Capítulo 17

531 57 75
                                    

El silencio reinaba dentro de aquella pequeña habitación donde había surgido todo este problema, la comida que la sirvienta había tirado en la entrada continuaba esparcida por el suelo, una que debido a que varios pasaron por encima, consiguieron dejar huellas por varios sitios de la habitación.

En un momento como este, en el que mis ojos se sentían cansados debido a las lágrimas que dejé caer por el miedo que sentí, el observar las huellas en el suelo conseguían ser mi método de entretención para no romper el silencio, aunque en ocasiones miraba la espalda del Coronel.

Me preocupa lo que pueda estar pensando, es evidente que no deseo regresar a los calabozos o aquellos hombres terminarán limpiando los rastros que él ha dejado en mi cuerpo, es realmente traumático pasar por una situación como esa, pero debido a lo estúpido que soy, no podía dejar de pensar en sus sentimientos antes que los míos. Él quizás se siente dolido por lo que vio, quizás si le explico todo esto acabará tras encontrar una solución.

Él estaba viendo fijamente hacia fuera, se mantenía callado y pensativo, casi tratando de encontrar un momento para poder pensar con calma sobre esta situación, sin embargo, como no deseaba seguir perdiendo el tiempo con enfados, decidí armarme de valor y acercarme, creando un peculiar sonido que era producido por las cadenas que continuaban en mis muñecas.

—Coronel— lo nombré, deslizando mis manos por su espalda, deseando llamar su atención con este gesto.

—Dime la razón por la que estabas con las piernas abiertas, viendo a ese guardia— me pidió, girándose para verme a los ojos.

—Yo estaba tocándome— dije viéndolo a los ojos en todo momento— estaba con los ojos cerrados, imaginando que era usted quién me tocaba, pero cuando abrí mis ojos, vi al guardia de pie frente a la cama, ni siquiera sé cuando entró, ni la razón por la que fue tan silencio al momento de hacerlo.

—¿Es la primera vez que lo ves?

—Sí, eso creo, yo no recuerdo haberlo visto antes— respondí.

—Bien— dijo viéndome con seriedad, caminando para hacerme retroceder hasta la cama donde me dejó caer para acercarse nuevamente— voy a intentar creer en tus palabras.

—¿Por qué no me cree? —pregunté con enfado— ¡Ese guardia no me interesa, jamás he estado con otra persona que no sea usted!

—Es difícil de creer— me dijo viéndome a los ojos.

—¿Por qué? ¿Acaso no fue usted quién me tocó durante aquella noche en la que nos conocimos? Usted mejor que nadie sabe cómo era la primera vez, ¡sus dedos se acalambraron! —le chillé con impotencia— ¿y qué me dice de ahora? ¿Acaso su pene no entra diferente a como lo hacía aquel día?

—Bueno, eso es...

—¡Sólo he estado con usted! —le repetí, tomándolo de las mejillas— al único que deseo darle mi cuerpo, es a la persona que amo y por mucho que no me crea, esa persona es usted...— continué diciendo, sintiendo como mis lágrimas nuevamente bajaban por mis mejillas.

Era frustrante saber que no me creía a pesar de que le estaba diciendo la verdad, no sabía cómo hacerle entrar en razón ni como comprobar mis palabras, sin embargo, él dejó escapar un suspiro pesado antes de deslizar su mano por mi mejilla.

—Desde ahora esto se acabará— me anunció con seriedad— lo que ocurrió en el pasado entre tú y yo se morirá de la misma forma en la que lo hará Samantha.

—Pero sí ocurrió...— murmuré con tristeza, desviando la mirada pues creía que él pensaba olvidarme.

—Desde ahora te llamarás Dafne Forge, tienes 20 años, perteneces a una familia bien acomodada de Francia, te conocí en uno de mis tantos viajes y has estado de visita en este reino desde hace ya dos años— me anunció, mientras yo fruncía el ceño sin comprender qué buscaba hacer con todo esto— tu padre ha caído enfermo, por lo que tu madre lo está cuidando y eso le impide venir a verte el día de tu boda.

De AlquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora