Capítulo 52

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El cuerpo aparentemente sin vida del príncipe fue llevado hasta la base donde él descansaba, mientras todo el mundo, tanto extranjeros como los ciudadanos de su reino, se agrupaban alrededor de su tienda, donde un médico entró bajo órdenes del Coronel.

Axe fue quién lo llevó hasta su cama, siendo guiado mientras los gritos y el pánico se apoderaba de todos.

Su vestimenta y sus manos estaban cubiertas con la sangre de su esposo, aun cuando antes decía que esto le daría satisfacción, ahora lo llenaba de preocupación y angustia, temiendo que Haize ya no despertara.

—Sal de aquí— le ordenó Conrad apretando los dientes debido a lo enfadado que se sentía.

—No me iré— le aseguró Axe, viendo como el médico quitaba la espada, logrando que la sangre saliera por montones.

—¡Lárgate ahora! —le gritó— ¿acaso no era esto lo que querías? ¡Tú lo pusiste en este lugar!

—¡Ya lo sé! —le gritó de regreso, sintiéndose culpable por haber conseguido todo esto— aún así no lo dejaré...— añadió poniéndose de rodillas al otro extremo de la cama, quedando frente al nervioso doctor que trataba de detener el sangrado.

Axe sostuvo la mano izquierda de Haize, viéndolo entre lágrimas, sabiendo perfectamente que ahora mismo su vida dependía de aquel hombre desconocido que estaba sudando a mares debido a la situación.

El doctor sabía que su vida podría correr peligro, ahora mismo tenía que intentar hacer todo lo posible para cerrar el corte que la espada dejó, mencionando con voz temblorosa que necesitaba ayuda.

Necesitaba que alguien presionará la herida de la espalda, mientras que el otro debía sostener una lámpara de aceite con la que estaba buscando daños internos.

Haize no reaccionaba aun cuando el dolor era terrible, este estaba inconsciente, siendo incapaz de escuchar o sentir dolor.

Cada minuto que pasaba era crucial, ahora no era momento de buscar culpables, sino que estaban los 3 tratando de hacer lo posible para que el príncipe estuviera bien.

Al mismo tiempo, los soldados de ambos bandos se acomodaban todos en el mismo lugar, manteniendo la paz hasta que recibieran nuevas órdenes.

¿Por qué el príncipe se sacrificó por ellos?

Eso es lo que se preguntaban todos los soldados de su reino, quienes no habían podido escuchar todas las interacciones que el príncipe había tenido con aquellos extranjeros.

Por supuesto que, al mismo tiempo en el que el príncipe estaba siendo tratado, un mensajero de la reina corrió de regreso al castillo, esperando poder avisarle dentro de los siguientes días lo que había ocurrido.

El médico pasó largas horas trabajando en la herida del príncipe, logrando cerrar ambos extremos mientras sus manos temblorosas y cansadas tomaban el pulso del príncipe.

—Su pulso es débil, pero sigue con vida— anunció mientras observaba con preocupación la enorme cantidad de sangre que tenían las sábanas.

—Mantente cerca, el príncipe no puede morir— le ordenó Conrad— ¿Si lo llevamos al castillo...?

—No— lo interrumpió rápidamente, viéndolo con preocupación— ahora mismo el príncipe no debe moverse, sus heridas podrían abrirse y con toda la sangre que ha perdido, eso sería crucial para su vida.

—Está bien, se mantendrá aquí— accedió, viendo con atención como Axe tomaba entre sus manos la mano de Haize, sintiéndose enfadado, pero sabía que debía medir sus palabras.

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