Hoy es el día anterior al Día de Visita. Mentiría si dijera que tengo ganas de que sea mañana. Lo último que quiero es ver a la gente feliz y hablando con sus familiares. Sabiendo que nadie va a venir a verme, y aunque sé que es mejor, se me remueve el estómago al pensarlo.
No tengo que pensar en ello. Mi familia está aquí, en Osadía. Tobías está aquí, Tris y Chris también. Y Eric. ¿Qué más necesito? Desde luego, lo último que quiero es ver al idiota de Marcus. No debería entristecerme que el día de visita para mí sea el día de No Visita. No me importa. Para nada.
Me levanto con un dolor terrible, y cuando miro hacia mi mano, entiendo el porqué. Mis dedos escuecen y la herida parece que está infectada. Suspiro y me visto rápidamente para ir a la enfermería. Cuando llego, hay otra persona que no es la mujer que conocí la primera vez que entré aquí.
No dice nada y yo solo le enseño mi mano. Ninguna de las dos dice nada y yo me aguanto las ganas de insultar cuando me cura la herida. En menos de cinco minutos ha terminado y yo le doy las gracias en un susurro. Aún es muy pronto, por lo que espero no ver a nadie, pero me sorprendo al encontrar a Tris en el baño. Sale duchada, con una toalla a su alrededor. Joder, al final va a resultar que las dos somos las más madrugadoras. Quién lo diría.
Solo me he levantado antes por el dolor.
—¿Sabes qué? Mira esto, tengo músculo—lo dice de tal forma que no puedo evitar reírme. Se pone frente al espejo y, efectivamente, no parecemos (ninguna de nosotras) las flacuchas que vinieron de Abnegación.
—Osadía, ¿qué narices nos has hecho?—Pregunto al aire mientras veo que hasta me ha crecido un poco el culo. Miro sin disimulo al de Tris y, claro, también tiene más músculo ahí—. Madre mía, estamos buenísimas.
Sería mentir decir que no. Nuestras caras parecen más maduras, como si hubiésemos ganado unos años aquí, pero no en el mal sentido. Nos veo como si fuéramos…miembros al completo de Osadía.
—¡Tess!—Me regaña ella, no sé si porque lo he dicho muy alto o porque sabe que es verdad. Se sonroja un poco y, joder, no puedo evitar darla un abrazo. Si ella no hubiera escogido Osadía…no sé si hubiera llegado siquiera a esa azotea. Saltamos juntas, de la mano, como siempre cuando iba a clase y notaba que me dolía la espalda.
—Gracias, Tris, por estar siempre ahí. Te quiero—susurro mientras ella me devuelve el abrazo.
—Y yo, siempre.
Se me hace raro haber tenido este arrebato, y aún más raro que Tris me haya seguido. Pero por alguna razón, lo necesitaba. Es como un golpe de energía para ambas. Estamos luchando en nuestra iniciación juntas, como siempre.
Caminamos de vuelta al dormitorio y, para nuestra mala suerte, Molly y sus estúpidos amigos se están riendo de algo (seguro que sin gracia) en la esquina del fondo. Nos miramos un momento y yo le hago una señal para seguir caminando, intentando pasar desapercibidas. No quiero una pelea con mi venda aún en la herida que intenta cicatrizar. Necesito al menos unos minutos antes de querer dar otro puñetazo a Peter y a sus amigos. Y no sé si voy a aguantar tanto.
Cuando Tris llega a la cama de Christina, Peter se entromete. Miro hacia el techo, buscando paciencia que dudo que encuentre.
—No sabía que estuvieras tan flacucha, estirada—dice mirándola de arriba a abajo. Curioso, porque yo la veo con unos músculos perfectos para partirle la cara. Por supuesto, creo que por primera vez desde que llegué, me trago mis pensamientos.
—Apártate—dice ella sin alterarse.
—Esto no es el Centro, ¿sabes? Aquí nadie tiene que seguir las órdenes de los estirados.
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EATON [ DIVERGENTE ]
General FictionPara mucha gente el día de La Ceremonia de Elección es sencillo. Para mí no lo es, sé que no puedo quedarme en Abnegación, pero no sé qué facción escoger que defina mi vida. Y por si fuera poco, a la gente como yo, los divergentes, nos persiguen. U...