Sé que debería haber tenido un ojo abierto porque, bueno, estoy en la habitación de Eric. Con Eric. Pero la verdad es que he descansado como hacía días que no lo hacía. No sé si atribuirlo al dolor, al cansancio o a que su cama es mucho más cómoda que la hoja de algodón que nos dan a los iniciados.
Estoy mejor que ayer, desde luego. No noto la cabeza a punto de estallar y tengo un poco más de ganas de existir que ayer, aunque no son demasiadas.
El rubio aparece en mi campo de visión justo cuando me pongo de pie. Un pequeño mareo me sacude al hacerlo, pero no siento mis piernas gelatinizadas esta vez. Y menos mal.
—Ya están mejor—no soy capaz de responder cuando sus dedos acarician mi rostro. Cierro los ojos y aprovecho para disfrutar el contacto. No sé cuándo va a estar bien y cuándo va a querer matarme. Así que intento maximizar todo lo posible los momentos en los que su actitud es…bueno, así.
El dolor me recorre cuando toca una determinada zona al lado de mi ojo, pero no me quejo. Probablemente eso implicaría que este momento finalizase, y quiero poder disfrutar un poco más.
No soy consciente de lo que hago, solo de lo que siento, hasta que su risa hace que abra los ojos para ver qué está pasando. Mi cabeza apoyada en su mano. Él, con una sonrisa que lo hace aún más guapo si cabe.
—Me encanta cuando te ríes, no me malinterpretes, pero tu sonrisa maníaca tiene algo que ésta no—y mira que ahora está demasiado guapo. De hecho, me encanta que se ría conmigo, porque eso significa… Bueno, algo significa.
—¿Quién te dice que ésta no es una sonrisa malvada?
—Tus labios, esa pequeña arruga en tu mejilla izquierda. Tus ojos, se achinan más de lo normal. Esta sonrisa es sincera y me gusta, pero supongo que me he acostumbrado a la otra.
No me doy cuenta de que he hablado de más hasta que veo cómo alza una ceja y la sonrisita cambia a una pícara.
—Ni se te ocurra decirlo—digo al apuntarlo con el dedo, acusándolo de algo que aún no ha hecho pero que sé que hará.
—¿El qué? Si no iba a decir nada.
—Ya—contesto con los ojos entrecerrados, sospechando de él—. Bueno, supongo que te veré luego, ¿no?
Asiente, sus ojos aún están puestos en mí.
—Si me sigues mirando así voy a terminar besándote.
Sé que he hecho mal diciendo lo que acabo de decir, pero ya es demasiado tarde para retroceder. Se me acerca lentamente, disfrutando de que yo dé un paso atrás. Y no precisamente por miedo.
—¿Y eso sería un problema?—Ese tono. No puedo con ese tono. Es el que pone, ponemos, cuando la dinámica cambia entre nosotros.
—Puede. Podríamos comprobarlo—no, Tesslie, lo que tenías que decir es que sí que es un jodido problema.
—Deberíamos, sí, pero es la hora de la comida y si no vas ahora, no comerás hasta la cena—me guiña un ojo y se aleja, disfrutando de la sorpresa que no logro disimular a tiempo.
—¿Te estás vengando por algo o es solo mi imaginación?—Por supuesto que no es solo mi imaginación, pero quería dejar algo de margen de respuesta para él.
—¿Por qué me vengaría de ti? Tengo cosas más importantes que hacer.
Por supuesto que sí. Ruedo los ojos y me acerco a la puerta para salir. Dudo mucho que pueda decir nada más, aunque pensándolo bien, yo siempre tengo algo para añadir.
—Antes de nada, tu vida sin mí sería irrelevante. Segundo, sé que te vengas por algo, te conozco y es lo que estás haciendo. Así que te daré un consejo: si quieres algo en concreto, ve y tómalo.
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EATON [ DIVERGENTE ]
General FictionPara mucha gente el día de La Ceremonia de Elección es sencillo. Para mí no lo es, sé que no puedo quedarme en Abnegación, pero no sé qué facción escoger que defina mi vida. Y por si fuera poco, a la gente como yo, los divergentes, nos persiguen. U...