Capítulo 51

234 37 21
                                    

Quedaban sólo unos cuantos minutos para el mediodía y como bien esperaba, todos estaban perfectamente preparados para el ataque, mientras que yo mantenía a los soldados de mi reino ocultos, esperando para usarlos sólo en caso de emergencia.

Quiero intentar hablar con ellos, deseo que conozcan la razón por la que aquel hombre que ellos con cariño y lealtad deseaban vengar fue sentenciado a la muerte en mi reino.

Yo soy consciente de que será difícil, pero para ello he mandado a traer una de las pruebas más concretas que haya podido llegar a mis oídos.

¡El bebé se parece mucho a Isaak! Eso sin mencionar que también tiene parecido con mi esposo, ya que podría reconocer esos ojos en cualquier otro lado.

Su hermano tenía cierto parecido con Axe, algo que consigue ayudarme para que mi esposo pueda darse cuenta de que no estoy mintiendo.

Es evidente que no puedo meter al bebé en medio de la situación, podría ser peligroso, por ello le pedí a un soldado de confianza que lo cuidara hasta que yo le diera el aviso de acercarse.

Faltan unos minutos, pero ordené que formaran filas para acercarnos a donde los hombres de Axe nos esperaban, viéndome con confusión e incluso con enfado.

Comprendía que se sintieran traicionados, Axe ni siquiera me dirigía la mirada, algo que por supuesto me afectaba.

Esos ojos hace unos días me miraban con ternura, él prometía que me protegería y ahora en cosa de unas horas ha dejado todo aquel amor de lado, evitando verme a los ojos.

Con los novatos pasa algo similar, ellos me tomaron mucho aprecio y ahora ver sus ojos llenos de confusión y decepción, es evidente que me lastima.

—¡Traidor, traidor, traidor! —comenzaron a llamarme, entonando en una sola voz para que pudiese notar cuan enfadados estaban conmigo.

—¡Antes de que la batalla comience, quiero que escuchen! —hablé, prácticamente gritando para que callaran.

No sabía si realmente me escucharían, de hecho, con inseguridad grité, imaginando que me costaría un poco más hacerlos guardar silencio, sin embargo, una parte de mí se sintió aliviada de que ellos al menos me dieran la oportunidad de dar mi versión, algo que mi esposo no parece querer.

—Mi nombre es Haize, soy el príncipe que detestan, el futuro rey de estas tierras y su Coronel— continué diciendo, aprovechando que todos guardaron silencio— fui de visita al reino vecino, en donde a sólo dos días de estar allí fui secuestrado, ¡Yo jamás dije que era el príncipe Gérard, fueron ustedes quienes lo creyeron!

—¡Pero jamás lo corregiste! —me habló Axe apretando los dientes con furia.

—No soy idiota— le dije buscando sus ojos, pero rápidamente apartó la mirada.

Mi corazón se encogió, sentí un nudo en mi garganta al ser despreciado por la persona que amo, aunque en realidad comprendía perfectamente sus sentimientos y él estaba en su derecho de odiarme.

—Axe— lo nombré con cierta ternura, pero tratando de que no lo sintiera como un insulto— me tenían encerrado en una cueva donde podía oír lo que deseaban hacerle a un príncipe, ¿qué clase de idiota crees que soy como para confesarles que yo era ese príncipe que buscaban?

Él guardó silencio, sabiendo que de cierta forma mi engaño tenía lógica, o al menos eso deseo creer.

—¿Recuerdas el día que capturaron al muchacho? —pregunté, sabiendo perfectamente la respuesta— cuando fui por él, le ordené a mis soldados que los dejaran ir— anuncié, sabiendo que era necesario contarle todo— en ese entonces no me importaban en absoluto, no los dejé ir porque quisiera conocerte, ni tampoco lo hice porque estaba aburrido de ser príncipe. Lo hice porque deseaba conocer el tipo de lugar donde vivían, conocer los soldados a los que nos enfrentábamos y así traerlos aquí.

De AlquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora