De camino a casa no hablamos sobre aquella mujer, sé que Conrad deseaba hacerlo, pero yo estaba molesto y él temía que me fuese a enojar con él.
Optó por hablar sobre la boda y detalles bonitos para tranquilizarme, incluso me recordó que por el día veríamos la casa y eso rápidamente me hizo sentir emocionado, realmente tengo muchas ganas de conocer aquel sitio y averiguar si es lo que mi mente tiene pensado para nosotros.
Lo mejor de habernos casado fue saber que oficialmente podíamos dormir en el dormitorio nupcial de esta gran casa. ¡Es enorme! Yo he recorrido este lugar por todos lados, así que conocía perfectamente su ubicación y al momento en el que observé la gran cama con un dosel a su alrededor dándole ese toque íntimo y bonito, me quise apresurar para poder dormir.
Yo me quité con su ayuda el vestido, realmente era demasiado grande para podérmelo quitar por mi cuenta, así que, tras quedar en ropa interior, caminé al cuarto de baño para mojar con agua fría mis adoloridos pies en la tina.
—¿Te duelen mucho? —me preguntó él, posando sus manos en mis hombros mientras yo permanecía sentado en el borde de la tina, moviendo mis pies lentamente.
—Los zapatos de chica son un asco—me quejé— siento mis pies rígidos y adoloridos.
—¿Quieres un masaje?
—No, me dará cosquillas— respondí con una sonrisa que compartieron sus labios.
—Déjame ayudarte— pidió depositando un beso en mi cabeza, antes de alejarse para buscar a un sirviente.
La caldera que permite el agua caliente está apagada debido a lo tarde que era, esta es como una estufa, hay que encenderla para que el agua se caliente y de ese modo llega a la tina a través de las cañerías.
Todo esto tardó alrededor de media hora, sin embargo, para ese entonces yo había matado el tiempo de otro modo, ya sea peinando mi peluca, lavando mis dientes y desmaquillándome.
Al momento en el que la bañera se llenó, ambos nos metimos dentro para compartir el calor del agua, quedando en sentidos contrarios para vernos frente a frente.
Al principio ambos nos quitamos el jabón que nos habíamos puesto estando fuera de la tina, aunque pronto sus manos se rozaron por mis piernas e hizo lo que temía, es decir, tomó mis pies.
—No, mi amor, espera— traté de pararlo, pero no me escuchó y comenzó a masajear mis pies.
Me daba cosquillas, el primer roce me hizo reír inevitablemente, sin embargo, al acostumbrarme a sus manos rozándose por mi pie, logré relajarme y sentirme bien.
El dolor se calmaba con sus masajes, así que recosté mi cabeza en el borde de la tina y disfruté de este inocente gesto.
—Mi amor— lo nombré, logrando que sus ojos buscaran los míos— sé que debemos consumar nuestro matrimonio, pero...
—Está bien— me dijo antes de que terminara de hablar— yo también estoy cansado, no te preocupes por ello— me decía con una sonrisa.
—Cielos, realmente me casé con el mejor hombre— comenté con una sonrisa.
—Hablando de eso...—murmuró juguetón— no creí que serias capaz de dejar callada a la prometida del príncipe, había estado molestando desde que llegó, pero creí que habías optado por ignorarla.
—Al principio me incomodaba su presencia, pero después acabé detestando su existencia— mencioné con enfado.
—Sí, pero supongo que ya no se atreverá a decir nada— decía riendo, acercándose a mí para acercarse a mi rostro y darme un dulce beso que me hizo sonreír.
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De Alquiler
FantasyMi nombre es Charlie, pero también soy Samantha, ambos son el mismo ser a pesar de que existan muchas diferencias entre nosotros, principalmente durante las noches cuando Samantha se ve forzada a intercambiar sus sonrisas por dinero. Debido a la épo...