𓂃 ࣪˖Capítulo 1. ִֶָ𐀔

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૮꒰ྀི⸝⸝LALISA MANOBAL⸝⸝꒱ྀིა

Lancé la última caja a una esquina de mi habitación, agotada y con ganas de descansar, me dejé caer en la cama revuelta. Me pasé la mano por la frente y resoplé, lancé una mirada a mis alrededores, aun con cosas por hacer. Tenía mucho trabajo, solo la habitación era un desastre, la cocina y demás partes del departamento, eran mucho peor.

—No lo veo tan mal —dijo mi madre, dejando a un lado otro de las cajas—. Es espacioso.

—Sí, pero falta mucho por recoger, me dan ganas de dejar todo e irme a dormir para un hotel —expresé dolorida—. ¿Tú no tienes que regresar a casa temprano?, recuerda que el pueblo está lejos de aquí, Mamá.

—Quedarme a ayudar a mi hija, no representa ninguna fuerza mayor. Tu papá puede quedarse un día más solo —mi madre comenzó a sacar cosas de la casa, y a colgarlas en las paredes—. ¿Segura que quieres vivir aquí?, también tenías una muy buena oportunidad en el pueblo.

—Aquí también la tengo, y mucho mejor. Tienes que saber que la paga es mucho más grande, y podré ayudarlos —suspiré—. Por mientras, me estabilizaré, tengo lo necesario.

—Por allá te vamos a extrañar mucho, trata de no meterte en problemas aquí, Lalisa.

Sonreí, —Me subestimas, madre. Soy una mujer de treinta y tres años y sé perfectamente lo que tengo que hacer, estudié esto porque me gusta y lo pondré en práctica, no te preocupes.

Mi madre era de esas que se preocupaba mucho por todo, en diversas ocasiones quiso poner peros de mi mudanza a la ciudad, pero había vivido mucho tiempo con ella. Era momento de que encontrara mi camino, y no lo iba a desperdiciar.

No creí que me aceptaran en esta universidad, era grandioso, y tenía la oportunidad que antes no me habían ofrecido.

Iba a vivir sola, a descubrir mis caminos y a tener mucha más libertad. No haría lo incorrecto, solo trabajaría, y si se me presentaba algo más, lo tomaría sin chistar, sin que se saliera de lo ético o lo que yo considerara correcto.

Las horas siguieron pasando, y con eso, mi madre tuvo que regresar al pueblo. Era tarde de la noche, pero me avisaría en cuando regresara. Eran dos horas de camino, por eso le dije que fuera más temprano, pero ella discutía, al final, cedí a su petición.

Había dejado una vida atrás.

A un buen chico con el cual tuve dos años de noviazgo, amistades, y buenas personas. No quería arrepentirme luego.

Saqué los cuadros de mi familia, y los coloqué sobre la mesa de centro que se encontraba en la sala, todo era lindo. Minimalista, no contenía muchas cosas, era sencillo para mí.

Así fue parte de la noche, detenerme para cenar algo y regresar a ordenar, acostándome tarde de la noche, para al día siguiente, despertarme con dolor de cabeza y molestia en mi espalda. Solté un quejido de dolor, y maldije por lo bajo, por no haberme acostado más temprano.

Me senté en la cama y gimoteé.

—Es tu primer día, no empieces mal, Lalisa —me reproché a mí misma—. Para la próxima, te duermes más temprano.

Me coloqué de pie, y caminé hasta mi ducha, me deshice de la ropa y dejé que el agua cayera sobre mi cuerpo. Necesitaba esto, algo que me relajara y despejara mis pensamientos. El agua fría en la mañana lo hacía. Despojaba mi cuerpo de todo rastro de dolor, o de molestia. Minutos largos en la ducha, me amarré el cabello mientras cepillaba mis dientes.

—Luces bastante bien para una mala noche —me dije buscando levantarme el ánimo.

Avancé hasta mi tocador, y sequé mi cabello con paciencia, cuando aquel estuvo con ondas en las puntas, me maquillé un poco, y busqué mi ropa. Un vestido pegado a mi figura, unos tacones altos y un collar el cual me regaló William, mi ex-novio, y el cual dejé por venir en busca de un sueño.

Jupiter. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora