Capitulo 14

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La habitación era verdaderamente encantadora y espaciosa. Al entrar, se encontraba una elegante antesala con un par de sofisticados sillones minimalistas, que daba paso a una enorme cama king perfectamente tendida con un delicado cubrecamas blanco y almohadones rojo oscuro que armonizaban con la mullida alfombra que cubría el suelo de la habitación. En el respaldo de la cama se destacaba una hermosa réplica del cuadro "El abrazo" de Gustav Klimt, mientras que dos lámparas de estilo vintage adornaban las mesitas de noche e iluminaban suavemente la habitación, realzando el lujoso mobiliario.

Any caminó lentamente por la habitación y se dirigió hacia la terraza. El espectáculo de luces y colores que contemplaba desde allí era asombroso. La luz tenue de la noche estrellada y la suave brisa que acariciaba su cuerpo la hicieron estremecer.

Armando la observaba sin encontrar las palabras para describir la sensación de placer que le provocaba verla en su habitación.

Era una mezcla de orgullo por haber ganado poco a poco su confianza, atrayéndola hacia su siniestra y bien planeada trampa, pero también había algo más que le generaba una extraña e inquietante sensación.

Por otro lado, lo invadía un sentimiento de culpa y traición hacia Carlos.

En un momento, se sorprendió a sí mismo mirándola con un interés distinto al de sus planes. Era una mujer indudablemente atractiva, inteligente y, de alguna manera misteriosamente seductora, incluso sin pretender serlo.

Enfrió sus pensamientos y se dirigió a la terraza, apoyándose junto a ella en el borde de la baranda.

_Es hermosa la vista desde aquí, nunca aprecié la ciudad de esta manera_,dijo Any con un tono de voz suave, como si intentara no romper la hermosura de lo que veía.

Luego giró su rostro hacia él y preguntó: _Cuéntame sobre la hacienda._

Armando se sorprendió. Parecía un interés genuino, lo cual lo desconcertó, pero luego pensó que claramente era una estrategia, aunque no estaba muy seguro de cuál era el propósito.

_¿Por qué quieres saber sobre ella?_preguntó Armando.

_No lo sé, pero siento curiosidad por saber a dónde vas_,respondió Any.

_¿Qué puedo decirte? Es un lugar aislado, muy aislado, diría yo_,Armando la miraba, tratando de buscar alguna señal en su rostro de desprecio por el lugar. _No hay prácticamente señal de ningún tipo de comunicación, y el pueblo está a una considerable distancia.__

_¿Y por qué elegiste ese lugar?_preguntó Any con gran interés.

_No sé si te lo mencioné, pero mi abuelo por parte de madre tenía viñedos en esas tierras, y sus vinos eran muy buenos y reconocidos. Nuestra idea... quiero decir, mi idea_,corrigió inmediatamente, _es hacer que vuelva a ser lo que fue. Por eso me fui a estudiar a Europa ingeniería agronómica._

_Me gusta tu proyecto de vida, me parece algo... loable, diría yo._

_¿En serio piensas así?_,preguntó con acentuada duda.

_ Por supuesto ,¿ por qué debería mentirte? No tengo ningún motivo para hacerlo._

El la miró fijamente y luego bajó la cabeza.

_Sí, claro, es verdad, no los tienes._

La conversación se detuvo y Armando clavó sus hermosos ojos verdes en los de ella. Hipnotizado por un momento y con la respiración entrecortada, se acercó a su rostro. El perfume que desprendía Any agudizaba sus sentidos al punto de perder la noción de todo a su alrededor.

Any se acercó ofreciéndole su boca, y Armando la aceptó como si fuera agua en un desierto. La besó como si fuera la primera vez, un beso que lo hizo olvidar todo; solo saboreaba sus labios mientras su lengua recorría cada rincón de su boca con una suavidad excitante.

Any se dejó llevar. Había sentido excitación y deseo la primera vez que él la había besado, pero en esta ocasión ni siquiera se comparaba con la anterior. Esta vez, el mundo desapareció bajo sus pies y el deseo la envolvió de pies a cabeza, humedeciendo su cuerpo como una llovizna fresca, mientras en su corazón se formaba un arco iris de mil colores.

La mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora