𓂃 ࣪˖Capítulo 24. ִֶָ𐀔

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૮꒰ྀི⸝⸝LALISA MANOBAL⸝⸝꒱ྀིა

A la mañana siguiente, preparando un café, pensaba en lo que me confesó Jennie anoche, seguí sin poder creérmelo, quizás eran los nervios, pero no me creo posible que Jennie haya cometido otro asesinato, no puede ser, y que yo otra vez sea su cómplice. Pero me preguntaba si esa situación de agresión se estaba volviendo a repetir.

Yo en diversas ocasiones vi eso, y por más que le pregunté ella nunca me dijo nada, todo eso para proteger a su padre. Pero necesito entender el porqué no sale de esa casa, sigue aguantando maltrato tras maltrato, será por el dinero o porque no sabe como huir.

—¿En qué tanto piensa?

Me giré encontrándome a Jennie con algo de mi ropa, le entregué una taza de café la cual ella rechazó.

—Ya casi tengo que ir a trabajar, no espero que...

—Me deja en mi casa, por favor -pidió.

—¿Pero por qué?, ahí te agredieron, Jennie —le recordé—. No, vamos a la policía.

–Si vamos a la policía puedo ser la más perjudicada.

—¿Qué hablas?, me tienes como testigo y los golpes, Jennie —señalé—. Mírate, estás llena de moretones. Me preocupo por ti.

—Claro, como se preocupa por todos —rodó los ojos—. Iré a casa y ya está, no es la primera vez que pasa.

—Jennie...

—Basta, Lisa, no más. Eres mi profesora, recuérdalo.

—¿Ahora lo soy?, solo cuando te conviene, otras veces te acercas a mí con intenciones segunderas. Es más, bien, te dejo en tu casa, pero mantente alejada de mí. Y para que quede claro, a mí Dahyun no me gusta y no me besé a Rosé, ¿bien?, todo fue...

Jennie interrumpió mi discurso besándome, quedé con las manos arriba y los ojos bien abiertos, la separé y me quedé unos segundos cortos observándola. Ella bajó la mirada a mis labios y fue el detonante para que yo volviese al beso. Esta vez cerré mis ojos y la encerré entre la isla de mi cocina y mi cuerpo, sus brazos me rodearon la nuca y profundizaron el beso.

¿Había caído?, sí, realmente estaba cayendo.

Quizás en otra ocasión la hubiese alejado, le gritaría o cualquier cosa sana, pero en esta no, la acerqué y besé con más fuerza y pasión. Me permití embriagarme de Jennie, de sus exquisitos besos y su adictivo movimiento de labios. Otras veces nos habían interrumpido o yo había roto el beso, pero en este momento era diferente, ambas necesitábamos cortar la tensión entre nosotras.

Pero aquí la pregunta era si sería posible eso.

Mi ropa de trabajo se vio estropeada cuando Jennie empezó a desabotarme la camisa, dejandome el sostén blanco al aire, no debería estar aprovechandome de esta situación y se supone que estaba muy enojada con ella por su actitud, pero recordar que el beso con Rosé no se sintió de esta manera, me hizo pensar que en serio el juego con Jennie ya había llegado lejos.

De todas formas, no lo corté, lo intensifiqué metiendo mis manos por la sudadera rosa que le había prestado, sacándola por su cabeza. Sostuve su rostro entre mis manos y con mi lengua penetré su boca, acariciando el piercieng de su labio y mordiendo su labio inferior, provocando dolor. No quería hacerle ni un rasguño más a su piel, pero escucharla gemir siempre que le provocaba algo de dolor era satisfactorio.

–Tócame, has de mi lo que quieras —ordenó contra mis labios—. Vamos, Lisa, méteme los dedos.

No sé en qué momento pensé en seguir órdenes de una de mis alumnas, y lo morboso que era esto, pero otra vez derrumbé las barreras y azoté a Jennie contra la pared, la besé como si fuese el último beso entre nosotras, y a todo esto, estaba pensando en besarla otra vez. Esto se había convertido en una drogadicción.

Jupiter. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora