Capítulo 25

431 47 10
                                    

Me hace sentir un poco raro llegar al pueblo donde lógicamente la gente nos miraba como si fuésemos diferentes a ellos, nos atendían de un modo amable y los mercaderes solían mencionar en repetidas veces "Una señora como usted" o "Alguien de su posición necesita..."

No me gusta, siento que nos tratan diferente y nos cobran más caro sólo por ser "gente de alto nivel" y aquellas palabras amigables, pierden su valor gracias a sus miradas juzgadoras cuando no les compramos.

Desconocía que me podría sentir tan agobiado sólo por hacer las compras, en la zona donde anteriormente vivía la gente no era así, o bien nunca fueron así conmigo. Puede ser que se deba a mi anterior vestuario, quizás ellos sean más amables con gente de "su posición"

El mercado era grande, había mucha gente vendiendo toda clase de cosas, aunque no compramos todo lo que buscaba, a pesar de tener todo lo que quería.

Cuándo notaba que la persona era amable sólo para sacarnos dinero, prefería simplemente decir "Gracias" para seguido alejarme, ¿será que mi vestido es el problema? No considero que sea uno tan extravagante, pero quizás ellos me están juzgando sólo por ello.

Como me sentía incómodo, tomé la mano de mi esposo para poder buscar entre aquellas tiendas un sitio donde poder comprar todo lo que me faltaba.

Mientras caminaba, no pude evitar dejar escapar un suspiro cansado, sintiéndome mal por no poder tener lo que yo deseaba.

—¿Estás bien? —preguntó buscando mis ojos.

—Sí, no te preocupes— respondí desanimado.

—Amor, no necesitas rechazar todos los precios, si estás cansado compra donde quieras, sabes que puedo pagarlo— me decía inocentemente, creyendo que mi problema eran los precios.

—No se trata de eso, sé que puedes hacerlo, pero los productos que ofrecen no valen lo que cobran— me quejé— creo que me sale más a cuenta comprar semillas y plantar todo yo mismo.

—Bueno, tienes bastante espacio— mencionó riendo.

—Y luego me pondré una tienda donde venderé todo a un precio mucho más razonable— comenté bromeando.

—No me parece una mala idea, tendrías algo con lo que entretenerte.

—Solo bromeaba...—dije preocupado de que él lo dijese en serio.

—¿Pero no te gustaría hacer algo más allá de atender el hogar? Yo podría ayudarte, buscar personal para trabajar las tierras y así podrías tener una tienda en el pueblo, no atenderías sólo los sábados como estos mercaderes, sino que estarías en un puesto fijo, con algo más elaborado que una simple mesa con un mantel— me proponía.

—Creo que deberíamos pensarlo con más calma— mencioné con una sonrisa, sintiéndome emocionado por la idea, pero no quería hacer todo a la ligera, deseaba pensar correctamente en lo que deseaba hacer.

—O una tienda de pasteles— sugería riendo.

—No sé hacer pasteles, sólo sé hacer tartas— le mencioné sin pensar que eso lo haría mirarme con mayor interés.

—Quiero probar una, ¿qué necesitas para hacerlo?

—Depende de lo que quieras, hay tartas de manzana, de durazno, chocolate, también puede ser una tartaleta de frutas, suelen llevar durazno, piña, uvas y a veces fresas o lo que quieras.

—Esa suena bien— habló alguien por detrás de nosotros, por lo que inmediatamente nos giramos.

—Que agradable sorpresa— mencionó mi esposo, estrechando la mano del señor Patrick Suleman, aquel joven padrastro que parecía el hermano mayor de su hijastro.

De AlquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora