#22: Los invitados indeseados

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Presente.
Rafael.

Miro a Angie a los ojos, ella parece impaciente por mi historia, pero no me siento listo para decirle que pasé desmayado 6 días por culpa de un ataque colectivo donde su madre participó, tampoco quiero decirle que la secta de locos con la que vive me tenía escondido y su abuela lo sabía, mucho menos que escapé de ellos para hablar con su hermana y terminé motivandola a hacer un golpe de Estado y pasé dos días sin poder salir de la Casa Negra porque, al parecer me ha adoptado de mascota y huí en una ocasión que se distrajo y cuando llegué a casa, mi hermano se había olvidado de mí y bebía el té con nuestra madre terrorista, que nos trajo con el propósito de motivarla a ella de pelear contra su hermana sociópata por el poder de una organización que la quiere muerta.

Eso es demasiado para ella.

—Mamá me castigó —respondo finalmente, apretando los labios y ella solo aumenta la preocupación en su rostro—. No fue nada muy grave, me encerró en mi habitación para que reflexionara de mis actos y se le olvidó que me había encerrado.

—¿Te encuentras bien? ¿Necesitas comer algo? —me pregunta preocupada, poniendo una mano sobre mi brazo con suavidad.

Angie es muy buena. Su toque es muy cálido, verla tiene un efecto muy relajante y escucharla hablar me hace feliz, sobretodo al saber que alguien tan amable como ella está genuinamente preocupada por mí. Estando a su lado me he podido dar cuenta que hace mucho que alguien me trata con amabilidad sin esperar nada a cambio, todos me usan como ficha de cambio, se olvidan de mí o, en el peor de los casos, como saco de boxeo. Angie jamás podría, ella solo quiere mi bienestar y nuestras vidas ni siquiera tendrían que estar vinculadas para eso, ella seguiría igual de preocupada porque así es.

Definitivamente el idiota de mi hermano no la merece.

—No lo mimes, Angie —dice Gabriel jalandome del cuello de la camisa para obligar a ponerme de pie, cosa que hago a regañadientes—. Es más resistente de lo que aparenta.

—Eso no es excusa para tratarlo mal —responde ella de brazos cruzados, a lo que él le ofrece la mano, para ponerse de pie—. Deberías ser más amable con tu hermano.

—Haré mi mayor esfuerzo —le promete, aunque sé que son promesas vacías.

—De acuerdo —dice ella tomando su mano y muerdo mi lengua, tratando de no soltarme a gritarle a Angie que se aleje de este embustero.

Lo único que me detiene es que Angie parece creerle y Gabriel no parece tener intenciones de herirla. Cuando madre expresó que quería que Angie tuviera el liderazgo de la ORPHD, Gabriel fue el primero en protestar, alegando que era muy peligroso para ella y que no podíamos obligarla a pelear. Eso fue impresionante considerando que Gabriel es un experto en control mental, él, en efecto, podría obligarla y no es como que tenga conflictos morales para hacerle eso a los demás, pero parece ser que si respeta la voluntad de Angie, eso me hasta por el momento.

Eso y que lo necesito para quitarme a mi otro problema de encima.

—¡Rigoberto! —grita Roberto detrás mío, e incluso puedo escucharlo derrapar en la tierra—. ¡Al fin te apareces cobarde!

—¿No quieres ser un hermano medio decente y pelearte con este por mí? —le pregunto a Gabriel, el cual rueda los ojos.

—¡Green! —grita Roberto, mitad sorprendido, mitad emocionado por su nuevo juguete—. ¡Bien! Premio doble.

—Andy —le dice Gabriel con una expresión de cansancio, caminando para poner tanto a Angie como a mí detrás suyo—. No sé cuál es tu problema con el bastardo o conmigo y realmente no me interesa, pero no puedo permitir que le hagas daño.

FaraizeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora