#26: La mano derecha inesperada

101 8 0
                                    

Rafael.

Cubro a Angie con una manta, ha quedado profundamente dormida, con Tuni abrazada de ella después de acosarla con preguntas por cuatro horas sin parar. Al final fue agotador para ambas y han quedado dormidas en la biblioteca.

Yo he logrado acomodarlas en un sillón grande que sitúe hace un par de días teniendo que esta situación se presentara en algún momento. Angie ha estado bastante estresada con los preparativos del torneo, entrenando sin parar y siendo acosada con preguntas de parte de sus familiares molestos. El único lugar donde nadie solía molestarla era la biblioteca, pero Tuni ya descubrió que este es su escondite así que Angie ha perdido ese último santuario, aunque a diferencia de otros días, parece tener un buen sueño.

Aunque, que ella tenga buenos sueños solo significa una cosa.

Sal —le ordeno cruzado de brazos, viendo hacia mi alrededor—. Ya sé que estás por aquí, acosador de mierda.

—Lenguaje —dice la voz de Gabriel saliendo entre los pasillos de la biblioteca.

Carraspeo divertido al ver su apariencia, a diferencia de su usual vestimenta formal y monocromática, hoy usa un traje gris con una corbata café, lo cual son los colores de la ASP. Él solo rueda los ojos, notando que me he dado cuenta de su cambio en uso de colores y acaricia su nuca.

—Me he tenido que mantener en el bosque temporalmente —responde avergonzado—. Después de que fueron secuestrados, Vladimir dijo que perdonaría a mi padre por ser un meta humano ilegal si me mantenía en el bosque hasta que el torneo iniciara.

—¿Y qué haces aquí? —pregunto con una ceja alzada—. El torneo es la próxima semana.

—No puedo dejar a Angie tanto tiempo sola —responde con una mano en su pecho, viéndose sumamente preocupado—. Menos en este nido de ratas asquerosas que lo único que harán es succionar todo lo que puedan de ella para luego tirarla a la basura.

—De verdad los odias —respondo suspirando.

—¿Tú no? —me pregunta sorprendido.

—No son tan malos como siempre los describes —respondo con una mueca—. Sí, son asfixiantes, locos con la disciplina y de personalidad extraña, pero también los de la ASP y aquí si hay un sistema sanitario que no consiste en hacer en medio del bosque y enterrar tu mierda.

—No sé, pienso que los de la ASP son encantadores —responde Gabriel con una mano en su mentón—. Son muy tontos, así que constantemente me buscan para que les resuelva los problemas y obedecen todas las órdenes que les doy, me agrada que sean tan voluntariamente manipulables.

—Eres un asco de persona, ¿te lo he dicho ya? —le pregunto viéndolo serio y él solo se encoge de hombros.

—Al menos yo no tengo ese tatuaje horrendo en el brazo —responde él señalando a mi antebrazo, a lo que hago una mueca de disgusto—. ¿Qué te ofrecieron para afiliarte? Por alguna razón, le temen a madre, así que a nosotros no nos afiliarían a la fuerza.

—Nada —respondo encogiendo mis hombros—. Solo pensé que si me afiliaba, mataría a madre y a Adam de un infarto.

—Eres un idiota, ¿te lo he dicho ya? —me pregunta Gabriel, visiblemente irritado por mi respuesta.

—Sí, bueno, ¿cómo te va lidiando con los Flores? —pregunto alzando una ceja.

—Roberto me odia —responde encogiendo sus hombros.

—Normal, odia a todos.

—Jorge no deja de lloriquear porque te extraña —dice Gabriel burlón, ladeando su cabeza hacia los lados.

FaraizeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora