𓂃 ࣪˖Capítulo 36. ִֶָ𐀔

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૮꒰ྀི⸝⸝LALISA MANOBAL⸝⸝꒱ྀིა

Los días siguieron pasando, cada vez más pesados, y las pesadillas no tenían ganas de desaparecer, en cambio, pude limpiar mejor mi departamento, quitar la sangre restante y demás. El baño volvió a ser el mismo de ante, quizás con un pasado, pero el mismo de antes.

Mi departamento parecía una guarida, siempre que llegaba me encerraba y pedía algo de comer, los días actuaron más en mi contra cuando me llegó la menstruación, los cólicos y dolores me impidieron dar mis como lo desee. Odiaba los meses y los días, incluso las estaciones del año.

Estaba drogada, fuera de mis cabales, con ojeras enormes y un mal dormir todas las noches. No podía cargar con ese muerto un día más en mi consciencia, y sí, quizás era débil como me lo dijo Jennie, pero no tenía esa mentalidad tan fría.

Pero a pesar de todo, la extrañaba, verla de lejos y ver como se entretenía hablando con Taehyung, más no poder acercarme parecía una cárcel. No la quería buscar por el bien de ambas, pero sabía en el fondo que era lo mejor. Estaba celosa, quería ir hacia ella y sacarla de ahí, llevármela a mi departamento y encerrarla.

Quizás de por vida.

No soportaba a ese tipo que se le acercaba y no perdía el tiempo para coquetearle, no obstante, esa era su vida, yo no podía intervenir en ella. Le pedí que se alejara, que cortáramos todo tipo de comunicación, y aquí estaba otra vez, mirando las fotos que ella se tomó el día que yo estaba durmiendo. Luego de tener sexo, utilizó mi celular para una sección de fotos.

Atormentándome a mí misma, ya no sabía que me tenía peor, no poder estar con Jennie o lo de William.

Las alucinaciones habían disminuido, y mis ataques de noche por igual, de vez en cuando entraba al chat de Jennie para escribirle, pero nada. Las semanas siguieron avanzando y su cumpleaños cada vez se acercaba más, con eso, apareció un nuevo rumor de lo que realmente ocurrió con Jimin.

No había dado señales, y aunque Rosé solo me comunicó que él decidió renunciar vía correo, yo aún no terminaba de creerme esa historia, nadie se daba cuenta de lo extraño que era. Puede que sea la única que piense que Jennie tiene algo que ver con todo esto.

Quería darle un regalo por su cumpleaños, pero no tenía ni la valentía para acercarme a ella, las cosas iban de mal a peor para mí, y no podía aparecer un día y fingir que no estaba enloqueciendo, que no estaba cayendo en la misma rutina, pero peor que antes.

Sentada en el mueble individual de mi departamento, desde donde estaba le lancé una mirada al pote vacío de pastillas para dormir. Era el tercero en el mes, por eso paré con ellos, pero era la única forma para poder dormir sin tener que vivir con esas pesadillas en mente. Con las manos temblorosas y a punto de llorar, sin poder soportarlo más, marqué el número de Jennie.

Sonaba una y otra vez, pero no había respuesta, lo intenté otra vez, y ahí si hubo respuesta. Escuché su voz al otro lado y fue como si el alma me regresara al cuerpo.

—Je-Jennie... necesito verte —pedí con la voz temblorosa—. Ven a mi departamento.

Ella me cerró la llamada, miré el celular, aún confundida, pero no insistí en marcarle otra vez. Soy una indecente que está vuelta un lío, con el departamento desordenado y el alma hecha pedazos, una maldita cabeza vuelta, un nido de pájaros y un dolor en el pecho que solo se quita cuando me anestesio con pastillas para dormir.

Ya no sé ni quién carajos soy, ni donde estoy parada.

Los minutos avanzaron como suero de miel de abeja, pero al momento de que escuché el timbre tuve la esperanza de que fuese Jennie, y me emocioné más cuando la vi ahí parada, ella tenía un rostro de preocupación y una mirada afligida.

Jupiter. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora