y pasar desapercibido entre la multitud de mujeres, o bien, en caso de querer comprar algo para el trabajo, debía ponerme un vestido similar al de ellas.

El que me puse era un vestido largo de color crema con un corset de color negro, este no estaba tan apretado, aunque daba aquella forma que usualmente a las mujeres les encanta, como la de un reloj de arena.

El que me puse era un vestido largo de color crema con un corset de color negro, este no estaba tan apretado, aunque daba aquella forma que usualmente a las mujeres les encanta, como la de un reloj de arena

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Mis hombros quedaban al descubierto, formando una especia de media luna donde usualmente las mujeres muestran su pecho, sin embargo, como no tengo, no me importaba este diseño.

Como el vestido tiene un poco de volumen, aproveché de ponerme unos zapatos cómodos, algo que mis compañeras no hicieron, ya que deseaban verse más altas.

—Espero tengan mi vestido— comentó Alicia con emoción en su tono de voz, casi saltando de alegría.

—¿Y si ves uno más hermoso? —le preguntó Julieta— la otra vez que vinimos, terminaste eligiendo este, pero te recuerdo que deseabas otro.

—Es cierto, sólo por eso no compraste nada— mencioné.

—No, el vestido que deseo me lo traeré aun si me gusta otro— nos trataba de convencer, pero Julieta y yo nos miramos a los ojos sabiendo que no sería así.

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