Capitulo 3

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Armando entró en el salón y buscó a Marcos entre la multitud que bailaba al ritmo de la música. Al divisarlo al otro lado, se abrió paso entre la gente, esquivando elegantes mesas y grupos de conversación animada.

_¡Ahí estás, Marcos! Ya me voy. Muchas gracias por la fiesta y perdón por llegar sin avisar. Creo que complique a tu hermana, Any.
Dile que lo siento y mándale mis saludos_dijo Armando con una sonrisa amistosa.

_Pero no, Armando. ¿Cómo te vas a ir a estas horas? Quédate. Haré que te preparen la habitación de huéspedes_,respondió Marcos con una expresión de genuina preocupación.

_De ninguna manera, no quiero molestar. Tomaré un taxi e iré a un hotel en el centro_,insistió Armando, buscando ser considerado.

_Pues no. Tú te quedas. No dejaré que busques un hotel a estas horas. Mañana ya verás qué haces. Hoy eres mi invitado_ declaró Marcos con determinación, poniendo fin a cualquier discusión.

_Pero Marcos..._intentó replicar Armando, antes de ser interrumpido por su anfitrión.

_Nada de 'peros'. Mira, me ofenderé si te marchas_, dijo Marcos, fingiendo enojo, aunque una chispa juguetona brillaba en sus ojos.

_Está bien, tú ganas_contestó Armando con una sonrisa cómplice, mientras pensaba que su plan estaba saliendo más fácil de lo que pensaba.

Armando volvió a su mesa y pidió otra copa. Sus ojos buscaban desesperadamente a Any; la bofetada lo había dejado en un estado de exaltación confusa, una mezcla extraña de ira y excitación. La idea de sentirse así por ella lo perturbó aún más. ¿Cómo podía sentirse atraído por una mujer como esa? ¿Acaso estaba perdiendo la razón o el alcohol estaba surtiendo un efecto no deseado?

Sintió un toque en el hombro y se giró bruscamente. Frente a él, Marcos estaba acompañado por dos mujeres: una joven llamativa y coqueta, y una señora mayor.

_Armando, permíteme presentarte a mi hermana Amalia y a mi madre María Luisa_,dijo Marcos.

Armando se levantó apresuradamente y tendió la mano primero a la señora y luego a Amalia. Al hacerlo, sus ojos se posaron en el brazalete que llevaba la joven. Un escalofrío recorrió su espalda, pero se obligó a mantener la compostura.

_Encantado, es un placer_dijo, mientras observaba a ambas. _Las mujeres de tu familia son todas muy hermosas. Supongo que siempre estarás alerta a cualquier hombre que se acerque._

Marcos sonrió con una expresión irónica.
_Es cierto, mis hermanas heredaron la belleza de mi madre. Siempre tengo que estar alerta a los hombres que las rondan_.dijo Marcos, girando los ojos de manera teatral.

La mueca de Marcos avivó la intriga de Armando, quien luchaba por mantener la compostura.

Mientras observaba a Amalia y a María Luisa, una extraña sensación de inquietud se apoderó de él.

El brillo del brazalete en la muñeca de Amalia desencadenó un torbellino de recuerdos, arrastrándolo de vuelta al día en que su hermano puso fin a su vida.

La imagen de su hermano, con el mismo brazalete entre sus manos agarrotadas y una carta ,se había grabado a fuego en su mente desde el momento que Sonia  , que fue quien lo encontró , le describió lo sucedido. Aquella carta, escrita con una ironía macabra, había sido un cruel golpe que aún resonaba en su alma atormentada.

Más tarde, al intentar desentrañar el misterio que rodeaba a la aterradora mujer, solo logró averiguar entre los lugareños que sus apellidos eran Gallardo Zurriaga. También , sabía que su nombre comenzaba con la inicial "A", según la carta firmada la cual Armando tenía en su poder. Además ella le habría entregado el mismo brazalete para demostrarle su lealtad y amor, un objeto que para Carlos representaba un valor incalculable.

_Qué hermosa joya lleva, señorita Amalia, más allá de su valor, es extremadamente bello._

Amalia dobló la muñeca y tocó con delicadeza suprema la elegante pieza.

—Sí, es un hermoso brazalete. Nuestra abuela nos regaló uno a cada una cuando éramos adolescentes. Mi hermana tiene otro igual, pero creo que hoy Any ha decidido no usarlo. —

Amalia quedó pensativa por un instante

—Ahora que lo pienso, hace mucho que no lo he vuelto a ver, pero en fin, ella es así de fría. No le da ningún valor a un regalo tan sentimental, mientras que para mí, este brazalete es sagrado._

Al escuchar esta declaración, Armando confirmó sus sospechas. Es cierto, Any no llevaba ninguna joya. O sea que era ella quien había sido la amante de Carlos , la misma ambiciosa y cruel mujer que lo traicionó y abortó a su hijo.

Ya no había dudas, era ella la que debía pagar gota a gota el dolor que el llevaba por dentro.

La mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora