𓂃 ࣪˖Capítulo 38. ִֶָ𐀔

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૮꒰ྀི⸝⸝LALISA MANOBAL⸝⸝꒱ྀིა

A la mañana siguiente, Jennie fue la primera en despertar, avisándome para cuando sus padres se marcharan, y cuando fue así, yo bajé con ella a la cocina. No había nadie en la casa que arruinara nuestra conversación o nuestro tiempo juntas, ahora mismo, podía mirarla cocinar y estar tranquila sin ninguna preocupación.

—Me pongo nerviosa cuando me miras así —dijo mientras me servía el desayuno.

–Tendrás que hacerte la idea, mirarte es un pasatiempo bastante efectivo —respondí con una sonrisa—. Muchas gracias.

—Puedo acostumbrarme a esto.

—¿A qué?

—A cocinarte todas las mañanas, y deleitarme con tus soniditos de satisfacción al probar mi desayuno, justo como haces ahora.

—Y yo puedo acostumbrarme a mirarte todos los días —la acerqué a mí—. Prueba.

—Sé como cocino, Lisa, come tú.

—Yo quiero desayunar contigo —metió un poco de la tostada a mi boca—. ¿Viste?, desayunar junto a mí es mucho mejor y menos aburrido.

Era cómodo, y yo también podía acostumbrarme a esto, no importaba cuanto tiempo fuese, poco o mucho, estar con Jennie me gustaba y robaba mis ratos de tristeza remplazándolo por nubes soleadas y días de alegría. Esta mañana, a diferencia de las últimas que he tenido, es muy diferente. Empiezo a creer que Jennie puede ser parte de mi vida.

Antes no lo consideraba, pero las cosas iban cambiando, y mientras lo hacían confirmaba que ella tenía un efecto positivo en mí, al inicio no, y estoy encubriendo a una persona que ha cometido diversos delitos, no obstante, no me pondré a pensar en eso ahora.

Dejó un beso en la punta de mi nariz.

–Sip, muy lindo, Lili.

—Me iré, tengo que pasar por mi departamento y cambiarme, no sería normal que la profesora llegue con la misma vestimenta a la universidad.

—Espera —Jennie me detuvo.

–¿Qué pasó?

—Estás muy linda, y me gustas más que ayer —confesó.

—Para yo creer eso te costará decírmelo mínimo dos vidas —pellizqué su nariz—. Nos veremos luego, Nini.

—No te vas de aquí sin darme un beso.

—Pero solo uno —levante el dedo índice—. Uno solito.

—Ajá, uno solo.

Lo que fue planeado como solo un beso corto, se convirtió en un beso un poco largo, pero que tuvo su fin. Yo me subí a mi coche y me despedí de ella para conducir a mi departamento, al llegar me di una ducha y me arreglé el cabello, dando por finalizado aquello me fui en dirección a la universidad, llegando ahí saludé a todos como lo hacía usualmente.

Aunque me costara admitirlo, gracias a Jennie la preocupación de que alguien supiera sobre lo de nosotras se había desaparecido, quizás no de la mejor manera, pero había desaparecido. Eso me dejaba con un peso menos, de cierta forma pude seguir con mi trabajo, pero no dejaba de atormentarme que cada vez que alguien se acercaba a mí, terminaba muerto.

Para ella podía ser algo casual, lo que para mí era algo absolutamente aberrante, yo o mataba a alguien todos los días, nunca atenté contra la vida de nadie; de pronto soy cómplice de unos asesinatos y para rematar, soy amante de la asesina. Cualquiera diría que la enferma no es Jennie, sino yo por quedarme en un lugar donde solo tendré problemas.

Jupiter. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora