Angie.
Mis tareas en los últimos diez días han sido muy variadas. Básicamente, al estar herida y tener el sobrenombre de princesa, nadie se atreve a pedirme que haga algo, pero yo no puedo estar quieta.
Entre mi preocupación por Rafael, que no se ha comunicado conmigo, la preocupación de lo que podría estar pasando mi mamá en esa casa horrible de gente horrible y en los múltiples sueños extraños que he tenido con Gabriel, no he podido estar tranquila ni un solo momento. Mi pierna lesionada es, ciertamente, un gran problema para moverme, por lo que me he limitado a actividades donde puedo sentar sentada.
Le he enseñado a algunas personas de aquí a coser, e incluso me he atrevido a confeccionar algunas de sus prendas, lo cual agradecen mucho. Otros me han pedido que les enseñe a tejer, lo cual ha sido un poco complicado dado las limitaciones que tengo por las cosas que ellos poseen, pero he notado que los habitantes de este lugar son aprendices entusiastas.
El grupo de niños liderado por Brandon viene todos los días a pedirme ideas para juegos, cuando se aburren o son regañados por un adulto, ellos corren hacia mí y tengo que proponer otras ideas. En un par de ocasiones, los he convencido de quedarse alrededor mio un momento y, con lo que ellos y yo sabemos, intentar enseñarles un poco de matemáticas. Ellos también aprenden bastante rápido y parecen emocionados, corriendo hacia sus padres para decirles lo que han aprendido, eso ha hecho que más adultos me rodeen, creyendo que soy una especie de sabia.
Hace dos días, después de una patrulla rutinaria de Roberto, encontró la máquina del misterio, con todas las posesiones de la abuela y mías, trayendolas consigo y preguntando para qué eran. Mi abuela estaba tan contenta que lo golpeó en el brazo, lanzando felicitaciones en voz alta, yo tuve que explicarle a Roberto que era la forma de ella de mostrar afecto, él respondió que no entendía nuestras costumbres, pero no hizo nada más. Poco a poco creo que nos hemos vuelto amigos, ya no me mira con tanta hostilidad e incluso lo he atrapado diciéndome princesa un par de veces, lo cual es divertido porque en su voz suena vergonzoso.
Sobre los otros discípulos, Jorge se limita a ser él mismo, entusiasta preguntando si cada cosa que pone en mis manos ha sido usada por Rafael, Vivi se limita a ser distante, aún no conozco a Jennifer ni al líder Adam, que volvió en la madrugada un par de días después de mi llegada y se ocupa de otros asuntos. Por otro lado, Cristian no se separa de mí y siempre está adulandome y tomando atención a las pequeñas lecciones que doy. Es uno de los pocos en este lugar que sabe leer, por lo que me ayuda de vez en cuando a explicarle cosas a los niños.
La vida es bastante tranquila, sencilla, la gente se organiza para comer junta y alaba la comida de mi abuela, que hace con mi ayuda, unos son asignados para hacer encargos en la ciudad, los cuales se limitan a traer licor, por lo que todos los adultos se embriagan y cantan canciones que, en realidad son una especie de baladas sobre lo que llaman “poderes primitivos”. Hay una sobre la mujer que fue besada por un Dios que la amaba y le dio el poder del fuego, que me contó Abby hace, lo que se siente, una eternidad. También cantaron una canción sobre una niña telépata, que fue encerrada y criada como un arma, pero fue salvada por un hombre de hielo. Esa canción no le agrada mucho al líder Adam, ya que golpeó la mesa con su puño y la balada se quedó a la mitad.
Quitando la preocupación de mi pecho, podría disfrutar de vivir aquí. A diferencia de la Casa Negra, la gente es libre, hace lo que desee, no lo que mejor se le dé, come riendo, siendo ruidosa, jugando entre sí, los niños corren en vez de entrenar todo el día. No hay reglas absurdas que prohíban la convivencia, inclusive las parejas, muchos simplemente están juntos y nadie parece tener problema con ello, para ser llamados salvajes, son bastante felices aquí.
Quiero decir, hasta el momento nadie me ha amenazado de muerte y, según mis estándares nuevos, eso es demasiado.
—Angélica Faraize —me llama una voz de una mujer, por lo que bajo el libro que pretendía estar leyendo en silencio y volteo a verla.
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Faraize
RomanceAngie, la hija adoptiva de una mujer con piroquinesis se ve envuelta en una lucha de poder, donde ella es el centro de un plan más que ella. Promesas del pasado, mentiras familiares, su origen, todas se convertirán en pesas sobre sus tobillos que la...