Hoy hemos vuelto a luchar. A Tris le ha tocado contra Myra, y ella ha ganado. Me alegro mucho por ella, aunque ella está decepcionada y siente que no ha ganado del todo, puesto que Myra ni siquiera podía defenderse.
A mí me ha tocado con otra chica, pero no recuerdo su nombre. He ganado, pero me ha pasado algo similar a Tris, aunque nuestra pelea duró algo más. Al menos, no me hice mucho daño, porque teniendo en cuenta las heridas que aún siguen en mi rostro, lo mejor es que sigan curando antes de volver a tener otro golpe. Aunque dudo tener mucho tiempo de margen.
Intento cerrar los ojos de nuevo, pero un ruido me despierta.
—¡Todos arriba!—grita alguien.
Una linterna se enciende detrás de su cabeza y entonces lo identifico: Eric. Nuestras miradas se cruzan y, entonces, no dejo de mirarle. Sé que hay otros osados a su alrededor, incluido Cuatro, pero no logro apartar mi mirada del rubito.
Todos salen de la cama, menos Tris y yo, que seguimos mirándole. Él solo me mira a mí.
—¿Os habéis quedado sordas, estiradas?
Inmediatamente le vuelvo a odiar y salto de mi litera, que era la de arriba y me cambio los pantalones. Ignoro por completo las miradas que sé que hay puestas en mis piernas. Solo me doy prisa. Chris me mira y le hago señas para que no se tire mucho tiempo para cambiarse.
Eric me sigue mirando, con un descaro más que obvio para todos, incluso sabiendo que aparte de la camiseta no tengo nada más, él sigue mirando. Termino de cambiarme y miro a Tris, que me lo dice todo sin siquiera hablar. Menudo descaro el del rubito.
—Tenéis cinco minutos para vestiros y reuniros con nosotros junto a las vías—dice Eric—. Vamos a hacer otra excursión.
¿Otra más?
Corremos un buen rato hasta que llegamos a las vías. Los iniciados nacidos en Osadía ya estaban aquí antes de que llegáramos. A lo lejos hay una pila negra que pone "balas de pintura". Interesante.
—¿Vamos a disparar o algo?—Nos dice Chris a Tris y a mí, ninguna respondemos.
—¡Que todo el mundo elija un arma!—Grita el rubito.
Todos corren hacia la pila, Tris incluida, que llega la primera. Ella me pasa una y también una caja de balas. Yo la pillo y la sujeto, aunque pesa bastante y me cuesta al principio.
—¿Hora de llegada?—Pregunta Eric a Cuatro.
No me pierdo nada de ese intercambio de palabras. Sus conversaciones siempre me resultan interesantes de un modo u otro.
—En cualquier momento-responde Tobías, mirando su reloj—. ¿Cuánto tiempo piensas tardar en aprenderte el horario de los trenes?
La respuesta de Eric me hace sonreír, porque siempre le decía eso a Tobías cuando me decía que llegábamos tarde a clase.
—¿Para qué me lo voy a aprender si te tengo a ti para recordármelo?—responde Eric, empujándole el hombro. No sabría determinar si de broma o no, aunque me decanto por lo segundo.
Cuatro sale corriendo hacia el tren y es el primero en subir. Tris hace lo mismo, sin esperarnos a ninguna de nosotras, y de lejos veo cómo Tobías le da la mano y la ayuda a subir. Alzo una ceja, entretenida con cualquier interacción entre ellos.
Alguien me da un codazo y estoy a punto de quejarme, pero veo al rubio a mi lado y entonces me pongo a correr. Él viene justo detrás, somos los segundos en subir, después de Tris y Cuatro, claro. Pego un salto y no alcanzo a llegar a la puerta, aguanto la respiración cuando siento cómo mi cuerpo se va hacia atrás, pero Eric llega justo a tiempo y me empuja hacia dentro. Sería un detalle bonito si no fuera porque el empujón es tan fuerte que me hace caer de bruces contra el suelo del tren.
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EATON [ DIVERGENTE ]
Ficción GeneralPara mucha gente el día de La Ceremonia de Elección es sencillo. Para mí no lo es, sé que no puedo quedarme en Abnegación, pero no sé qué facción escoger que defina mi vida. Y por si fuera poco, a la gente como yo, los divergentes, nos persiguen. U...