#7: La elegida por un dios

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Mi abuela se sienta frente a mí, cosa que me sorprende bastante. Estoy en el salón blanco donde fui encadenada hace unos días, siento a Fiona con sus dos hijos viéndome por detrás, mi abuela se ve harta e irritada por algo, no hay ni rastro de mi madre.

—¿Y mamá? —pregunto, a lo que mi abuela hace una mueca de disgusto y me golpea en la cabeza con su puño.

—Bruta, ¿no me ves tres días y se te olvida el italiano? —me pregunta furiosa mientras suelta muchas maldiciones en italiano y yo solo asiento avergonzada pidiendo disculpas.

—¿Dónde está mi mamá? —pregunto en italiano acariciando la parte de la cabeza donde me golpeó y ella suspira.

—Con el bruto congelado y su organización estúpida —me responde cruzada de brazos—. Yo huí después que desapareciste, porque es mi prioridad cuidarte y sabía que esos idiotas no lo harían. Ayer Fiona me encontró y me trajo a ti.

—Que amable de su aparte —respondo con una pequeña sonrisa y mi abuela vuelve a darme otro golpe en la cabeza.

—Ella no es amable, todo lo hace por un motivo, jamás confíes en ella ni en sus hijos —me regaña y los señala, volteo a verlos, los tres se ven irritados mientras me hacen muecas de cansancio—. Hasta el momento, la única forma que tengo para burlarme de su poder es hablar en italiano, pero cada día parecen entender un poco más.

—Dijo algo de hablar italiano —dice Rafael chasqueando los dedos mientras nos señala con una sonrisa y suelto una pequeña risa ante su entusiasmo, Gabriel y Fiona solo lo miran con desaprobación.

—Yo solo sé malas palabras —admite Gabriel encogiendo sus hombros con un gesto elegante y Fiona acaricia el puente de su nariz.

—Que vieja tan problemática —se queja Fiona y suspira cansada antes de vernos con hartazgo—. ¡La lección debe ser en español!

—Los de su clase son chismosos por naturaleza, odian ser excluidos —me dice mi abuela sonriendo de lado de forma maliciosa y añade en español—. Mi español no ser muy bueno.

—No me interesa —responde Fiona entre dientes y mi abuela rueda los ojos antes de pedirme que estire las manos hacia ella.

Estiro mis manos hacia mi abuela, la cual las toma para comenzar a acariciarlas. Unos mechones rebeldes caen sobre su rostro, su cabello pelirrojo cada día se ve más blanco, su voz se hace más raposa, pero siempre se ha visto llena de energía, mucho más de la que mamá y yo podamos presumir. A lo mejor es porque está acostumbrada a huir de todos lados es que siempre parece lista para atacar.

Agradezco al dios del fuego que me besó —recita mi abuela en italiano en voz baja, como una especie de mantra—. Usaré la marca de su beso con orgullo y siempre procurando hacer su voluntad, porque un fuego sin control solo atraerá muerte.

—¿Dios del fuego? —pregunto en español, al escuchar los sonidos de molestia de Fiona detrás de mí.

—Se dice que nuestro poder es un regalo de pasión —me dice mi abuela soltando mis manos mientras señala su pecho—. Que una vez bajó el dios del fuego y se enamoró de Fiorella Tito, pero él tenía que volver a su reino celestial, al que los mortales no podían entrar, así que decidió darle un beso de despedida y, con él, un poco de su poder para crear fuego. Fiorella fue la primera en nuestros registros en tener nuestro poder familiar y cada la leyenda, es por eso que nuestro poder se llama "flama de amor".

—¿Por qué esto es importante? —pregunta Fiona en tono aburrido haciendo que mi abuela chasquee la lengua furiosa.

—Yo no te digo como entrenar al par de brutos que tienes como hijos —se queja mi abuela y volteo a ver a Fiona, la cual puedo entender que es una mujer con fuerte temperamento.

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