#1: La cocinera italiana

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Angie.

Como todas las mañanas, me despierto a las 6 am, lista para limpiar el restaurante de forma meticulosa. Limpio las mesas, el área de la caja, la cocina, lavo las ollas que quedaron de anoche de forma meticulosa y preparo desayuno para mamá y mi abuela, que se despertarán en cualquier momento, con mucha hambre y peleando como es costumbre suya.

Una vez que sirvo el desayuno, mi abuela y mi madre están somnolientas sentadas en la mesa, donde les he servido el desayuno que he preparado con lo que encuentro en la cocina, ya que no tengo permitido salir de casa bajo ninguna circunstancia.

Lo cual es aceptable, el mundo de afuera es muy aterrador si es como mamá lo describe.

—Estás engordando —me dice mi abuela en italiano, como todas las mañanas. Ella solo me habla en italiano, insistiendo que se niega a olvidar a hablar el idioma en este país asqueroso en el que quedó atrapada.

—Deja a la niña —se queja mi madre en español de mal humor con la boca llena de comida.

—No hablo español, bruta maleducada —se queja mi abuela, de nuevo, en italiano. Esa es la pelea de todas las mañanas, mi madre siempre se negó a hablar en italiano y que mi abuela me enseñase, aunque no pueda hacer mucho al respecto, platicar con mi abuela es muy divertido.

Una vez que terminan de desayunar, limpio la mesa y lavo los platos, en lo que ambas se cambian. Mi abuela para atender el restaurante con mi ayuda, mamá para su trabajo de medio tiempo en la funeraria, ya que ayuda a mi abuela con el restaurante en las tardes.

Resulta que, dado que mamá tiene poderes de fuego, muy pocos le dan trabajo y, según ella me contó, para que mi abuela conserve su permiso para tener el restaurante, debe trabajar en un lugar que le asigne el gobierno, casi como por servicio social. Dice que por eso no le gustaría que yo saliera, porque la gente es terrible y abusa de tus poderes, que bueno que yo he sido adoptada y no tengo los poderes de la familia. Aunque las envidio un poco, mi abuela le encanta hacer malabares con fuego, es tan temeraria y genial, pese a su edad.

Una vez que termino de limpiar la pequeña cocina de nuestra pequeña casa, subo a darme un baño y ponerme el uniforme del restaurante, donde mi abuela me pone a trabajar de mesera y cajera en ausencia de mi madre, aunque no soy muy buena con el español y las matemáticas, así que es un poco difícil y mi abuela me ayuda. Lo que sí sé, es sobre los platillos que la gente quiere, incluso soy muy buena recordando rostros, así que nunca me equivoco con las órdenes.

Me pongo la falda negra larga que mi mamá me hizo a la medida, los tacones bajos y la blusa de botones que me dio mi mamá, que compró del exterior, ya que es la única de las tres que sale. Aunque a mi abuela no le molesta, dice que el mundo de afuera es demasiado aburrido y no me pierdo de nada. Mentiría si no dijese que a veces me causa curiosidad.

Ato mi cabello negro con el pañuelo blanco que me dio mi abuela, aunque, parte de mí no está muy segura de esa última parte, como si hubiese algo importante en mi pañuelo que no pudiese recordar... Pero la abuela dice que ella me lo ha dado, así que debe ser cierto.

Una vez que estoy lista, bajo los escalones y salgo hacia la puerta que conecta nuestro pequeño hogar hacia nuestro pequeño restaurante, donde el platillo principal es la milagrosa sopa de mi abuela. He oído a los clientes decir que cura malestares leves y es por eso que es tan popular, según mi abuela, esa sopa es lo que logró mantenerla a ella y a mamá cuando ésta última era niña. Así que esta sopa es más significativa que solo una simple sopa, como muchos clientes la consideran.

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