#4: La novia mestiza

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El invernadero se ve incluso aún más bonito que anoche, hay muy pocas personas sentadas en la boda, entre ellos, el señor Vladimir y las seis personas con las túnicas de ayer, hay unos cuantos miembros de la Casa Negra, con sus uniformes como siempre, mi abuela está sentada casi de forma aislada hasta enfrente, mientras mi madre me lleva al altar para entregarme a Gabriel, que está parado con un saco blanco con un broche de una flor blanca en su solapa, muy parecido al del broche, tiene un pantalón negro y una sonrisa gigantesca mientras me ve.

A lado suyo, está un hombre adulto de cabello castaño, con grandes ojeras y unos ojos verdes y brillantes como los de Gabriel, él usa un traje negro con la misma flor blanca y me saluda ligeramente con la mano, o eso es lo que creo, hasta que veo a mi mamá respondiendo el saludo con timidez.

—Es el padre de Gabriel —me dice en voz baja mientras llegamos a donde están los dos esperandonos—. También es un amigo mío de la juventud, o lo era, hasta que se casó con una mujer que no me agrada.

—¿Por eso Gabriel no te agrada? —pregunto en voz baja y ella aprieta los labios.

—Es una de las razones —responde cuando quedamos de pie, justo enfrente de Gabriel, que me ofrece un ramo de flores, que de seguro él hizo a mano, porque si alguien está realmente entusiasmado por esto, es él.

—Gracias, Estefanía, por no arruinar los preparativos —le dice Gabriel a mi mamá, la cual chasquea la lengua, molesta.

—No lo haces fácil —se queja mi madre y me mira con una sonrisa—. Aún puedes arrepentirte.

—No lo haré —respondo de forma firme viendo a Gabriel a los ojos, el cual solo sonríe complacido de mi respuesta.

—Bueno, hay que comenzar entonces —anuncia Gabriel cuando escuchamos unos aplausos secos y lentos a nuestro lado.

Volteo hacia el origen del sonido, para encontrar a un muchacho delgado, de cabello rizado y castaño rojizo, de ojos grises, viendonos divertido. Porta un traje azul y parece causar bastante conmoción entre todos, porque todos comienzan a murmurar.

—¿Qué haces aquí? —pregunta Gabriel irritado hacia el muchacho, el cual solo se encoge de hombros.

—¿Un hombre no puede venir a la boda de su hermano mayor? —pregunta el chico y siento un escalofrío en mi espalda al reconocer su voz, como la misma que me habló hace rato en el baño—. Aunque, vamos, hermano, siempre pensé que, siendo alguien con un ego tan grande, no recurrirías a mentiras y engaños para casarte.

—¿De qué habla? —pregunto frunciendo el ceño.

—No es importante en este momento —me dice fingiendo una sonrisa.

—Miente —me dice el muchacho—. No me sorprendería que todo lo que te haya dicho sean mentiras.

—Lárgate —le dice Gabriel realmente enojado, mientras aprieta los puños.

—No me apetece —responde el muchacho y chasquea sus dedos, haciendo que todos en la boda entierren sus pies en el suelo y sus manos sean atrapadas por tubos de tierra que emergen del suelo—. De hecho, consideren esto mi buena acción del día, voy a evitar que una chica inocente se case con una basura mentirosa y manipuladora como tú.

—Mocoso —dice mi abuela con su mano envuelta en fuego, en forma de ataque, pero el muchacho solo levanta una mano en dirección hacia ella.

—Candelaria, Estefanía, deben saber que mi madre es una mujer muy indulgente —dice el muchacho frunciendo el ceño y su mirada se torna oscura—. Yo no tanto, por lo que si tratan de detener esto, me veré en la necesidad de hacerles daño.

FaraizeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora