Dos días después de haber escapado con la respiración agitada y el cuerpo con rastros de sexo, el Coronel no podía dejar de pensar en aquel hombre que lo había engañado, sintiéndose débil por no rechazarlo o empujado en aquel momento en el que lo besó.
No puede besar a un hombre, si bien ya lo había hecho en meses anteriores, no es lo mismo besar a un hombre sin saber, que besar a uno sabiendo que lo es...
Va en contra de todos los principios religiosos que a lo largo de su vida ha escuchado, es un evidente pecado, todo el mundo sabe que las relaciones entre personas del mismo sexo son castigadas con el infierno...
El problema es que el Coronel sabía que de algún modo u otro acabaría allí, ha matado a gente, se supone que esto es algo que no pueden hacer, es un pecado mortal, entonces... si de igual modo llegará al infierno, ¿por qué no añadir ese pequeño pecado...?
Le asustaba cuando pensaba así, él se obligaba a corregir sus pensamientos y se decía a sí mismo "Debo buscar a una mujer"
El problema es que, cada que veía a una mientras paseaba por la ciudad del reino, veía el rostro de Charlie en ella y eso le hacía sentir el corazón acelerado.
Rubias, morenas, de cabello liso, ondulado, mujeres altas, bajas, todas y cada una de ellas eran iguales para él, en todas podía ver aquella mirada excitada que tanto añoraba ver por parte de Charlie, incluso era capaz de ver aquellos hermosos ojos que cada vez que los recordaba, lo hacían suspirar.
—No me gusta, no me puede gustar— se decía a sí mismo, dirigiéndose al castillo— claro, no puedo negar que es lindo, dulce, sensual y su expresión orgásmica es fascinante...
Sus labios fueron incapaces de controlar sus suspiros, lo añoraba, deseaba regresar y rozarse entre sus piernas como aquella última vez que estuvo allí, sin embargo, regresar era inadecuado, no tenía una excusa, además aquel día los guardias lo miraron como si supieran lo que estaba haciendo.
En realidad, no lo sabían, era su mente la que le jugaba en contra y pensaba más de lo debido en ello.
Los guardias sólo imaginaron que lo había castigado de algún modo, supusieron que habían hablado y como se trataba de un chico, jamás se les pasó por la mente que un Coronel se acostaría con él.
Ellos no sabían la clase de relación que en el pasado tenían, aquellos guardias del castillo, no eran los mismos que habían traído a Charlie aquí, así que el secreto estaba a salvo por ahora.
El Coronel decidió olvidarse de esto, el rey lo había mandado a llamar y no era correcto lucir distraído frente a su majestad, principalmente porque haría preguntas y él no sabría cómo responder.
—Majestad— saludó el Coronel tras ingresar en la sala del trono, él por supuesto que hizo una reverencia con respeto, saludando al rey como si en su mente no estuviese pensando en visitar a Charlie— ¿qué ocurre? ¿En qué puedo servirle?
—Debo pedirte un favor, como el asunto de aquellos líderes terroristas siguen pendientes, he tomado la decisión junto a mis ministros de traerlos al castillo, no quiero que sus peones planeen una redada para liberarlos— le fue informando con tranquilidad, sabiendo que aquella petición el Coronel la aceptaría rápidamente.
El rey sabía que el Coronel Conrad era leal, mucho más que todos aquellos hombres con títulos y reconocimientos, por lo mismo, el pedirle favores no le era un problema, ni tampoco le molestaba recompensarlo a cambio.
—¿Desea que vaya allí, majestad?
—No, he enviado a mi hijo y a una serie de guardias para que los traigan, lo que deseo pedirte es algo que no te alejará del reino— le avisó, haciendo sentir al Coronel confundido— en tu palacio tengo entendido que hay celdas, ¿verdad?

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De Alquiler
FantasyMi nombre es Charlie, pero también soy Samantha, ambos son el mismo ser a pesar de que existan muchas diferencias entre nosotros, principalmente durante las noches cuando Samantha se ve forzada a intercambiar sus sonrisas por dinero. Debido a la épo...