Capítulo 7: alguien que no dañe su reputación

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A la mañana siguiente cuando desperté me alisté como cada mañana y bajé a desayunar con la señora Paulina, notando su preocupación al mirarme.

Sabía lo que me diría mucho antes de que lo dijera, por lo mismo me senté frente a ella y como siempre, la escuché en silencio, esperando a conocer primero lo que ella pensaba de todo esto.

—No debes juntarte con ese hombre, es realmente muy peligroso, si bien te protege como una damisela en peligro, eso no quiere decir que vaya a cuidar de ti cuando se entere, ¡Te matará! —me decía con angustia— yo deseo lo mejor para ti y ese hombre, sin duda es peligroso.

—Lo sé...— confirmé.

—Sólo Dios sabe lo que les hizo a los hombres que te atacaron, aunque no dudo que se lo tengan bien merecido.

—¿De qué habla?

—Él los siguió, no fui capaz de ver demasiado, pero sé que los siguió, ¿para qué lo haría si no es para darles una lección?

—Quizás sólo les dio un buen susto...— murmuré queriendo creer que no sería capaz de llevar el asunto demasiado lejos.

—Eso espero, pero en realidad no tiene importancia, aquellos malnacidos merecen mucho más que un susto, el problema es que me preocupa que te lastime si se entera.

—No estaré con él por siempre, sé que no me puedo enamorar, soy el primero que me lo dice— le traté de garantizar— pero quiero disfrutar de esto un poco, él es realmente encantador conmigo, deseo tener la oportunidad de estar con un hombre como él.

—¿Contigo o con Samantha? —preguntó viéndome con inquietud.

—Sabe a lo que me refiero...—murmuré bajando la cabeza— cuándo descubra lo que se siente estar con alguien que me trate con dulzura y sea capaz de cualquier cosa por mí, lo dejaré, haré desaparecer a Samantha y jamás se dará cuenta.

—Bien...— accedió con inseguridad— disfruta de esto mientras puedas, sólo no te enamores.

—Lo intentaré— dije en un tono juguetón.

—Charlie— me nombró con preocupación, por lo que enseguida reí.

—Vamos a desayunar, al mediodía saldré con el Coronel y no podremos vernos hasta la tarde.

—Está bien.

Su preocupación era algo que comprendía, incluso yo tenía mis propias inseguridades sobre este tema, aunque al menos deseaba quedarme con las experiencias vividas antes de que todo esto termine.

Al momento en el que el Coronel despertó, casi al mediodía, como suponía que haría gracias a un comentario que oí ayer por parte de sus soldados, al momento en el que despertó, me recordó nuestra cita y antes de salir me dijo "Quiero que uses mi regalo"

El vestido era algo más elegante, no quería estropearlo al subirme en su yegua, sin embargo, él dijo "No importa, te compro otro" y no nos fuimos hasta que me cambié de atuendo.

Sus comentarios al verme siempre iban centrados en "Lo hermosa que me veo" y sin duda, mis mejillas pronto se ruborizan cuándo sus palabras me suben al cielo, como si yo fuese un ángel, el único inconveniente es que sabía que aquellos comentarios no me los diría si supiese de Charlie.

Como esta era nuestra primera cita, siendo esto un momento romántico y que seguramente recordaría por varios años, decidí dejar de pensar en Charlie, deseaba disfrutar de Samantha hasta que no pudiese retener más esta mentira, así que me dejé cortejar y mimar.

El Coronel preparó un espectacular día de campo, uno donde no tuve que preparar nada, él trajo la comida, todo le caía en un canasto de mimbre, así que me dejé consentir y esperé con paciencia a que él me sirviera.

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