Capítulo 20

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Me siento confundido, no sé la razón por la que debo cubrirme los ojos mientras me visten, sin embargo, acepté que pusieran una venda en mis ojos y obedecí todo lo que las sirvientas me decían, aunque creo que me pusieron aquello que solían nombrar mis amigas para darle volumen a su vestido, ¿falda de aro de jaula? O quizás era otro tipo de accesorios para que se viera mucho más voluminoso y definitivamente no se vieran mis pies.

Cuando ellas me decían "Levante los brazos" o "sosténgase de aquí" yo lo obedecía, aunque casi me caigo cuando me estaban apretando el corset.

Por suerte no lo dejaron tan ajustado, aunque me sentía un poco pesado y a mi cabello también le agregaron algo que no me dejaron ver.

—¡Ya es hora!— anunció la reina— ven querida, yo te llevo.

—¿No debería quitarme la venda?

—No, aún no— respondió acompañando sus palabras con una risita— toma mi brazo, te juro que la venda te la quitarás pronto.

—Está bien...— dije temeroso, tomando su brazo para no caerme.

Cuando salí de la habitación sentía que mi vestido era innecesariamente pesado, como si arrastrara algo, sin embargo, también quizás era por la falda que le daba volumen a mi vestido, pues definitivamente era muy grande.

Yo podía tocarlo, sentía que tenía unos pequeños detalles como si fuesen cristales o algo parecido, ya que se sentían duros y mientras caminaba, podía oír voces de asombro seguido de comentarios tales como: "Qué hermosa" o "Es un vestido magnífico"

En la parte superior podía sentir un tipo de encaje que se sentía suave, aunque mis hombros al descubierto me hacían creer que pasaría un poco de frío durante la noche.

—¿Alguna vez fuiste a una boda? —me preguntó inesperadamente.

—No...— respondí confundido.

—Bien, hay una primera vez para todo— mencionó riendo.

Pude oír como abrían unas puertas, parecía que dentro de aquel lugar había más gente y había alguien tocando una suave melodía de piano, no lograba averiguar dónde me estaba llevando, sin embargo, caminé por un largo pasillo hasta que la reina por fin se detuvo.

—Dame tu mano— me pidió, así que le obedecí, sintiendo como ella guiaba mi mano hasta tomar la mano de otra persona— tranquila, estás en buenas manos— me decía al verme un poco temerosa.

Aquella persona tomó mi mano con ternura, me recordaba a la mano del Coronel, pero si es él, ¿por qué no habla?

—Ya pueden quitarles las vendas— anunció el rey, por lo que la reina rápidamente me ayudó, permitiéndome ver al Conrad de pie frente a mí.

Él también tenía una venda en sus ojos, así que al verme sus ojos se abrieron con sorpresa, viéndome igual de asombrado que yo, ya que, por lo visto, estamos en una boda...

Nuestra boda...

Nuestra boda

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