Capítulo 38

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Despertar agotado es algo que ya no me sorprende, desde que lo conocí he descubierto esta extraña habilidad de quitarme las energías cuando despierto.

Mi cuerpo desnudo se mantiene aferrado a su pecho, su piel se siente suave y cálida, además sus dedos acarician mi brazo derecho, aprovechando que yo lo tenía apoyado contra su piel, utilizando mi mano como almohada para estar más cómodo.

Estaba extrañando el vaivén de las olas, como era temprano había logrado olvidar que ya no estábamos en el barco, aunque tras abrir los ojos y mirar a mi alrededor, logré recordar lo que había pasado ayer.

—Buenos días— me saludó con cariño.

—Buenas noches...— respondí queriendo acomodarme para seguir durmiendo.

Lo extraño es que al mirar mi mano logré distinguir ciertos accesorios de color dorado que tenía un pequeño diamante.

Me quedé mirándolo un par de segundos, deseando procesar lo que mis ojos veían, sintiendo que quizás aún seguía dormido.

Quise cerrar mis ojos para despertar, llegué incluso a pellizcar mi brazo, sintiéndome incrédulo y desconcertado.

—¿Qué es esto? —pregunté mostrándole mi mano derecha, deseando que se centrara en mi dedo anular.

—Un anillo— respondió con una sonrisa.

—Pero... —titubee nervioso— no es de...

—¿De qué sería si no? Ayer te dije que si te hacía sentir más seguro te pondría un anillo en el dedo.

—No creí que hablaras en serio— comenté sintiéndome nervioso.

—Cuando se trata de ti, yo siempre hablo en serio— me aseguró, deslizando su mano por mi mejilla.

Esto está yendo demasiado rápido, ¡ha puesto un anillo de compromiso en mi dedo! No puedo creer que esté pensando en casarse conmigo, ¿en serio le gusto tanto como dice?

Me siento extraño, él me mira con ternura, como si realmente me quisiera y es inevitable para mí no sentirme nervioso por la noticia.

Debo ser inteligente, ya me he dejado llevar demasiado por esto, por lo mismo no puedo dejar que las cosas vayan tan lejos.

No me puedo casar con él, no importa si quiero o no, el casarnos es algo que no puede ocurrir, principalmente porque ya tengo una prometida y si regreso a mi hogar diciendo que me he casado con un hombre, mi padre me matará, eso sin mencionar que tendremos problemas con la familia de mi prometida, ya que el acuerdo se vería afectado y nos traería otra clase de problemas.

De igual modo, si le digo a él que no quiero casarme, mi plan puede verse afectado y no quisiera que se enoje conmigo por algo como esto, sobre todo porque por despecho podría involucrarse con otra persona.

Ya sé que es un mujeriego, así que no me sorprendería que lo hiciera, eso sin mencionar que me dejará de escuchar y mi plan sería un total fracaso.

Cómo no sé si sobrevivirá una vez llegue a mi reino, decidí aceptar el compromiso e incluso lo besé en señal de aprobación, aunque también añadí la fecha de nuestro matrimonio.

—No quiero quedarme viudo una vez me case, así que prefiero que nuestro matrimonio sea una vez regreses de ese reino que esperas atacar— le informé, algo que lo hizo reír.

—Que poca fe me tienes— dijo riendo.

—Sólo soy precavido— bromeé.

—Está bien, nos casaremos una vez arreglemos ese tema.

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