Capítulo 49: Primavera

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La mañana estaba tranquila, al nada más despertar supe que Axe estaba despierto gracias a que la chimenea estaba encendida, lo que evidenciaba que seguramente se levantó, hizo fuego y regresó a mi lado para abrazarme por la espalda, manteniéndome a la orilla de la cama mientras él tenía la mayor proporción de esta.

Sus dedos acariciaban mi cabello con dulzuras, no sé cuánto tiempo lleva despierto, pero asumí que lo suficiente como para estar aburrido de estar en la cama.

Cuando me giré, Axe sonrió y depositando un beso en mi frente me saludó con un alegre "Buenos días" que contagiaba a mis labios con una sonrisa.

Ayer, luego de lo ocurrido con sus tías, simplemente nos dormimos y no hablábamos sobre la situación, algo que actualmente me hacía sentir avergonzado, ya que salirme de ese modo de la casa de sus padres no fue lo más sensato.

—Lo siento— me disculpé viéndolo a los ojos, sintiendo como su mano acariciaba mi mejilla con ternura.

—No te disculpes, no fue tu culpa— me dijo dulcemente— claro que ahora entiendo por qué no te sentías parte de mi familia.

—Ellos no son mi familia, es la tuya— expliqué.

—Sí, son mis familiares, pero debiste decirme que ellos habían dicho algo malo sobre ti— me decía casi como un regaño.

—No me lo dijeron, fui yo quién los escuchó— expliqué— Sé que no tiene importancia...

—Claro que la tiene— me interrumpió— eres mi esposo, ellos deben respetar tu posición en mi vida, ¿qué clase de esposo sería si permito que ellas hablen mal de ti?

—Aunque hay una parte de razón en sus palabras...—murmuré soltando un pesado suspiro— conmigo no podrás tener hijos.

—Conmigo tú tampoco— me recordó— sé perfectamente que seremos una familia de 2, lo sabía incluso antes de casarnos, pero aun así quiero estar contigo.

—Me tendré que disculpar con tus padres— mencioné abrazándolo, sintiéndome avergonzado por sus palabras.

—No hay necesidad, no hiciste nada malo.

—Te amo...—le susurré bajito.

—Yo también te amo— me susurró en el oído, en el mismo tono bajito que yo, casi tratando de no reír por lo avergonzado que me sentía.

Si a él no le importa, no debe importarme a mí. Al menos no del modo en el que ayer lo hizo.

Quizás no podamos tener hijos, sin embargo, nos tenemos el uno al otro y eso es más que suficiente...

Los días siguieron pasando, sus padres obligaron a sus tías a disculparse conmigo y aun cuando sabía que sus palabras no eran sinceras, decidí perdonarlas para no darles la importancia que ellas deseaban tener.

Son sólo sus tías, cuñadas de mi suegra, no tiene que importarme lo que ellas digan si mi esposo me pone por encima de ellas, escogiéndome por sobre todas las cosas.

Luego de ello sólo me quedaba disfrutar de mi instancia en su hogar, me aseguré de pasar tiempo con todos los que para mí eran importantes, sabiendo que quizás no podría volver a verlos.

Cuando nos despedimos sólo sentía ganas de llorar, no lo hice, soy demasiado orgulloso como para llorar en las despedidas, sin embargo, me aseguré de darles un regalo que les permitiera recordarme con un mínimo de cariño, temiendo que lo fuesen a desechar cuando se enteraran de quién soy.

Antes de subirnos al barco, le pedí autorización para dibujar un lobo en la vela, añadiendo también que esto era una señal de acercamiento pacífico, lo que nos permitiría entrar en sus tierras libremente.

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