Capitulo 4

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Los invitados se despidieron uno a uno, marcando el fin de la fiesta alrededor de las 6 de la madrugada. La primavera despertaba, revelando los primeros destellos del sol en el horizonte, como un preludio a un día maravilloso.

Any, sin rastro de sueño, decidió disfrutar de un momento a solas en la inmensa terraza del lujoso penthouse de la familia Gallardo Zurriaga, con vistas al mar. Desde allí, contemplaba un paisaje impresionante.

Recostada en una tumbona de diseño minimalista y exclusivo, Any se sumía en sus pensamientos. El beso de Armando la había tomado por sorpresa, provocando una reacción brusca. Sin embargo, no podía apartar de su mente el exquisito sabor de sus labios y el hecho de que el ejercía sobre ella una atracción imposible de resistir.

Luego se detuvo y se habló en silencio a sí misma.

"De todas maneras él no encajaba en el tipo de hombre que  buscaba. Parecía ser alguien superficial en sus relaciones, por el modo en como se comportó . Él intentaba seducirla con una urgencia palpable,como si estuviese acostumbrado a que las mujeres se rindieran a sus pies y ella no era una mujer fácil.
Ansiaba vivir un amor como el de su abuela. Recordaba cómo los ojos de su abuela brillaban al hablarle de su abuelo, y deseaba experimentar ese tipo de amor al menos una vez en la vida."

A pesar de su innegable atractivo y carisma, Any había experimentado varias relaciones que no lograron satisfacer su alma. Sin embargo, con tan solo un beso, Armando logró que su corazón latiera con una intensidad nunca antes experimentada, y su cuerpo reaccionara con una excitación desconocida, avivando una pasión que yacía latente en lo más profundo de su ser.

Sacudió la cabeza en un gesto de negación, agradeciendo en silencio que no tendría que volver a verlo, aunque en lo más íntimo de su ser una parte de ella anhelaba su presencia más de lo que estaba dispuesta a admitir.

—¿Le gusta la soledad, señorita Gallardo?—
El sonido de su voz la sobresaltó, y su corazón dio un brinco antes de que pudiera controlar su reacción. Se giró lentamente, encontrándolo allí, de pie, con esa actitud arrogante que parecía innata en él. Se veía tan seguro, tan dueño del momento, que su mera presencia la desestabilizó más de lo que le gustaría admitir.

_Si me agrada, ¿por qué lo pregunta? ¿O es que usted tiene algún problema con eso? _
Any respondió con una mirada desafiante, mientras Armando la observaba con expresión intrigante, deseoso de entablar una conversación.

Luego, de manera teatral, Armando inclinó la cabeza y metió las manos en los bolsillos, mostrando un comportamiento cuidadosamente planeado.
A pesar de sentir que había sido demasiado dura, Any guardó silencio.

_Any, por favor, no seas irónica. Realmente solo quería pedirte disculpas por mi comportamiento en la terraza_,dijo Armando con humildad, consciente de que su arrogancia no le sería útil para sus planes.

Ella lo miró con desinterés, pero su pulso se aceleró tanto que le resultó difícil contenerlo.

_No suelo comportarme así. Puede que pienses lo contrario, pero es la primera vez que me sucede_,añadió él.

_Señor Navarro, no necesito que me dé ninguna explicación. Lo que pasó, pasó, y ya lo he olvidado. Además, no volveremos a vernos. Dejemos el tema aquí, ¿está bien?_respondió Any.

Armando escogió cuidadosamente sus palabras antes de contestar:

-_Any debes saber que desde el instante en que que te vi ,una extraña sensación se apoderó de mí. No sabría decir exactamente qué es, pero lo único que puedo afirmarte es que siento una profunda atracción hacia ti. Me has dejado sin aliento, y por un fugaz instante perdí por completo el control_confesó Armando, derribando al instante las defensas de Any.

_¿Puedes perdonarme?_Armando se inclinó ligeramente hacia ella y, tomando suavemente su barbilla, la obligó a mirarlo. Sus ojos verdes se encontraron con los de Any, y una chispa de puro deseo se encendió entre ambos.

Any se vio envuelta en una ola de calor que recorrió todo su ser, haciéndola ruborizar.
Como hipnotizada, no podía apartar la mirada de la suya.
Cada mirada de él la atraía más y más , como si estuviera bajo un hechizo del que no quería escapar.

Él se acercó un poco más, y Any esperaba ansiosa un beso, anhelando su cercanía con desesperación. Sin embargo, para su sorpresa, él se detuvo lentamente, dejándola desconcertada y sintiéndose ridícula. Una mezcla de emociones la invadió: furia, vergüenza y un anhelo que no pudo ocultar.

_Ya no quiero molestarte más. Te dejo aquí tranquila con tus pensamientos y por las dudas me despido. Quizás mañana me marche temprano y no tenga la oportunidad de verte_dijo él, tendiéndole la mano. _Realmente fue un placer conocerte, Any. Espero que algún día vuelva a verte._

Ella lo miró, pero no fue capaz de emitir palabra, solo asintió con la cabeza y logró esbozar una débil sonrisa que no reflejaba la tormenta de emociones que sentía en su interior. Estaba paralizada, sintiendo cómo la oportunidad se le escapaba entre los dedos.

Any lo vio marchar, con un nudo en la garganta y una sensación de pérdida que la invadía. Any se quedó allí, con el corazón latiéndole desbocado en el pecho, preguntándose si todo había sido una ilusión.

Mientras Armando se alejaba de espaldas a ella, una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro. Sentía que estaba a punto de ganar la batalla. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, sentía que el sabor de la venganza que estaba preparando no era tan dulce como había imaginado. Se marchó con la dolorosa certeza de la necesidad del beso que ella estuvo dispuesta a entregarle.

La mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora