𓂃 ࣪˖Capítulo 33. ִֶָ𐀔

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૮꒰ྀི⸝⸝LALISA MANOBAL⸝⸝꒱ྀིა

—¿Ya si me vas a decir que te ocurría o seguiremos en esa incógnita? —preguntó Rosé, sirviéndose una copa de vino.

Quizás era la cuarta o quinta que pasaba por nosotras, ya habíamos perdido la cuenta, solo sé que había dos botellas vacías. Un poco más de cuatro y cinco copas, pero no me sentía tan ebria como para detenerme, yo lo necesitaba. No quería estar a solas en mi departamento, era la sexta vez en el día que limpiaba, aún podía ver la sangre por todo mi piso.

Por eso la acepté, necesitaba alguna compañía para arrebatar cualquier soledad que fuese a hacerme mal, como en estos momentos, que no podía estar segura de si cerrar los ojos era buena idea.

—Te dije, cosas con mi madre, pero ya la estamos solucionando. Quiere que me vaya a vivir con ella, y eso.

Me miró dudosa, —Ay, Lisa, no por eso te va a agarrar vómito y te vas a poner así de pálida, como si hubieras visto a un muerto.

—¿Muerto? —solté alarmada—. No —me adelanté a decir—, muerto, no... o sea, no sé, seguro es eso, no me hagas caso.

—No te hago caso —rio—. Ay, Lalisa, eres todo un caso, ya que no quieres que te haga caso en eso, cuéntame, ¿algún día podré conocerte bien?

—Ya me conoces bien —llevé la copa de vino a mis labios.

—No lo creo, siento que me faltan muchas cosas —sopesó—. Dime algo, ¿qué pasaría si te beso?

—¿A qué viene esa pregunta?, y respondiendo, no lo sé, supongo que le diría a la persona que te gusta que me besaste, luego de que me digas quién es.

—En serio, es increíble como no te das cuenta de quién me gusta —me miró con cierta intensidad—. No paro de mirarla.

–Uy, cuanta intensidad, ¿qué hizo para gustarte?

–No lo sé —Rosé miró a su copa de vino—. Quizás ser ella misma o existir, su naturalidad o su manera de sonreír.

—Madre de Dios —alcé las cejas, interesada—. ¿Algún día se lo piensas decir?, anda, bésala y sé valiente, nadie sabe si vale la pena arriesgarse.

—¿En serio no te haces una idea de quién puede ser?

—Supongo que... -abrí los ojos como platos—, ¿¡Jisoo!?

Ella negó, —No, ni en mil años.

—Oh, vamos, Jisoo es hermosa, no te juzgaría.

—Claro, tú no, pero otros sí, Jisoo es linda y quizás hasta pueda llegar a confundirme con ella, pero hasta ahí, Lisa, no llegaría hasta el punto de fijarme en ella de esa manera. No me gusta.

—Ay, qué mentirosa eres, si los ojitos hasta te brillan.

–Pero no por Jisoo, tonta, es por otra persona.

—Va, va, digamos que no es por Jisoo, ¿entonces por quién?

—¿En serio quieres saber?

—Pero por supuesto —asentí—. Me muero por saber quién es.

Rosé puso su copa de vino sobre la mesa de centro y se inclinó hacia mí, depositando un casto beso en mis labios, me quedé tensa en mi lugar y quieta como si hubiera sentido un temblor de tierra. Ella se alejó, pero no mucho, yo sí busqué distancia. La sorpresa me devolvió a la vida.

—No, Rosé, espera —dejé la copa sobre la mesa—. No puede ser que sea yo.

—¿Y qué tiene eso de malo?, eres linda, Lisa, una mujer preciosa, la cual me cautivó desde el momento uno —expresó abriendo sus sentimientos.

Jupiter. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora