Capítulo 10

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Any permanecía sentada en la playa junto a Andrés, observando cómo despuntaban los primeros rayos del alba. Sin embargo, en lugar de experimentar la esperada sensación de plenitud que imagino, la invadió una profunda tristeza. Nada de lo que había planeado para esa noche y ese amanecer se estaba materializando, y la desilusión la embargaba con una fuerza abrumadora.

En ese momento, su alma y su mente libraban una lucha interna de poder, una batalla en la que no estaba claro quién controlaba a quién. Mientras el espectáculo maravilloso de la naturaleza se desplegaba frente a ella, las lágrimas asomaron en sus ojos, pero no eran lágrimas de emoción, sino de una angustia inexplicable y poco común en alguien como ella, que solía irradiar alegría y amor por la vida.

Any se sentía extraña, como si le hubieran arrancado algo en lo más profundo de su alma, dejando en su lugar una luz tenue que nada tenía que ver con el resplandor que solía iluminar su espacio personal e íntimo. La sensación de vacío y desasosiego la envolvía, como si la esencia misma de su ser hubiera sido despojada, dejando un hueco imposible de llenar. Cada destello del amanecer le recordaba lo efímero de la felicidad que había buscado, y una sensación de pérdida insondable le oprimía el pecho.

_Any, dijo suavemente Andres , ¿en qué piensas? Pensé que estarías feliz y radiante, sin embargo, tu rostro tiene una expresión... no sé... parecería que estás, ¿desilusionada?

_¡No, no, para nada!_,contestó rápidamente, viendo la cara de alivio de Andrés. Lamentaba mucho que él notara su tristeza con todo el esfuerzo que había hecho para que ella pasara bien esa noche.
Pero no podía evitarlo , no conocía esa sensación y no sabía cómo manejarla .
Andrés volvió a intentar confesar su amor:

_Any, me alegro de que lo disfrutes, porque para mí es muy importante... mejor dicho, tú eres muy importante... porque yo..._,pero Any lo interrumpió abruptamente. No quería escuchar lo que Andrés tenía para decir, ya sabía lo que era y se sentía tremendamente culpable por haber alimentado sin querer ese sentimiento.

Decidida a hacerle frente a lo inevitable, lo miró a los ojos con dulzura y agregó:

_Andrés, quiero que sepas que tú también eres importante para mí_,bajó la mirada, no era fácil ver aquellos ojos tristes que la miraban expectantes, _pero solo como un amigo. Lamento no poder sentir amor por ti, pero... es que el amor es algo que no podemos manejar y yo te quiero muchísimo, pero... no puedo amarte. Lo siento, sé que no era esto lo que pensabas escuchar esta noche, pero a ti no puedo ni quiero mentirte_.

Andrés sintió cómo el mundo se le derrumbaba, pero luchó por ocultar lo profundamente que aquellas palabras lo habían herido.

_Entiendo, Any... y gracias por tu sinceridad_ dijo con voz firme, aunque su corazón latía con un dolor inmenso. _Solo quiero que sepas que yo voy a seguir esperando, y que siempre estaré para ti. Un día, quizás logres ver en mí algo más que un amigo_.

Ella solo lo miró con una mirada llena de ternura y le entregó una dulce sonrisa. Andrés, con un nudo en la garganta, tomó su mano con suavidad y trató de corresponder con otra mirada llena de emoción contenida.
Luego, con voz apacible, agregó: _Debemos irnos, debes estar cansada. No quiero que te sientas incómoda, Any. Has tenido un día largo con tus sobrinos, y seguramente estarás agotada_.
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"Ofrecer amistad al que busca amor es dar pan al que se muere de sed"

Gabriel García
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Any daba vueltas en la cama sin poder dormir.
Las cortinas estaban cerradas pero aún así entraban algunos rayos de sol a los que culpaba de su desvelo.

_ !¡Malditas cortinas! No podré dormir de esta manera_,murmuró con frustración mientras se tapaba con la almohada y trataba de encontrar algo de paz. La oscuridad era mil veces peor que la luz en ese momento. Los recuerdos de las últimas horas seguían atormentándola. Armando había reaccionado de manera exagerada a su confesión, y Andrés también parecía haber quedado muy afectado.
"¿Pero tendría que empezar a mentir?", se cuestionó. La verdad, al parecer, solo causaba dolor. Aunque quisiera proteger a los demás, no podía mentir, la sinceridad era un valor fundamental para ella.

Los acontecimientos en la biblioteca volvieron a su mente. Tal vez no debió haberle confesado a Armando que se sentía atraída por él. Quizás su sinceridad lo había perturbado, ya que, a pesar del avance hacia la igualdad de género, los hombres aún no estaban acostumbrados a que las mujeres expresaran abiertamente sus sentimientos. Parecía que se esperaba de ellas que fueran las dulces damiselas de las películas románticas. ¡Al diablo con el romanticismo! Además, dudaba que Armando realmente se sintiera atraído por ella, quizás solo había actuado como lo hizo ,por cortesía.

Molesta se levantó, sintiéndose ansiosa y malhumorada. No podía evitar el nudo en su estómago que le impedía probar bocado. La soledad a ratos le reconfortaba, pero esta mañana no la aliviaba en absoluto.

Mientras se servía una taza de café negro en la cocina para ir a beberla al jardín ,su curiosidad la llevó a buscar el perfil de Armando en las redes. Lo que vio la llenó de vergüenza y un extraño sentimiento de celos no reconocidos. Una foto de él con una atractiva mujer desencadenó una ola de emociones contradictorias, haciéndola sentir ridículamente pequeña

Con enojo, arrojó su celular sobre la mesita del jardín, incapaz de contener la mezcla de emociones que la invadía.
¿Cómo enfrentaría esa situación, si es que tenía la oportunidad de revertir lo que había hecho? No quería quedar marcada con esa imagen patética que, seguramente, Armando retendría de ella en su mente.

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