Capítulo 29

365 47 10
                                    

Hoy debido a mi llegada la señora Paulina le cerró las puertas al público, nadie trabajaría hoy, lo que mantuvo a todas extrañadas, ya que no esperaban el cambio de humor tan repentino que tuvieron las 3 personas más cercanas a mí.

Obviamente no se quejaron, la noche estaba llena de energía, ya sea por los bailes, el alcohol gratis, risas a carcajadas e incluso juegos de mesa que nos mantuvieron animados y sin sueño.

Me estaba divirtiendo como nunca antes lo había hecho, el poder bailar y convivir con las que eran mis anteriores compañeros en un contexto normal era algo grandioso, aunque ellas no sabían que era yo. Entre menos gente supiera que yo estaba vivo, mejor sería para nosotros, además mi esposo se enfadaría si se enterara de que todos lo saben.

Ahora mismo he bebido un poco, esto es algo que siempre he evitado, ya que el alcohol es una gran fuente de problemas y obviamente no quería cagarla.

Debo comportarme, aunque me siento mareado y ya comienzo a escupir las palabras con pesadez, como si no supiese pronunciar correctamente algunas palabras bastante fáciles.

Me alivia saber que no soy el único que está borracho, todos hemos bebido y algunos están recostados sobre las mesas, tratando de descansar de todos los bailes que hemos tenido.

Como llegué utilizando un atuendo elegante con zapatos altos, luego de bailar un poco tuve que quitármelos, tratando de recordarme a mí mismo que debía ponérmelos luego, aunque no recuerdo donde los dejé.

—¡Salud por la vida! ——chilló Alicia.

—¡Salud!— dijimos todos, levantando nuestros vasos con alcohol.

—Esto ya parece velorio, ¡vamos a bailar otra vez! —decía Julieta bajándose de la mesa para acercarse a mí.

—No, no, no...— dije tambaleándome— ya debo irme a la cama.

—Aún es temprano— me decía ella en el mismo tono de borracha que yo tenía.

—Debemos levantarnos temprano— le recordé tomándola de los brazos para mantener el equilibrio.

—Pero si no duermes, se consideraría que te has levantado temprano— me garantizaba, lo que en mi mente tuvo sentido.

¡Era una idea brillante! Si no me duermo, entonces no tengo que levantarme temprano, ¿cómo no lo pensé antes?

—¡Julieta eres una genio! —dije dejándome llevar por el ritmo de la música.

Mi vestido me estorbaba un poco para bailar o saltar, aunque no me dejaron quitarme parte de mi atuendo, no entendía por qué, pero entre tambaleos trataba de quitarme algunas prendas para moverme con mayor facilidad.

Es evidente que entre tantos saltos y bailes mi cuerpo se sintiera cansado, eso sin mencionar el alcohol que tenía en mi sangre, aunque cuando planeaba dormirme en una de las mesas como habían hecho algunas, la señora Paulina me ayudó junto a Julieta a llegar a mi habitación.

Todas estaban igual de borrachas que yo, aunque entre destrozos en los pasillos al chocar con las paredes o muebles, conseguimos llegar a mi dormitorio.

—Hay alguien en mi cama...— comenté observando a ese alguien que no lograba reconocer— hey... si quieres pelea, sólo...

—Shhh— me hizo callar Julieta— si lo despiertas, no te dejará regresar...

—Shhh— repetí viéndolas por separado— vamos a... a... ¿a qué?

—Ve, debes fingir que no estás borracho— me decía la señora Paulina.

—No estoy borracho— le garanticé.

—Yo tampoco— añadió Julieta.

—¿Me veo borracho? —le pregunté a Julieta.

De AlquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora