Capítulo 45

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Patrick había mencionado que "el nidito de amor" era un espacio pequeño donde apenas podría caer una cama, pero me mintió, era más grande que eso, incluso más maravilloso de lo que él me hacía ver.

Nuestro nidito de amor es una pequeña cabaña donde tenemos cocina, baño, chimenea y un hermoso jardín.

El sitio es pequeño, en eso estamos claros, pero no tanto como para no tener espacio, además arriba en el desván pusimos una cama cerca de una pequeña ventana.

Es un lugar acogedor, él usó el salón para crear su oficina, ambos pusimos un estante empotrado a la pared donde acomodamos todos sus libros y documentos importantes.

Como teníamos que hacerlo a escondidas de mi madre, sacar sus cosas fue más difícil de lo que esperábamos, pero por lo menos ya tenemos un lugar donde reunirnos.

Yo usualmente terminaba mis ocupaciones muy tarde para no tener que llegar a casa antes de las cinco, pero como ya no es necesario, una vez termina mi horario de trabajo corro hasta este lugar donde él se mantiene ocupado trabajando.

Cuando yo llego, él deja todo de lado para besarme y llevarme al desván donde me tiene chorreando y gimiendo de placer.

Adoro esto, se siente maravilloso y ser apoyado contra el vidrio para ver las bonitas vistas que tenemos, me hace sentir que la espera valió la pena y que en realidad sólo somos él y yo.

—Te tengo un regalo...—susurró en mi oído con la respiración agitada.

—¿Otro...? —pregunté juguetón, moviendo mis caderas en círculos, mientras deslizaba su corrida más adentro.

—Uno mejor que eso— dijo riendo, alejándose de mis brazos para poder buscarlo.

Yo me dejé caer a la cama, mi respiración estaba agitada y me sentía acalorado, sin embargo, la sonrisa que mantienen mis labios desde que comenzamos con esto es algo que ya nadie puede borrarme del rostro.

—Perdón por la falta de empaque, pero no tenía nada con que cubrirlo—se disculpó manteniendo su mano derecha escondida en su espalda.

—Me gusta la vista...— comenté en un tono coqueto, recorriendo de pies a cabeza su cuerpo desnudo, algo que lo hizo reír un poco avergonzado.

—Hablo del regalo— se quejó gateando para acomodarse encima de mí.

—Yo también— mentí.

—Cierra los ojos— me pidió.

—¿Y abro la boca? —pregunté en un tono coqueto, haciéndolo reír con nerviosismo.

—Joel— se quejó— eso para después...

Yo dejé de jugar y cerré mis ojos, esperando a que él me diera aquello que me había comprado, aunque mis labios crearon una gran sonrisa al sentir un leve roce en mi cuello.

—Ábrelos— pidió robándome un beso antes.

Era un relicario de oro con la forma de un corazón, mis labios inmediatamente formaron una sonrisa y tras abrirlo, lo miré a los ojos sintiendo enormes ganas de llorar.

A la izquierda estaba su retrato y a la derecha, estaba yo.

¡Era hermoso! No pude evitar soltar un chillido de emoción, sabiendo que ahora mismo esto era lo más preciado que podría tener en mis manos.

—No lo pierdas...—susurró acercándose a mis labios.

—No lo haré— dije abrazándolo con fuerza— gracias mi amor...

—¿Si te gustó? —preguntó buscando mis ojos— porque si no te gusta, puedo cambiarlo— me ofrecía nervioso.

—Me encanta— le aseguré riendo— no sabía que te pondrías tan nervioso por regalarme algo.

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